Para muchos, la todavía alcaldesa del municipio murciano de Águilas, Mari Carmen Moreno, es una anomalía. Esto es así porque ha dimitido, no por verse envuelta en un caso de corrupción o por una lucha intestina, sino porque siente que ya ha dado todo que tenía que dar en la política. Tras diez años al frente del consistorio aguileño, se retira para dejar paso a los que tengan que llegar. No se va a rastras ni pataleando, no le han invitado a irse desde el seno del partido: ha ganado tres elecciones consecutivas en un municipio donde tradicionalmente se votaba al Partido Popular, y ha sido la primera mujer al frente de la alcaldía.
Tras 24 años dedicándose a la política, la primera edil -hasta dentro de pocos días- hace balance de su gestión a este diario. Para formalizar su dimisión habrá dos plenos, uno en el que se hará efectiva la renuncia a la exclusividad de Moreno y otro para materializar su renuncia. De una semana a otra, su vida va a dar un vuelco. Este lunes cambiará el ayuntamiento por el aula para impartir Biología y Geología en un instituto, “contenta, con ganas de trabajar y de educar a los niños y niñas del futuro”.
Su municipio es uno de los 13 socialistas que quedan en la Región de Murcia tras las elecciones de 2023, frente a los 29 del PP y los tres de partidos independientes. En los comicios previos, el mapa de la Comunidad se había visto teñido de rojo, conquistando 27 localidades.
Deja el ayuntamiento porque, en palabras de nuestro compañero Manuel Segura, “saber marcharse, en ocasiones, es tan importante como saber llegar”.
Llegué a la política con muchísima ilusión y ganas de trabajar, con humildad y con ganas de aprender. Y me voy de la misma manera, con humildad y habiendo aprendido mucho.
En su discurso de salida también decía que se iba como llegó -“con mi bolso y sin nada material dentro”-, ¿cómo de difícil es abandonar limpio la política?
Todo el mundo se sorprende de que haya tomado la decisión de irme así porque sí, cuando debería de ser lo normal. A mí me había llegado el momento de dar ese paso atrás y de acabar una etapa de mi vida que ha sido muy intensa, sobre todo los diez últimos años. Me he dedicado en cuerpo y alma a los demás y ahora necesito dedicarme a mí, a mi familia y a mi profesión. Creo que en política no se debe estar toda la vida. Respeto a quien se jubila en política profundamente, pero no creo que deba de ser así.
Ahora vuelve a la docencia, como profesora de Biología y Geología, ¿qué incorporará de los años dedicados a la política en las enseñanzas que impartirá a sus futuros alumnos?
Me va a venir muy bien la capacidad de oratoria que he adquirido estos años [risas], pero la asignatura es de ciencias. Quiero darles lo mejor de mí, explicar la asignatura de la mejor manera posible con las herramientas que nos aporta el sistema educativo.
Ganó las elecciones de 2015 tras más de quince años de gobierno del PP, siendo además la primera mujer alcaldesa de Águilas, ¿en aquellos tiempos parecía posible?
No creía que iba a ganar esas elecciones, sinceramente. Veníamos de un gobierno con un candidato del Partido Popular que era muy querido, que había sacado 12 concejales en 2011, una mayoría absoluta muy contundente. Sí que percibí en 2015 el desencanto de la ciudadanía y las ganas de cambio, pero no pensé que se fuera a traducir en las urnas.
¿Cómo recuerda esa noche electoral?
Fue una de las noches más emocionantes de mi vida. Ni yo ni la agrupación socialista en Águilas esperábamos esa victoria, por lo que fue muy celebrada. La compartí con mi familia y mis compañeros de partido. Habíamos trabajado muchísimo esos cuatro años en la oposición, de forma muy constructiva. Creo que eso lo percibió la ciudadanía.
En esa primera legislatura gobernó con IU, ¿cómo fue?
Fue un pacto de legislatura que fue bastante bien. Pusimos en marcha el banco de libros de texto, escuelas de verano para niños con discapacidad, trabajamos mucho en materia medioambiental. Fue una legislatura muy bonita.
En total, ha pasado por tres legislaturas, ¿con qué se queda de su gestión?
