Enseñar menos, aprender más

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Durante el tiempo de gestación de la LOMCE del ministro Wert, hubo una primera fase de comparecencias, 50 en total, en la que expertos y representantes de los distintos sectores de la comunidad escolar pasaron por la Comisión de Educación del Congreso para exponer sus puntos de vista acerca de la situación de nuestro sistema educativo. Como diputado del Grupo Parlamentario Socialista y miembro de esa comisión, tuve la ocasión de intervenir con cierta asiduidad en las citadas comparecencias compartiendo opiniones, manifestando desacuerdos, solicitando aclaraciones o inquiriendo sobre puntos concretos de las exposiciones de distintos intervinientes.

El currículo fue un tema bastante recurrente en muchas de las intervenciones de los expertos educativos y, especialmente, la idea de que nuestro sistema educativo cuenta con un currículo demasiado sobrecargado y con una selección de contenidos bastante discutible. Algo que, por mi parte, comparto absolutamente y así lo hacía manifestar con una frase a la que tengo recurrido en más de una ocasión: “Debemos enseñar menos para que puedan aprender más”.

Con esa frase no pretendía otra cosa que mostrar la paradoja que representa para los docentes tener un currículo tan extenso que impide que podamos (permítaseme que señale mi condición de maestro) dedicarle el tiempo necesario a lo verdaderamente importante. Y un ejemplo muy claro y reconocible es lo que ha pasado con la lectura. El placer de leer ha quedado relegado en la escuela y sepultado por horas de contenidos que impiden dedicarle el tiempo necesario para disfrutar de los libros. Aprender a leer es algo más que juntar letras y sumar palabras, aprender a leer es un largo y bello proceso que nos llevará a disfrutar de la lectura, pero no hay tiempo en las aulas. Y menos aún, como diría un buen amigo, para la poesía.

Otra de las historias recurrentes en la tramitación de las leyes de educación son las reuniones con colectivos representantes de las distintas materias, áreas o asignaturas. Para todos ellos, y no dudo de su honestidad, su materia tiene una trascendencia enorme en la educación y necesitaría de una mayor presencia horaria. Si se hiciera caso a todas las peticiones, no llegarían las 24 horas del día para completar la jornada escolar. Sin duda, cada uno de nosotros tenemos nuestra propia selección de materias y contenidos que quisiéramos introducir en el currículo, pero más importante será disponer de un sistema vivo, dinámico y en permanente evaluación que permita corregir aquellas disfunciones que se perciban. 

Quizás lo dicho hasta ahora parezca una visión demasiado superficial de la realidad escolar, pero sinceramente creo que se acerca bastante a lo que ocurre en nuestras escuelas e institutos. De ahí la extraordinaria importancia que cobra la fase de diseño del currículo educativo y, en especial, de lo que ahora se denomina “Perfil de Salida de la Educación Básica”, esto es, el conjunto de competencias clave que todo el alumnado debe adquirir y desarrollar durante su paso por la etapa de escolaridad obligatoria. Gran parte del éxito escolar que todos deseamos estará en función del acierto en la selección.

El pasado viernes, en el Ministerio de Educación y Formación Profesional, se procedía a la presentación de las bases del nuevo currículo que se implantará en el curso 2022-23 en nuestro sistema educativo. Un nuevo currículo que sin duda será la clave de bóveda de la nueva Ley de Educación y que basa en las Competencias Clave definidas por la Unión Europea y la Agenda 2030. Señalaba la ministra de Educación, Isabel Celaá, en su intervención que “nos jugamos mucho” en esta misión. Y no cabe duda de que así es.

Los más veteranos nos acordaremos del Informe Faure para la UNESCO, coordinado por Edgar Faure en el año 1972, y que lucía el magnífico título de “Aprender a ser”. Ya en ese informe se decía que la enseñanza debe consagrar un esfuerzo menor a la distribución y al almacenamiento del saber adquirido (aunque sea preciso desconfiar, en este dominio, de las exageraciones) y prestar una mayor atención al aprendizaje de los métodos de adquisición (aprender a aprender)”. El nuevo currículo por competencias clave parece atender a esta indicación, que así sea.