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Murcia y aparte es un blog de opinión y análisis sobre la Región de Murcia, un espacio de reflexión sobre Murcia y desde Murcia que se integra en la edición regional de eldiario.es.

Los responsables de las opiniones recogidas en este blog son sus propios autores.

La guerra: efectos secundarios

Militares ucranianos observan un bloque de viviendas dañado en Kiev durante la ofensiva rusa contra Ucrania.

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El efecto secundario más evidente de la guerra, después de la muerte y la devastación en el país invadido, es una inflación galopante en el propio país y, merced a la globalización, en el resto del continente.  Eso significa que el carísimo precio de la guerra lo va a pagar, además de la inocente ciudadanía ucraniana,  la inocente ciudadanía europea, incluidos tú que me lees y yo misma. La disparatada subida de precios derivada del conflicto  y de la especulación que medra a su sombra harán que debamos trabajar un (ahora incalculable) número de horas extra para poder pagar los mismos bienes  que antes de que estallara esta guerra infame. De un día para otro esta guerra nos ha empobrecido de manera inopinada,  nos ha obligado a adquirir una deuda que no sabemos cuándo terminaremos de pagar. Sin olvidar que,  como ocurre con cada crisis perderán más los que menos tienen. 

El mundo que salga de la guerra se parecerá al nuestro pero ya no lo será.  Otras lógicas lo dirigirán. Y no hay mucho margen para el optimismo,  no podemos esperar que sea un mundo mejor.  No sé qué nos queda por ver pero a la velocidad a la que se suceden los acontecimientos, sin darnos un respiro ni permitirnos asimilar lo que va sucediendo, ya estaríamos listos para el siguiente golpe (o para la invasión alienígena, lo que antes llegue).  Si la teoría de la indefensión aprendida es cierta, la resistencia será mínima porque, como dice el dicho, lo poco espanta y lo mucho amansa. Las guerras están diseñadas para cambiar de golpe paradigmas sociopolíticos. Y esta,  aunque los muertos los ponga Ucrania, afecta a toda Europa.

Otra consecuencia inmediata de la guerra ha sido la derechización del tablero político  pasando primero por la militarización, que se manifiesta en la resurrección de la OTAN, el envío de armas a la zona de conflicto y el incremento del presupuesto en defensa hasta un 2 por ciento del PIB que, como es lógico, se detraerá del presupuesto social. O lo que es lo mismo: menos pan y más fusiles. Esa derechización se ha visto reflejada llamativa y sorpresivamente en la postura de Sánchez con respecto al Sáhara. Los postulados que valen para Ucrania (apoyarla para que se libere del invasor) no valen para el Sáhara,  que sufrió invasión y destierro. No sabemos si la hipocresía y el cinismo son efectos secundarios de la guerra o venían ya de serie.

El cambio radical de nuestro marco simbólico de un día para otro también es resultado de la guerra. Estaremos de acuerdo en que la guerra es  la hora de los psicópatas, que son homenajeados en lugar de ser puestos en manos de un psiquiatra. Pues ojo a este titular de Telecinco: “Wali, el francotirador de Canadá, se ríe de las tropas de Rusia desde una piscina de bolas en Kiev”. Ilustrado con una foto colorida y  espeluznante de un militar abrazado a su arma y tumbado en una piscina infantil repleta de bolas multicolor.  Para reflexionar un rato.

La confusión y la guerra van siempre de la mano. Putin invade Ucrania para, según sus propios términos, “desnazificarla”. Esto resulta muy curioso teniendo en cuenta que, según demuestra un informe de la Eurocámara, el Kremlin ha financiado y promocionado partidos ultras en toda Europa: desde el partido de Erdoğan hasta el Frente Nacional de Marine Lepen y Vox en nuestro país. Nos reiríamos de la incoherencia si no hubiera muertos de por medio. Además, desnazificar qué, si él es el mayor nazi de toda Europa. Su profundo entendimiento con Trump es otra señal de que la extrema derecha es su medio natural y el fascismo su religión, cosa que prueba sobradamente la invasión de Ucrania. Pero sabe bien que si genera la suficiente confusión ya nadie sabrá a qué atenerse y podrá pescar adeptos en todos los caladeros. Cómo será la cosa que hasta hay atontados que piensan que Putin es comunista.

Y por último, el efecto secundario estrella, el avance de los fascismos sobre Europa, que para eso habían sido financiados previamente por Putin como mencionábamos antes. Las crisis y los conflictos tienen la dudosa virtud de empujar a la ciudadanía a refugiarse en partidos extremistas, conservadores y fuertemente identitarios, o lo que es lo mismo,  partidos ultras. No, el mundo que salga de la guerra, cualquiera que sea el resultado, no será un mundo mejor. Será mucho peor, menos democrático y con menos esperanza. Ojalá me equivoque.

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