Entrevista

María Dolores Galindo, directora de la ESAD de Murcia: “No es lo mismo mostrar una violación que convertirla en un producto para atraer público”

Hace más de un siglo que Murcia empezó a formar actores y actrices. Fue en 1918, a través del Conservatorio Provincial de Música y Declamación, donde figuras como el poeta Jara Carrillo dieron clase y un joven Alejandro Casona, que acabaría formando parte de la Generación del 27, pasó como alumno. Desde entonces, la enseñanza teatral en la Región ha tenido distintos nombres, ubicaciones y etapas, hasta llegar a la actual Escuela Superior de Arte Dramático (ESAD), que hoy funciona en el antiguo Seminario de San Fulgencio, justo al lado de la Catedral de Murcia.

El pasado 11 de junio, durante las jornadas ‘A Gallete’ celebradas con motivo del décimo aniversario de elDiario.es Región de Murcia, este medio reconoció la labor de la ESAD en la Región por su contribución a la escena cultural, también a nivel nacional. Como muestra de este reconocimiento, se hizo entrega del premio A Gallete a su directora, María Dolores Galindo, quien, durante esta entrevista, ha querido agradecer el galardón destacando que la ESAD es un centro público dedicado a la formación de profesionales de las artes escénicas y comprometido con la cultura.

Este curso, y como cada año, las pruebas de acceso a sus carreras de interpretación, dramaturgia y dirección —de cuatro años y con bachillerato como requisito previo— han vuelto a superar en demanda a la oferta: más de cien aspirantes para apenas unas 60 plazas. Sin embargo, han quedado vacantes para septiembre. “Aunque se presentaron muchos, no todos superaron las pruebas. Requieren bastante preparación, entran los que muestran más aptitudes”, explica Galindo.

Destaca que cada curso, los trabajos del alumnado se muestran al público de forma gratuita a través de los Talleres de Invierno y de Primavera, además de colaborar con los teatros municipales, el Centro Párraga y diversas asociaciones públicas y privadas. “Por ejemplo, este año hemos participado en el Open House Murcia Festival de Arquitectura”, señala.

Con ella hablamos sobre la formación en la ESAD, de la precariedad en el mundo de la interpretación o de lo complicado (pero no imposible) que es abrirse camino como intérprete desde esta tierra.

Además de directora de la ESAD, has realizado estudios en Literatura, eres licenciada en Historia del Arte, titulada en Arte Dramático, y autora de una tesis sobre la personalidad de los alumnos de arte dramático, ¿qué vínculo existe entre el teatro, la psicología y la literatura?

La psicología como ciencia es bastante moderna, no tiene tantos años. Sin embargo, el teatro y la literatura llevan mucho más tiempo tratando de representar lo humano. Antes de que existiera la psicología, ya existía la literatura como forma de reflexión, y el teatro como representación de los conflictos, tanto internos del ser humano consigo mismo, como con la sociedad.

La literatura, como arte de la palabra, también cumple esa función. Muchas de las comedias griegas, por ejemplo, se escribían para ser representadas, aunque algunas terminaron fijándose por escrito y hoy forman parte de nuestro patrimonio. Ahí surge la literatura dramática, que son textos que a veces destacan por su valor literario, y otras por su grandísimo valor escénico, cuando no en los dos aspectos.

Así que al final, ya sea a través de la puesta en escena o del texto literario, se trata de distintas formas de representarnos, de explorar nuestra humanidad desde distintos lenguajes.

Aunque hoy los estudios de Arte Dramático tienen el reconocimiento de grado, sigue existiendo cierta controversia en torno a su equiparación con los estudios universitarios. ¿Cuál dirías que es, hoy por hoy, la diferencia entre una escuela superior de Arte Dramático y una facultad universitaria?

