Tengo 64 años y estoy prejubilada. Mi hija tiene dos hijos, dos nietos preciosos a los que cuido a menudo. Pero siento que a veces ella cuestiona mi forma de cuidarlos: dice que les doy mucho dulce y que por qué les dejo ver tanto la tele. Yo quiero echar una mano pero no me apetece discutir con ella ni con su pareja. ¿Cómo lo hablo para no tener conflictos?
Abuelos y abuelas se encargan a menudo del cuidado de la infancia, según demuestran diversos estudios. El 35% de las personas mayores de 65 años cuida a sus nietos y nietas varios días por semana, según un informe de Aldeas Infantiles. Estos abuelos y abuelas dedican de media 16 horas semanales al cuidado de menores. Otro estudio reciente de Make Mothers Matter apunta que, a nivel europeo, abuelos y abuelas u otros familiares suponen la primera opción de apoyo al cuidado infantil en un 27% de los casos. En el caso concreto de España, ese porcentaje supera el 30%. Y un estudio de Malasmadres de 2024 apuntaba que siete de cada 10 mujeres recurre a las abuelas y abuelos cuando ellas o su pareja (si la tienen) no pueden atender los cuidados de la infancia.
“En un contexto laboral en que la conciliación familiar es un complicado juego de malabares, los cuidados de niños y personas dependientes son generalmente asumidos por las redes familiares. Es aquí donde la labor de estos abuelos es pieza clave para nuestra economía y nuestra sociedad”, apunta el estudio de Aldeas Infantiles. Aunque no todas las personas mayores tienen descendencia ni todas están dispuestas a cuidar, en el caso de que lo hagan pueden surgir conflictos con los cuidadores principales (padres, madres o tutores legales).
Es el caso de Pilar, la abuela que envía su pregunta el Consultorio de Nidos. Antes de dar una respuesta concreta, la psicóloga y terapeuta Beatriz Cazurro intenta contextualizar este tipo de situaciones: “Las condiciones de vida actuales hacen muy difícil la conciliación y muchos padres y madres recurren a sus propios padres para poder cubrir los tiempos que ellos no pueden cubrir. Algunos abuelos están muy dispuestos a hacer esta labor y otros están empezando a decir que no”, explica. En el caso de que surjan conflictos relacionados con el cuidado, aclara que “no hay una norma general” para resolverlos, sino que se trata de buscar “acuerdos de familia que tengan en cuenta las necesidades de cada una de las partes”. La psicóloga cree que, aunque en la teoría esto pueda parecer sencillo, en la práctica no lo es“.
No creo que en ningún caso sea cuestión de acatar órdenes, sino de escuchar los motivos por los que su hija pide lo que pide, y poder decir con sinceridad si bien por falta de energía, recursos o por una diferencia de opiniones lo van a poder sostener o no
Cazurro hace una propuesta a Pilar: “Lo que puede hacer es ser honesta con sus límites, sus necesidades y con lo que puede y no puede cumplir. No creo que en ningún caso sea cuestión de acatar órdenes, sino de escuchar los motivos por los que su hija pide lo que pide, y poder decir con sinceridad si bien por falta de energía, recursos o por una diferencia de opiniones lo van a poder sostener o no”, explica.
Equilibrio y negociación
Gregorio Gullón Arias es terapeuta y mediador familiar de la Unión de Asociaciones Familiares (UNAF). Por su experiencia profesional ha visto a menudo casos como este: “Muchas abuelas y abuelos se encuentran en la situación de cuidar a sus nietos y nietas bajo pautas o estilos de crianza muy diferentes a los que ellos mismos aplicaron como progenitores. Ajustarse puede ser un reto, pero hay formas de hacerlo sin perder su propio criterio ni el vínculo afectivo con los nietos y nietas, o que se genere conflicto con los progenitores”, asegura Gullón.
