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Sánchez abraza el credo de la socialdemocracia y estrena un PSOE sin apellidos ni familias

El presidente del Gobierno y secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, saluda ante el Plenario en la clausura del 40 Congreso Federal del partido.

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Un congreso socialista que reivindica la socialdemocracia clásica no se veía en España desde hace lustros. Y un Pedro Sánchez que abrazara con entusiasmo, sin ambages y sin titubeos, las esencias de la misma, menos. Quizá la victoria del SPD en Alemania haya tenido algo que ver en tanta exaltación de orgullo por la pertenencia a la familia. O quizá haya sido la pandemia y la crisis la que ha hecho a los socialistas más reconocibles. El secretario general del PSOE pretende erigirse  en referente de lo que muchos creen ya un cambio de paradigma en Europa. Lo ha hecho en la clausura del cierre del 40º Congreso Federal del PSOE con una de las intervenciones más ideológicas que se le han escuchado hasta ahora. Atrás quedan los complejos ante Podemos y los encendidos debates sobre si los socialistas eran o no la izquierda pata negra. De este cónclave en lo ideológico salen más “socialdemócratas” y sin moverse un milímetro del marco de la Constitución del 78. Y en la interna, sin apellidos y sin familias. El “sanchismo” ya no existe. Existe el PSOE de siempre, el de González, el de Zapatero, el de Sánchez y el de Pablo Iglesias (Posse). 

Y es que tras las brutales consecuencias socioeconómicas de la pandemia, en el PSOE ha visto una oportunidad para aquellos líderes que han emergido como responsables solidarios en la búsqueda de soluciones contra la desigualdad en sus diferentes ángulos y en favor de la protección sociosanitaria y laboral de los trabajadores y las clases medias. Sánchez se considera uno de ellos, después de que la pandemia haya vuelto a situar el foco en la necesidad de lo público y de las políticas keynesianas para salir de la crisis económica. 

“Dijimos que subiríamos el salario mínimo, y lo hicimos. Dijimos que los jubilados no perderían poder adquisitivo, y lo hicimos. Dijimos que aprobaríamos un Ingreso Mínimo Vital para luchar contra la pobreza infantil, y lo hicimos. Dijimos que protegeríamos a los trabajadores y a las empresas ante la pandemia y cumplimos con los ERTE, las ayudas a los autónomos y las ayudas directas y los avales a las empresas. Todo eso hicimos”, afirmó ante una militancia entregada ante la que explicó las que serán sus próximas coordenadas.

Ni sorpasso ni pasokización

No es que la socialdemocracia haya vuelto porque, como dijo el valenciano Ximo Puig, “siempre ha estado ahí”, pero sí ha llegado el momento al menos de que Sánchez la reivindique sin mirar de reojo a la izquierda de su izquierda, como hizo para ganar las primarias internas de 2017 y las elecciones generales de 2019. Todo porque el sorpasso nunca fue tal; porque al PSOE no le ocurrió lo que al Pasok aunque se pronosticó; porque la pandemia ha despertado la necesidad de más Estado; porque el momento obliga a poner por delante a las personas y no a los mercados y porque en este nuevo marco la socialdemocracia se siente cómoda y con ella el presidente del Gobierno de España.

Sánchez afirma que la acción de su gobierno forma parte del corazón de la propuesta que representa la socialdemocracia y recuerda que hoy, a pesar de los «agoreros sobre su futuro», los países más avanzados vuelven a defender los postulados de la socialdemocracia. Y defiende que en España, los socialistas “hemos hecho esas reformas que han mejorado la vida de las personas y la historia de España”, pese a que durante muchos años “soportamos críticas por ser socialdemócratas. Y,  ahora, resulta que los que nos acusaban de ser socialdemócratas nos reprochan no serlo lo bastante”.

“Pues aquí estamos -prosiguió- 142 años después sirviendo al ideal político más avanzado de la historia, al ideal de la igualdad, de la democracia y de la justicia social. Siglo y medio después estamos donde siempre estuvimos, con el mismo nombre y los mismos ideales”. Porque es aquí, sostuvo, desde donde se cambia de verdad el mundo, “con más persuasión que con gritos, más con la fuerza de la perseverancia que con llamaradas de cólera”.