A efectos prácticos, seguimos con algunos problemas. Por ejemplo la Universidad de Murcia no permite a los graduados en esta escuela acceder al Máster de Profesorado. Entonces, si una persona que ha estudiado Arte Dramático quiere ser profesor de secundaria, o dar clases de Bachillerato de Artes Escénicas en Murcia, sencillamente no puede. Es algo que hay que solucionar, porque es un grado equivalente y tienen una formación que les permitiría acceder a una oposición.

La Universidad de Murcia no permite a los graduados en esta escuela acceder al Máster de Profesorado

Yo he estudiado en la Universidad, y la formación es excelente, pero es diferente a lo que hacemos aquí. Cada ámbito de conocimiento requiere de una especialización concreta. Otra cosa que me parece curiosa también es que, aunque los estudios de Arte Drámático son profesionalizadores, se llaman enseñanzas y no estudios, y no entiendo por qué, porque aquí también se estudia muchísimo, se estudia y se practica.

¿Crees que en la Región de Murcia se impulsa lo suficiente el teatro como para que quienes salen de esta escuela puedan desarrollar una carrera aquí, o existe aún una falta de asentamiento de la profesión que les obliga a irse fuera?

El hecho de contar con una escuela superior de arte dramático ha contribuido claramente a profesionalizar el sector teatral en la Región, y eso se refleja en una vida escénica muy activa, con asociaciones como la Unión de Actores, de Directores o de Dramaturgos. Sin embargo, seguimos siendo una comunidad uniprovincial, con un circuito escénico limitado y ayudas a la producción más reducidas que en otras autonomías. Esto condiciona las posibilidades de hacer carrera exclusivamente en Murcia: muchas compañías deben buscar gira fuera o acceder a circuitos de otras comunidades, lo cual no siempre es fácil.

Somos una comunidad uniprovincial, con un circuito escénico limitado y ayudas a la producción más reducidas que en otras autonomías.

Aun así, hay profesionales que optan por quedarse y generar desde aquí proyectos propios. Algunos crean sus propias compañías, aquí ha habido compañías como Alquibla o como Doble K Teatro, por decir dos entre muchas otras más. Otros se orientan a la pedagogía o la gestión cultural, y también hay quienes buscan oportunidades en Madrid u otras ciudades sin dejar de residir en Murcia, aprovechando los medios digitales para mantenerse conectados.

Jaime Lorente y Milena Smit son dos intérpretes salidos de la Región y reconocidos a nivel nacional. Jaime cursó su formación aquí en la ESAD, y Milena Smit dio el salto a la fama y la interpretación sin formación previa, ¿qué importancia tiene la formación a la hora de ejercer esta profesión?

Una cosa es la formación y otra el talento o las características personales que alguien pueda tener, sobre todo en el audiovisual. En teatro, aunque es más difícil asumir un rol protagonista sin formación, puede darse. Durante el proceso de ensayo, una persona sin experiencia, con un buen director y un buen equipo, puede llegar a un resultado muy óptimo. No es lo habitual, pero pasa.

Algunas de las mejores actrices de este país no han pasado por una escuela de arte dramático: Maribel Verdú, Aitana Sánchez-Gijón…

De hecho, algunas de las mejores actrices de este país no han pasado por una escuela de arte dramático: Maribel Verdú, Aitana Sánchez-Gijón… No es excluyente, ni necesitas un título para trabajar como actor o actriz. Antiguamente, bastaba con tener el carné profesional. En las escuelas, en principio, se forma para las artes escénicas. Esta escuela, en concreto, apostó hace años por reforzar también la formación en audiovisual, y queremos seguir ampliando esa parte porque ahora es más accesible técnicamente y hay más producción.

Ahora bien, la formación es necesaria si uno quiere mantener una carrera en el tiempo. Y no solo la formación de los cuatro años aquí: cuando sales, te enfrentas a otra realidad y hay que seguir formándose porque el mundo cambia constantemente. Aunque, a veces, hay una tendencia a formarse sin parar, quizá por el miedo a no encontrar trabajo. Y claro, eso tampoco tiene fin, también llega un punto en el que quieres trabajar y que te paguen por ello, no estar toda la vida haciendo cursos.

