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Arte para viandantes, el debate y ¿el vandalismo?

Un detalle del mapa elaborado por el Ayuntamiento de Pamplona con las esculturas municipales.

Garikoitz Montañés

Una estatua a Iñigo Arista, señor de Pamplona, decora una rotonda junto a la Universidad de Navarra. Mide más de 13 metros de altura, es obra de Juan Diego de Miguel y se instaló en 2003 por más de 58.000 euros. Quizá ese detalle de cuánto costó, si gusta más o menos, o por qué se decidió ubicarla en ese emplazamiento son debates habituales entre la ciudadanía, especialmente durante el tiempo que sucede a su estreno. Después, pueden convertirse en lugares fotografiados o simplemente ignorados, cuestionados por las personas a las que homenajean, rebautizados con un mote o redecorados por pintadas o grafitis. Ahora, para poner estas obras en valor, para evitar agresiones y fomentar su conocimiento, el Ayuntamiento de la capital navarra ha diseñado un plan con el que señalizarlas, promocionarlas y protegerlas.

El Consistorio, a través de una página web, ya ha dado a conocer sus detalles y ubicación. “A veces pueden parecer parte más del paisaje urbano, como si fueran árboles o bancos, y no nos damos cuenta de que son elementos artísticos”, apunta la directora municipal de Cultura, Teresa Lasheras. Pamplona cuenta en la actualidad con 100 esculturas al aire libre de las que 66 son de titularidad municipal. Por nombres, destacan contribuciones de artistas como Néstor Basterretxea, Vicente Larrea o Jorge Oteiza y, sin embargo, el autor importa poco cuando estas obras sufren pintadas o actos vandálicos. Eso sí, también se prestan al debate. Por ejemplo, en el caso del monumento de Fructuoso Orduna al general Sanjurjo, situado junto al Casco Viejo y no muy lejos del Parlamento foral, se optó en 1998 por retirar parte del conjunto (en concreto, la efigie al general) tras los reiterados ataques sufridos. En otras ocasiones, esas agresiones no tienen nada que ver con la memoria histórica.

La obra de Oteiza ubicada desde 1997 en el parque de Yamaguchi es, quizá, la más destacada, al usarse como banco y, a menudo, como pared para grafitis. El Consistorio se plantea ajardinarla, instalar una iluminación nocturna o, incluso, dotarla de videocámaras para mejorar su seguridad. Esta es, precisamente, la misma reclamación que realizó Rafael Huerta, el autor del monumento al encierro (situado en la avenida de Roncesvalles junto a Carlos III), quien lamentó que los viandantes sigan subiéndose a la peana para fotografiarse entre estos toros de bronce. Y eso a pesar de que pueden afrontar multas que rondan los 150 euros.

Desde el Ayuntamiento, sin embargo, se refieren precisamente a este caso como un ejemplo de que con pequeñas actuaciones se pueden lograr comportamientos más cívicos. Por ejemplo, con la instalación de carteles como los que se ubicaron en la peana de esta obra, que alertan de la prohibición de subirse a ella.

Recorridos y conferencias

En el caso de este proyecto en torno a las esculturas de la ciudad, bautizado como el plan de difusión y conservación de la escultura urbana, se prevé instalar una señalización sobre cada obra para dar a conocer sus datos principales (en la web no figura, eso sí, el coste o si fueron donadas), y también se organizarán visitas, conferencias, rutas y folletos turísticos. El plan arranca con una inversión este año de 62.000 euros y las primeras acciones se prevén para los próximos meses de marzo o abril.

Además, el Consistorio también se compromete a realizar un mayor control del estado y el posible deterioro de estos elementos artísticos. En 2014, por ejemplo, se actuó en la cruz de hierro de Constantino Manzana en la plaza de la Cruz, así como en la escultura de Carlos Ciriza bautizada como El mundo de los toros situada desde el año 2000 en el entorno de la plaza de toros. En 2015, por su parte, se prevén nuevas intervenciones en la estatua que realizó Eduardo Carretero a Pablo Sarasate en el parque de la Media Luna, que, por un acto vandálico, perdió el arco del violín, y en la mencionada obra de Oteiza en Yamaguchi, llamada Monumento espiritual. Un nombre simbólico pero no siempre respetado.

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