“Si diseñas para coches y tráfico, tendrás coches y tráfico. Si diseñas para personas y espacios públicos, tendrás personas y espacios públicos”. Fred Kent (Project for Public Spaces).
La bicicleta está en tela de juicio, o eso parece. De cara al día 19 de abril, día internacional de la bicicleta, el Consistorio de Murcia ha lanzado una campaña que ha puesto en el punto de mira a la bicicleta. Y esto sería estupendo, si se centrara en la promoción de este medio de transporte sostenible. Sin embargo algo debe haber ido mal, porque en lugar de enfocarse en la promoción de un uso seguro y una convivencia entre peatón, ciclista y conductor, la campaña pone el acento en el uso inadecuado del espacio publico por parte de los segundos. Multas y cursos de “reeducación” de ciclistas son las medidas estrella. Medidas que serían comprensibles si el uso de la bicicleta en Murcia fuera tan extensivo que estuviera generando un conflicto. Pero no lo es.
No lo es porque en Murcia no hay infraestructura segura que permita ese uso extensivo y porque la planificación sobre movilidad y especialmente sobre movilidad en bicicleta no se ha desarrollado, y menos de una manera integral (los planes anuales del PMUS, por ejemplo, nunca se han llegado a desarrollar, y tampoco se ha implementado el Plan Director de la Bicicleta, de 2010, por otra parte tan necesitado de revisión). Sólo hay que recordar que la reciente propuesta para desarrollar una Red Ciclable hecha por el Ayuntamiento de Murcia es de únicamente 20 kilómetros. 20 km que ya serían un sueño, el sueño del ciclista murciano. Esto sí que sí, y no las multas, sería el primer paso para evitar el uso inadecuado de las aceras por parte de los ciclistas. Y es que hay que estar de acuerdo con el Consistorio en una cosa: las bicicletas como todo vehículo deben ir por la calzada, para eso necesitan su espacio, un carril-bici en condiciones (o vías calmadas, lo que sería ya otra historia).
Porque más allá de una red de carril bici, lo que es necesario es la implantación de un modelo de transporte sostenible en el municipio, y eso obligatoriamente implica repensar el modelo de ciudad y el espacio público, espacio público que debería ser para todos los usos y todos los usuarios y no solo para uno (el coche). Para ello se necesita una ciudad más lenta. “La solución a los problemas de movilidad urbana (...) no vendrá sólo de la promoción y mejora de los otros modos” sino de “un nuevo modelo de entender el espacio público y la movilidad; una forma de organización urbana que, con su implantación, aporta soluciones a las principales disfunciones ligadas a la movilidad, a la vez que mejora la disponibilidad y calidad del espacio público para el peatón. Estos objetivos se logran con la introducción de dos cambios fundamentales: la jerarquización de la red viaria y el establecimiento de una red diferenciada para cada modo de transporte”, o lo que viene a ser lo mismo, espacios seguros y diferenciados para peatón, ciclista y conductor (Manual para la elaboración de Planes de Movilidad Sostenible, Ministerio de Fomento, 2010).
Ciudades como Pontevedra lo han conseguido, y el impacto sobre la calidad de vida de los ciudadanos, el comercio y la economía y el medio ambiente es notable. Pero no es la única: Vitoria-Gasteiz, A Coruña, Ferrol, Viladecans y El Prat, y diferentes distritos de Barcelona, han iniciado modelos similares.
Nuala Philips lo explica bien en “Ciudad peatonal: ciudad del futuro”. “No es una casualidad que Pontevedra sea la ciudad gallega que más crece en términos demográficos (6.371 nuevos habitantes desde 2002), protagonizando además un fenómeno poco común: ésta es la única ciudad de Galicia en la que la demografía del casco urbano aumenta más que en las zonas residenciales colindantes. Las estadísticas coinciden así con la opinión de los expertos, que si bien no están seguros de si la ciudad peatonal será la apuesta del futuro, sí aseguran querer que ”la ciudad peatonal sea el modelo a seguir en no sólo en el futuro, sino ya en el presente“”.
Jordi Borja, Doctor en Geografía por la UB y Geógrafo urbanista por la Universidad de Paris-Sorbonne, en su reciente artículo “La calle y su propiedad” en Paisaje Transversal, también lo dice: “Recuperar la ciudad para las personas, supone un paso en recuperar el espacio público como ámbito de convivencia y cohesión de la ciudadanía. Recuperar los espacios para el uso compartido y colectivo es un paso más en la democratización de la ciudad”.
