EH Bildu ya ha proclamado que de 'fracking' nada, que es el demonio vestido de gas pizarra, y que mejor prohibir por ley. El PP en Madrid nos dice que de evaluaciones ambientales, las menos, que mejor hacer una ley laxa en cuanto a controles.
Los socialistas tenemos dudas. Muchas. Y pocas respuestas. Por eso, tras unos meses de agitación y propaganda, de clara manipulación de los hechos y evidente apropiación partidaria de una preocupación ciudadana manifestada a través de una iniciativa legislativa popular, empieza el tiempo de hacerse preguntas para intentar encontrar respuestas.
Una de las preguntas, en qué consiste el 'fracking', ya ha sido reiteradamente respondida. Ha habido mucha información sobre esta técnica, aunque ante algo nuevo nada de eso sobra ni sobrará en el futuro. Pero ¿cuáles son sus riesgos? ¿cómo se miden? ¿hay estadísticas fiables de incidencias allí donde esta técnica se utiliza? ¿Los riesgos son los mismos en todas partes o afecta la composición de la roca, la distribución del gas por la misma, la existencia próxima o no de acuíferos, la presión con la que se ejerce la fractura?
A alguien le puede parecer que sólo hacerse estas preguntas supone cuestionar siquiera que existan riesgos. Pero a los socialistas nos parece necesario. No para hacernos expertos técnicos en materias que son especialidad de geólogos o ingenieros. Acabamos de ver cómo una práctica en la que tenemos larga experiencia, la de inyectar gas en almacenes subacuáticos, es la causa más probable de repetidos movimientos sísmicos en el Delta del Ebro. Lo que aquí parece que no ha sido un problema con la Gaviota, lo ha sido con el Castor en el Mediterráneo. Lo menos que uno puede hacer es preguntarse cómo es posible, qué diferencias y qué similitudes hay.
También es importante preguntarse el quién. ¿Quién ha favorecido el 'fracking'? ¿Qué empresas hay detrás? ¿Qué intereses económicos tienen? ¿Y quién ha elaborado los informes que minimizan los riesgos? ¿Con qué intereses? Pero igualmente hay que preguntarse a la inversa ¿Quién puede estar igualmente interesado en que el 'fracking' no se desarrolle? ¿Quién en que no se pueda obtener una fuente de energía distinta de la que usamos habitualmente?
Pregunta sobre intereses claros y ocultos que no puede tampoco ser pasada por alto. Sobre todo porque los más activos opositores al fracking ponen como ejemplo Francia, uno de los países más nuclearizados del mundo, con sesenta centrales en funcionamiento en un modelo que los socialistas no compartimos en absoluto.
Y llegamos a las preguntas que todos nos tenemos que hacer. ¿De dónde procede la luz que ilumina nuestras casas? ¿De qué central nuclear? ¿De dónde el gas que calienta nuestros hogares? ¿De qué pozo de extracción, cómo se obtiene, con qué garantías medioambientales? ¿De dónde y cómo el petróleo?
Un país serio, moderno, con vocación de progresar, con un peso esencial de una industria necesitada de energía, que está pagando un altísimo precio por la misma, no puede obviar hacerse esas preguntas. Cuando se depende en un 95 por ciento de fuentes externas a los recursos propios, si tiene un mínimo de preocupación medioambiental, tiene que hacerse muchas preguntas antes de llegar a conclusiones definitivas.
En Euskadi hemos sido capaces de lograr grandes consensos en la protección de la Naturaleza. Pero tenemos pendiente de resolver esta cuestión. La pasada legislatura aprobamos una Estrategia Energética que, a propuesta socialista, incluyó expresamente la cautela de que no se autorizaran explotaciones a través del 'fracking' mientras no haya garantías ambientales.
Pero la estrategia va más allá. Tenemos un campo abierto con la energía mareomotriz, con la procedente de las olas, con el desarrollo de fuentes renovables que aún tienen recorrido. Pero tendremos que hablar también de otros recursos aún no explotados.
Negarse sin más es un acto de cinismo. Miles de ciudadanos a través de sus firmas nos han trasladado al Parlamento un reto, que regulemos esas posibilidades de explotación de nuevos recursos. Y los socialistas estamos dispuestos. Creemos que es un debate necesario. Pero no podemos partir del “'fracking' no” o del “'fracking' sí”. Sigo haciéndome preguntas. ¿Hay técnicas alternativas al 'fracking' para capturar el gas que hay en nuestro subsuelo? ¿Qué riesgos tienen? ¿Y si nos limitamos a prohibir el 'fracking' y resulta que esas alternativas son tan dañinas o más que la prohibida? ¿Qué hacemos entonces? ¿O renunciamos sin más a nuevas fuentes de energía?
Los socialistas nos seguimos haciendo preguntas. Y nos llama la atención la seguridad con la que algunos sólo dicen “no” y son incapaces de resolver a todas las cuestiones planteadas en este artículo. Y denunciamos a quienes se escudan en la legítima preocupación ciudadana, que compartimos, para ocultar su despreocupación en tiempos precedentes. Porque es bueno que se sepa que quien ahora se arroga la representatividad de ciudadanos de toda tendencia política no haya presentado por sí mismo una propuesta para legislar al respecto.
Por nuestra parte, mientras no seamos capaces de resolver las preguntas anteriores, mientras no consigamos certezas, los socialistas vascos somos contrarios a la concesión de cualquier permiso para la exploración o explotación de recursos energéticos sobre los que no se tengan plenas garantías ambientales. Pero hay que reflexionar, estudiar el tema y trabajar. Nunca el no por el no fue una respuesta válida para los socialistas.
* Natalia Rojo es portavoz de Medio Ambiente del Grupo Parlamentario Socialistas Vascos-Euskal Sozialistak
Sobre este blog
Viento del Norte es el contenedor de opinión de elDiario.es/Euskadi. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.