El experto apunta algunos consejos prácticos para abuelos y abuelas: “Escuchar y comprender las expectativas de los progenitores, pidiendo que te expliquen con claridad qué cosas son importantes para ellos (rutinas, alimentación, uso de pantallas, normas, etc.); negociar con cariño y respeto, entendiendo que el papel de abuelos y abuelas no es ahora decidir, sino acompañar; entender los nuevos modelos de crianza sin sentirte juzgado, evitando críticas directas o comparaciones con cómo se hacían las cosas antes; cuidar también de ti misma, entendiendo que atender a los nietos y nietas no debe implicar sobrecarga y que a veces necesitarás descansar”.
Por último, el mediador familiar apunta una clave para relacionarse entre abuelos y abuelas y padres y madres: “Debemos recordar el objetivo común, lo que todos queremos, que es el bienestar de los menores. Mantener ese objetivo compartido ayuda a sobrellevar las diferencias con más comprensión y menos tensión”, asegura.
Muchas abuelas y abuelos se encuentran en la situación de cuidar a sus nietos y nietas bajo pautas o estilos de crianza muy diferentes a los que ellos mismos aplicaron
Gullón cree que el objetivo debe ser conseguir un punto intermedio, buscando el equilibrio entre “el respeto a los progenitores, que son los que marcan la pauta como cuidadores principales”, y una autonomía “razonable” para abuelos y abuelas, “como figura de apoyo con su propio criterio y experiencia”. Pone dos ejemplos de ese equilibrio: “Si los progenitores no permiten gritos o no usan castigos físicos, la abuela y el abuelo no deberían hacerlo, aunque en su época eso fuera normal. Y si los padres dicen que los niños no coman golosinas, el abuelo puede respetar eso pero ofrecerles un postre casero o una merienda especial”, ilustra.
La psicóloga Beatriz Cazurro también cree que lo ideal sería llegar a acuerdos, pero reconoce que en la práctica eso no siempre se consigue. “La comunicación en muchas familias no es sencilla y existen muchos conflictos sin resolver, necesidades sin cubrir y dinámicas sin desvelar que hacen que esta labor sea complicada. Cuando las normas y los límites son diferentes con los padres y los abuelos, Cazurro cree que es importante que los niños y niñas sepan ”quién está al mando“. ”[Deben] saber que sus papás están de acuerdo con dejarles a cargo de los abuelos con lo que se haya pactado con ellos, incluso si en ese pacto los límites son un poco diferentes en un sitio que en otro, siempre que no suponga un perjuicio para el bienestar del niño. Se trata de evitar que se sientan en medio de un conflicto explícito o implícito entre padres y abuelos, viendo cómo unos compiten con otros por imponer sus normas o sus dinámicas“, asegura Cazurro.
El mediador Gregorio Gullón también apunta otra clave a tener en cuenta cuando los abuelos son más permisivos que los padres y madres. “Los abuelos y abuelas están para acompañar y reforzar la educación de los progenitores, transmitir valores y tradiciones familiares y dar amor, estabilidad y calma, sin tener que ser los principales responsables de poner límites todos los días”, aclara. Y asegura que “consentir” no puede significar “permitir cualquier cosa”. “Los abuelos y abuelas son una segunda red de afecto, no una segunda autoridad ni un contramodelo. Su papel no es oponerse a los progenitores, sino complementar la crianza desde el afecto y la experiencia”, redunda.
En su libro Atender lo invisible (Planeta, 2025), Beatriz Cazurro explica un concepto psicológico clave en este tipo de situaciones: la transparencia psíquica. “Es el proceso por el cual, a lo largo del embarazo y la maternidad, se reactivan asuntos y duelos pasados no resueltos”, detalla en su libro. Y amplía así el concepto aplicándolo a este caso concreto: “Muchos padres y madres se empiezan a dar cuenta de cómo ha sido su infancia al ver que a ellos les sale una forma de tratar a sus propios hijos muy diferente a la que han vivido en sus propias carnes, y desde ahí empiezan a hacerse visibles conflictos que hasta el momento no se veían con claridad. Pero también ocurre al contrario, algunos padres sufren mucho al ver cómo los abuelos cuidan del nieto de la forma que desearían que les hubieran cuidado a ellos. Con más cariño, paciencia, menos exigencia… Las relaciones son verdaderamente complejas y no hay pautas generales”, concluye Cazurro.