Si hay algo que nadie se atrevería a escatimarle a Citroën como valor de marca es la valentía cuando se trata de lanzar un nuevo producto y, más concretamente, si de lo que se trata es de cubrir nuevas necesidades de los conductores o usuarios en general. Así como el Mehari era el espíritu del Mayo del 68 hecho coche y, dos décadas antes, en una Francia ansiosa de movilidad, el 2 CV introdujo un concepto revolucionario, el de un coche extremadamente austero y asequible, en 2020 la marca de los chevrones vuelve a sorprender, esta vez con un vehículo que ni siquiera es tal, sino que se publicita como objeto de movilidad.
El Ami está catalogado como un cuadriciclo ligero, puede manejarse desde los 15 años sin necesidad de carné de conducir, solo con permiso AM, la antigua licencia de ciclomotor. Mide 2,41 metros de longitud, 28 cm menos que un Smart ForTwo, por lo que puede aparcarse fácilmente en horizontal en las zonas de aparcamiento en línea y ocupa únicamente la mitad de una plaza de parking al uso. Por supuesto, es 100% eléctrico, goza de 75 kilómetros de autonomía y alcanza los 45 km/h de velocidad punta, la máxima a la que se garantiza salir indemne de un choque.
Y, como no podía ser de otra manera, es económico como lo era el 2 CV, tanto por su precio de compra, a partir de 6.900 euros, como por su mínima necesidad de mantenimiento. Al igual que aquel se puso a la venta en 1948 sin cerraduras en las puertas -llevaba un dispositivo antirrobo similar al de las bicicletas-, el Ami, que sí tiene llave pero no cierre centralizado, se presenta sin pantalla central -¡oh, sacrilegio!-, que se sustituye por un soporte para que el usuario coloque su móvil. Con ello se abarata el coche, y además ¿quién no usa hoy en día su propio teléfono para consultar Google Maps o Waze?
Las semejanzas entre ambos modelos no quedan aquí. El 2 CV, que en España tenía apelativos como Burra, Cabra o Cirila por su capacidad de carga y sus dotes agrestes, era muy apreciado en zonas rurales. El Ami, aunque parezca un producto netamente urbano -que lo es también-, está concebido asimismo para cubrir trayectos cortos entre pueblos o para que los chavales o personas de edad sin carné se muevan de un extremo a otro de una localidad de cierto tamaño. Su objetivo no es remplazar a otras formas de transporte, del patinete al autocar, sino servir de complemento a todas ellas.
Hasta aquí las similitudes, porque los nuevos tiempos imponen su ley. Para empezar, el recorrido de compra en el caso del Ami es totalmente digital, a través de socios como Fnac o de la web de la propia marca; admite diversas posibilidades además de la adquisición tradicional, se puede entregar en el domicilio del comprador o en el concesionario, y se ofrece en una amplia variedad de configuraciones de color, a diferencia del 2 CV, que inició su andadura con una sola versión y un único color. Acompañando a su lanzamiento en Francia, 20 artistas de renombre han realizado decoraciones de su exterior inspiradas en los otros tantos arrondissements que constituyen la ciudad de París.
El nombre elegido para el nuevo objeto de movilidad, Ami, juega con dos posibles interpretaciones. Por un lado, supone un tributo al emblemático modelo homónimo que Citroën fabricó entre 1961 y 1979. Por otro, en francés significa amigo, con lo que se quiere aludir a la complicidad que desean que se establecezca entre el usuario y su pequeño juguete que le lleva a (casi) todas partes.
Entrando en detalles técnicos, el Ami pesa 471 kilos contando la batería de 5,5 kWh, cuenta con un motor eléctrico de 6 kW (unos 8 CV) y suma menos de 250 componentes en total. La carga se realiza en tres horas enchufando a una toma doméstica convencional el cable que se despliega, como el de una aspiradora, desde un emplazamiento en la puerta del acompañante.
Las dos únicas plazas disponibles están ligeramente contrapeadas, es decir, situadas en paralelo pero la derecha algo retrasada con respecto a la del conductor. A los pies del copiloto cabe una maleta de viaje tipo trolley. Merced al tamaño ultracompacto del conjunto, las ruedas con llantas de 14 pulgadas ofrecen un radio de giro de tan solo 7,2 metros.
La gama se compondrá de siete versiones: la básica, que se denominará Ami Ami, las decoradas en cuatro colores diferentes -gris, azul, naranja y caqui- y dos que se consideran personalizaciones de fábrica. El color de carrocería elegido se replica en los embellecedores de rueda, los stickers de las custodias y las cápsulas situadas en la parte inferior de las puertas.
La pandemia del coronavirus ha obligado a retrasar la comercialización en España del Citroën Ami hasta marzo de 2021, aunque desde este mes pueden realizarse prerreservas a través de internet. El precio de partida antes mencionado, 6.900 euros, corresponde al Ami Ami, que también puede disfrutarse a partir de 19,99 euros al mes en modalidad de alquiler mensual. Citroën está estudiando la posibilidad de que su objeto pueda engrosar las filas del carsharing en ciudades como Madrid, donde hemos podido conducirlo en un recorrido por lo más granado del área restringida de Madrid Central gracias a su etiqueta Cero emisiones.
La experiencia al volante, fuera de la expectación máxima que despierta -por la novedad- entre viandantes y otros conductores, es la de un vehículo sumamente ágil y divertido de llevar, con una suspensión dura pero que mantiene las ruedas soldadas al asfalto, espartano pero funcional. Para ser un no-coche, cumple perfectamente con el papel de llevar a una o dos personas de un lugar a otro e incluso, si llega el caso, con el de hacer pasar un buen rato a quien lo conduce.