Me quedo con el cariño de la gente. Hace poco una señora vino a darme las gracias porque pusimos unos bolardos en la puerta de casa de su madre, que tenía una discapacidad, para que pudiera salir a la calle con su silla de ruedas [al no poder aparcar ya los coches]. Para ella, esto ha sido lo más importante porque ayudé a su madre a tener una mejor calidad de vida, a que pudiera salir de casa. Me quedo con eso.
¿Siente que hay cosas que le quedan por hacer?
Siempre hay cosas que quedan por hacer. Por eso, tiene que llegar el momento en el que parar. Cualquier cargo político tiene que tener la ambición de trabajar por su pueblo, su comunidad o su país, pero si tuviera que hacer todas las cosas que tengo en mente, no me podría ir nunca.
Háblenos de su relevo, Cristóbal Casado.
Cristóbal es un compañero con experiencia. Lleva diez años conmigo. Desde que ganamos las elecciones en 2015 ha tenido concejalías de mucha gestión. Conoce perfectamente el funcionamiento de la administración pública, el Ayuntamiento, el municipio, el tejido empresarial y asociativo. Es un chico joven que tiene muchas ganas de trabajar, mucha ilusión por seguir trabajando por Águilas, por terminar el proyecto de esta legislatura y bueno, quién sabe, continuar en la siguiente.
¿Será el candidato a las próximas elecciones?
El partido tendrá que valorarlo y abrir ese proceso. Esa es otra de las razones por las que he decidido irme ahora. No iba a presentarme como candidata para las elecciones del 2027 y los compañeros tienen que tener la oportunidad de mostrar su capacidad de gestión y encontrar al mejor candidato para dentro de dos años.
¿Cómo ha sido la oposición en los últimos diez años? En junio tuvo que condenar a los puteros porque el PP le pidió explicaciones después de que Águilas fuese nombrada en una conversación entre Ábalos y Koldo García.
En los últimos años, la crispación que vemos a nivel nacional y regional, en la política en general, se ha trasladado también a los municipios. La oposición en las localidades ya no trabaja por hacer propuestas constructivas, sino para trasladar los debates nacionales a los ayuntamientos, cosa que a los ciudadanos creo que les interesa poco. A los ciudadanos de Águilas lo que les interesa es que se hable de los problemas de Águilas, no de la financiación en Cataluña. Tampoco creo que el caso Koldo o Ábalos afecte mucho al día a día de los ciudadanos del municipio.
Han sido 10 años como alcaldesa de Águilas y 24 en el PSOE, ¿seguirá como militante?
Por supuesto, seré militante hasta mi último aliento. Quiero ser una militante de base y ayudar a mi partido en lo que necesite, siempre y cuando mi profesión me lo permita.
¿Se plantea asumir algún cargo en el seno del partido?
No está entre mis planes, otra cosa es que me necesiten para una campaña electoral o acompañar en algún acto del partido. Pero cargos no, han sido muchos. Creo que ya está bien.
¿Cómo ha sido este tiempo en el PSOE?
El Partido Socialista ha sido mi partido y lo seguirá siendo. Le he dado mi vida, mi tiempo, que es lo más importante que tenemos las personas. Y el PSOE me ha dado la oportunidad de ocupar los cargos que he ocupado. Sin ellos no habría sido doce años diputada regional, ni secretaria de organización del PSRM durante cuatro años, ni alcaldesa durante diez años.
En su día, apoyó a Susana Díaz, ¿cree que esto ha podido condicionar su relación con el partido?
Es posible, pero nunca he pensado en eso porque nunca he tenido ambiciones más allá de lo que me ofrecía en cada momento el partido. Apoyé a Susana [Díaz] en su momento y la volvería a apoyar porque creía que era lo mejor para el partido. Pero una vez que Susana perdió y ganó Pedro Sánchez, él era y es mi secretario general y el presidente del Gobierno. Soy una persona muy de partido, una vez acaba con el proceso de primarias, creo que todos debemos ir con el secretario general.
Su decisión de abandonar la alcaldía viene meses después de que Lara Hernández dejase la secretaría general del PSOE en Alcantarilla, ¿cree que es una situación es comparable?
Nada que ver, por lo que he visto su decisión se debe a cuestiones orgánicas, de no compartir ciertas opiniones. Me voy por una cuestión absolutamente personal, por un lado, y política, por otro, porque no voy a volver a presentarme como candidata.