64.000 ojos examinando cuerpos de mujeres

24 de agosto de 2025 22:26 h

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Facebook ha cerrado un grupo en Italia formado por 32.000 usuarios y en el que centenares de hombres compartían fotos de mujeres en momentos de intimidad. Mujeres de todas las edades: esposas, parejas, amigas, amantes, puede incluso que familiares. Mujeres expuestas en ropa interior, en habitaciones reconocibles, en lugares reconocibles, con partes de sus cuerpos reconocibles, en un grupo público y al que, por tanto, podía tener acceso cualquiera. Un grupo que, como agravante, llevaba abierto desde el año 2019 sin que Facebook lo hubiese cerrado. Mujeres de las que se describía su “desempeño sexual” con detalle, como si fuesen una especie de ganado erótico para consumo popular. Mujeres algunas pixeladas, con su cara o tatuajes tapados, otras no. El grupo en cuestión se llamaba “Mia moglie”, mi esposa, en italiano, y ya no existe.

Según publica el Corriere Della Sera, todo ese asunto está ya en manos de la Fiscalía italiana porque en apenas dos días desde que tuvo constancia de la existencia del grupo ya han sido presentadas más de 3000 denuncias. La denuncia es esencial porque los delitos que podrían imputarse (por ejemplo, el de pornovenganza) solo pueden perseguirse en Italia a través de una denuncia presentada por la víctima.

El Corriere Della Sera ha hablado con alguna de las mujeres expuestas en el grupo. Una de ellas describe que su pareja reconoció haber subido la foto suya como una broma, un juego, un entretenimiento sin importancia entre usuarios anónimos. Como quien echa una partida de rol online, un pádel después del trabajo con los colegas. “Pero ¿cómo puede ser un juego tomar fotos privadas, momentos de la vida real, y compartirlos con desconocidos? Siento que mi vida ha sido expuesta como si fuera un objeto”, dice esa mujer según el medio italiano. No solo es la traición, describe, también es la vergüenza, la sensación de vulnerabilidad.

Ahora imagina que una de esas mujeres hubieses sido tú. Descubrir que tu pareja o una persona en la que confiaste ocasionalmente te fotografió en un momento íntimo o vulnerable y lo convirtió en un entretenimiento sexual para extraños. Tu cuerpo expuesto, simple carne al servicio del espectador, pero no por un desconocido o un perturbado, sino por cortesía de alguien a quien quieres o en quien confiabas de algún modo.

Not all men, por supuesto, pero 32.000 usuarios que participaban o simplemente miraban, como si solo mirar eximiese de alguna forma. Y aquí el enfoque del consentimiento es importantísimo porque no debería importar si los hombres que compartieron esas fotografías pretendían dañar a la víctima, quizá por venganza, quizá porque habían tenido una discusión, porque los habían dejado o les habían hecho daño; o si simplemente lo hicieron por entretenimiento, por resaltar su hombría, cualidad inherente a la conquista, por cazar un puñado de likes o por alguna clase de morbo o filia. No debería importar el fin porque desvía la atención del daño real de exhibir imágenes íntimas de las mujeres sin consentimiento.

Un usuario escribía en los comentarios de una de las fotografías: '¿Por qué iba a darle vergüenza que publiques esto? A las mujeres les suele gustar presumir'. Presumir. Nuestro cuerpo para ellos. Pero no para alguien a quien quieres o a quien pretendes excitar explícitamente, sino para un enorme grupo de desconocidos agazapados tras grises usuarios anónimos. Y lo peor es tener la certeza, porque la tenemos, de que en Telegram, en el mismo Facebook o en algún otro lugar de la red habrá más grupos como estos. Lo peor es tener la certeza de que para muchas de esas mujeres el momento de descubrirse vulneradas de ese modo era absolutamente inimaginable y que, por tanto, también podría haberte pasado a ti.