Hablando de precariedad, un informe de la Fundación AISGE revela que el 77% de los artistas en España gana menos de 12.000 euros anuales, y que la mitad no supera los 3.000. Señala también que tan solo el 7% de los intérpretes superan los 30.000 euros anuales, ¿cómo se enfrenta esta realidad desde la docencia? ¿Se prepara a los alumnos para un mercado tan precarizado?

En el plan de estudios hay una asignatura que se llama Producción y Gestión donde se tratan todos estos temas, pero no desde un enfoque de mercado puro, porque la mayoría de los alumnos vienen con una inquietud artística y creativa. Pero claro, también quieren vivir de esto.

Desde el punto de vista de la formación, nuestro trabajo se trata de dar herramientas para que los alumnos sean capaces de expresarse artísticamente, de acompañarlos para que desarrollen ese ‘instinto teatral’ —que decía un autor ruso, Evreinoff, si no me equivoco—, esa necesidad de expresarse a través del arte.

No se trata de ser el mejor, sino de saber colocarte, de tener algo que contar, de construir una carrera a largo plazo. No creo que tengamos que desanimar a los alumnos y alumnas que vienen con 18 años aquí, ellos ya saben que es difícil.

Y claro que es difícil y que el sector está precarizado, pero también hay gente que vive muy bien. No se trata de ser el mejor, sino de saber colocarte, de tener algo que contar, de construir una carrera a largo plazo. No creo que tengamos que desanimar a los alumnos y alumnas que vienen con 18 años aquí, ellos ya saben que es difícil. Pero es que todo está difícil, ser abogado o arquitectos también es difícil.

Hay muchas salidas: dar clase, hacer teatro en hospitales, en cárceles, hacer mediación cultural… Y en esta escuela no solo se estudia interpretación, también dirección, dramaturgia, pedagogía, producción. Son perfiles muy distintos y todos necesarios.

Otro dato del estudio es la fuerte brecha salarial: ellos ganan un 40% más que ellas. Además, ser mujer en el mundo de la interpretación parece que inevitablemente conlleva situaciones de cosificación, abuso de poder, o la expulsión del mercado de trabajo cuando se alcanza cierta edad.

Durante años, el valor de una actriz se ha sesgado mucho por la imagen, y eso ha generado situaciones machistas muy desagradables que, afortunadamente, se empiezan a cuestionar. Desde el MeToo y gracias también a las nuevas generaciones de mujeres, estamos viendo un cambio, una conciencia distinta.

Las artes tienen una responsabilidad enorme: cómo se representan esas violencias, desde qué mirada se cuentan. No es lo mismo mostrar una violación que convertirla en un producto más para atraer público.

Y ahí las artes tienen una responsabilidad enorme: cómo se representan esas violencias, desde qué mirada se cuentan. No es lo mismo mostrar una violación que convertirla en un producto más para atraer público. La ficción puede reforzar ideas peligrosas si no se cuenta con cuidado. Porque la gente necesita ficción, sí, para evadirse, pero también para pensar, para desarrollar espíritu crítico.

Por eso hay que estar alerta, y por eso es tan necesaria la formación. Dentro del aula hay que enseñar a respetar, a decir no, a entender el consentimiento. Cómo se toca, cómo se mira, cómo se da feedback sin herir. No todo vale. Por suerte, en la escuela contamos con figuras como las coordinadoras de intimidad, pero queda mucho por hacer. En el audiovisual, muchas personas no se atreven a hablar por miedo a no ser llamadas de nuevo, a parecer problemáticas. Y eso es durísimo. Así que hay que preparar al alumnado para saber quiénes son, qué quieren hacer con su carrera, y que entiendan que hay situaciones que no tienen por qué aguantar.