A Bárcenas no le gustan los puros de Soto del Real
El extesorero del PP, Luis Bárcenas, ha recurrido a una figura habitual de los centros penitenciarios denominada el demandadero para que le haga llegar los puros que luego se fuma en la cárcel madrileña de Soto del Real, según han informado a Europa Press fuentes conocedoras de la situación del preso.
En el economato puede adquirir farias a un precio que ronda en torno a un euro la unidad, pero estos no parecen ser de su agrado. Así, Bárcenas ha recurrido al demandadero, una función legal y que desempeñan personas que no son ni presos ni funcionarios de prisiones.
En concreto la labor del demandadero consiste en recibir las peticiones de los presos sobre objetos que no se pueden adquirir entre la oferta del economato de cada módulo, pero que tampoco están prohibidos por el centro penitenciario.
Las fuentes consultadas explican que es muy habitual acudir al demandadero cuando algún preso quiere, por ejemplo, una radio, unas zapatillas de deporte o, en el caso de Bárcenas, puros. Las familias también pueden llevar objetos a sus familiares, pero en ocasiones el demandadero es más rápido y directo.
Como sucede con los productos del economato, el precio que cuesta aquello que se encarga al demandadero también se le descuenta al preso de la cuenta de peculio con la que opera en prisión y que tiene un límite de gasto de 80 euros mensuales.
En pantalón corto, zapatillas de deporte y camiseta
Las fuentes consultadas insisten en que Bárcenas hace vida normal en prisión y no ha tenido problemas con ningún interno. Mas bien al contrario: tiene trato con casi todos, aunque por el momento no cuenta con un grupo de amigos fijo. Su atuendo habitual consiste en una zapatillas de deporte, un pantalón corto y camiseta.
Asimismo, las fuentes consultadas indican que además de las visitas de los abogados Miguel Durán y Javier Gómez de Liaño —a quien Bárcenas ha encomendado su defensa jurídica— han sido varios los letrados que han visitado al interno para ofrecerse a defenderle.
Un preso puede hablar con varios abogados hasta que decida cuál le puede llevar la causa y esas reuniones no se pueden intervenir por parte de los funcionarios. No tienen tampoco límite de tiempo ni de frecuencia, es decir, un letrado puede visitar las veces que considere oportuno a su cliente y el tiempo que considere.
Estas comunicaciones se hacen con un cristal entre el abogado y el preso, pero tienen una pequeña ventanilla por la que el interno puede pasar papeles a su representante.