A diferencia de en la anterior crisis financiera de 2010, esta vez el Estado, lo público y hasta la UE, dijo el líder del PSOE, “está cumpliendo el papel para que el que nació como instrumento de justicia, de solidaridad y de prosperidad compartida. Esta vez la respuesta a la crisis sanitaria, económica y social ha sido una respuesta socialdemócrata. Y, ahora, a la salida de la crisis, en todos los países nórdicos, en Alemania, en Italia, en Portugal y en España las sociedades europeas estamos haciendo una apuesta por la socialdemocracia”. Hasta en medio centenar de ocasiones mencionó el ideario político para contraponerlo al “egoísmo neoliberal y el fundamentalismo del mercado que han fracasado a la hora de ordenar la economía y la vida de las personas”.

“Nos decían que la socialdemocracia estaba en crisis. ¿Y cómo están ellos? ¿Su modelo es la Hungría de Orbán? ¿Los EEUU de Trump? ¿El Reino Unido del Brexit? Quienes están en crisis son quienes impulsaron políticas que aumentaron la desigualdad. Un gran número de europeos defienden el valor de lo público”.

Coordenadas aparte, el PSOE ha vivido desde el viernes uno de los congresos mas plácidos que se recuerdan. Sin sobresaltos, sin debates internos y sin tensiones. Unos lo atribuyen a la voluntad de Sánchez de cerrar para siempre las heridas que dejaron abiertas las primarias de 2017 y la reconexión con el PSOE de siempre escenificada con la imagen de González, Zapatero y Sánchez juntos; y otros, a que el socialismo sale de este cónclave sin moverse un milímetro de la Constitución de 1978 en sus aspectos nucleares. Esto es sin cuestionar el papel de la Corona y sin veleidades sobre la idea de la plurinacionalidad del Estado que tanto ruido interno causó en anteriores cónclaves. 

Sincronía entre Gobierno y PSOE

Un Sánchez pletórico logra, no sólo la consolidación de su liderazgo en su tercer mandato al frente del PSOE, sino también un apoyo del 95 por ciento de los delegados del cónclave para su nueva dirección federal. El presidente quiere una absoluta sincronía entre el Gobierno y la Ejecutiva federal y por eso ha incluido en ella a seis ministros, entre los que destaca el titular de Presidencia, a quien ya todos conocen para su desagrado por “súper Bolaños”. El apodo lo improvisó Zapatero y responde a la acumulación de poder de Felix Bolaños, convertido en nuevo hombre fuerte del Gobierno sin ostentar ninguna vicepresidencia. Será sin duda el hilo conductor entre Gobierno y partido.

Con la defenestración de Susana Díaz en las primarias frente a Juan Espadas, se reactiva también la conexión Ferraz-Andalucía, que se cortocircuitó desde el primer día en que Sánchez llegó a la secretaría general y la ex líder del socialismo andaluz se empeñó en hacerle la vida imposible para disputarle el liderazgo nacional con una miopía más que evidente sobre sus límites personales y políticos. Con Espadas todo será distinto. De hecho, no es casualidad que la andaluza sea la federación con mayor representación en la nueva Ejecutiva con nueve miembros, entre ellos, Felipe Sicilia, que será el nuevo portavoz. Catalunya gana también peso con cuatro representantes, uno más de los que tenía mientras que Madrid contará con seis miembros y Valencia, con cuatro.

Más allá del peso de cada una de ellos en relación a sus 42 miembros, lo insólito es que no haya habido tensión alguna entre los territorios y Ferraz, algo más que habitual en este socialismo tan dado a la euforia y el entreguismo como a la depresión y la crítica. Sánchez ha conseguido al fin una paz orgánica que no había en el PSOE desde que Zapatero dejase la secretaría general. Sabe que cuenta con un cheque en blanco del partido para transitar por dónde se le antoje, que nadie cuestionará sus decisiones y que con la reconexión emocional y política con los tótem y con los territorios no quedan apenas ya voces críticas. Por eso ha podido hacer la dirección federal que ha querido. Con cuotas territoriales, sí, pero no por imposición sino por el afán de reconstruir la unidad interna. Y por eso se ha permitido olvidar y reclutar para su equipo en Moncloa al más proscrito de los dirigentes entre el sanchismo, el exportavoz parlamentario Antonio Hernando, tal y como ha adelantado eldiario.es.

Así fue cómo este fin de semana Pedro Sánchez sucedió a Pedro Sánchez en el 40º Congreso Federal. La pregunta que sobrevuela ya es: ¿Y después de él?

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