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Sánchez incorpora a Antonio Hernando a Moncloa y cierra el círculo de la unidad del PSOE

Pedro Sánchez y Antonio Hernando en una imagen de archivo.

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Vuelven “Los chicos de Blanco”. Eran tres y sólo uno coronó la cima. La política les unió primero y la política les separó durante años. Un convulso Comité Federal, una moción de censura, una gestora en el partido,  el “no es no”, las primarias, los egos, las luchas intestinas… La vida misma. Pedro Sánchez, Óscar López y Antonio Hernando, tres jóvenes socialistas cuyo aterrizaje en la vida pública coincidió en el tiempo, primero en Bruselas y después en Madrid, volverán a trabajar juntos después de cuatro años de distanciamiento político y hasta personal. Durante años lo hicieron en la fontanería socialista bajo la batuta del ex vicesecretario general José Blanco. Ahora, lo harán en La Moncloa, donde el pasado julio Sánchez incorporó como jefe de gabinete del presidente a López y ahora suma a Antonio Hernando como director adjunto para completar el equipo de estrategia política con el que el presidente afrontará la segunda mitad de la legislatura.

Habrá opiniones para todos los gustos sobre el inminente fichaje. Dará que hablar, seguro. A unos les gustará. A otros les pondrá en alerta. A todos, dejará boquiabiertos. Pero Sánchez ha interiorizado como nadie lo de la unidad del partido, y la incorporación de Hernando es el síntoma definitivo de su firme voluntad de cerrar heridas, incluso las más profundas, que nunca son políticas, sino personales.

La idea de que Hernando se sumara al nuevo equipo “monclovita” la desechaban hace tan solo unas semanas en el núcleo más cercano de Sánchez en el partido, donde aseguraban que una cosa era la incorporación de Óscar López, con quien la fractura nunca fue tan profunda, y otra, el fichaje de Hernando. A este último no le perdonan los más “sanchistas” de Ferraz que se quedara en la sede del partido la convulsa noche del Comité Federal que precipitó la caída de Sánchez y que defendiera, después, la abstención en la investidura de Mariano Rajoy, algo sobre lo que el líder del partido ha pasado página a tenor de las últimas señales. No en vano el presidente del Gobierno y secretario general del PSOE ha consolidado en estos cuatro años un liderazgo incuestionable, reconocido ya hasta por el sempiterno crítico Felipe González en el cónclave del pasado fin de semana.

Sánchez, López y Hernando tuvieron un pasado compartido durante su juventud en el Parlamento Europeo y una amistad a prueba de bomba que saltó por los aires con las primarias del PSOE. De todos, el hoy presidente del Gobierno era quizá al que menos porvenir político auguraban los otros dos. Se equivocaron. Ahora, en este nuevo PSOE de “paz y amor”, el presidente vuelve a sus orígenes emocionales y cuenta para su núcleo duro con quienes fueron sus amigos inseparables y compañeros de batalla en el partido hasta que las primarias de 2017 les produjeron, más aún que al resto de los socialistas, una profundísima herida.

Igual que López, que reconstruyó su relación con el presidente hace meses, Hernando retomó también el contacto poco a poco desde que Zapatero irrumpiese como asesor en la sombra del Gobierno. De hecho, se especuló con su posible “resurrección” ya en julio cuando Sánchez decidió “volver” al PSOE, contar para su nuevo equipo con el socialismo clásico y recuperar algunas caras que él mismo había apartado años antes de la primera línea por no haberle apoyado en su competición orgánica frente a Susana Díaz.

Hernando, que dejó la política y creó con José Blanco —mentor de los tres socialistas— una firma de consultoría bajo la marca Acento Public Affairs, se sumará ahora al gabinete del presidente en el puesto que deja libre María Llanos Castellanos, que se incorpora a la Ejecutiva Federal como responsable de Justicia, Relaciones Institucionales y Función Política. López, que la incorporó como adjunta a la dirección del gabinete del presidente, no ha terminado de conectar con quien fuera también presidenta de Patrimonio Nacional, de perfil más técnico que político, y ha decidido arrastrar a su amigo Hernando a su lado. 

El fichaje lleva días ultimándose, pero ni Sánchez ni López querían que trascendiera durante el congreso federal hasta buscar encaje a Llanos Castellanos, que no estaba siquiera al tanto del nombre de su sustituto cuando Sánchez le comunicó el viernes que su aventura en Moncloa terminaba apenas tres meses después de haber empezado. Con ella saldrán también sus colaboradores más cercanos, así como varios de los afines a Iván Redondo que aún permanecen en el complejo presidencial. 

“Le vamos a nombrar este martes como jefe de gabinete adjunto. Es un gran político y debemos tener a los mejores”, ha expresado Sánchez en una entrevista en la Cadena Ser. “Es importante que para el PSOE que esté en condiciones de competir electoralmente para poder gobernar”, ha aseverado.  

Fin de etapa, por tanto, en todos los sentidos. El presidente ha pasado página del “redondismo” antes incluso de lo que lo ha hecho el que fuera su jefe de gabinete, que anda por los platós reivindicándose como spin doctor y construyendo su propia narrativa sobre su destitución y su actual relación con el presidente.  Vuelven los “chicos de Blanco” y vuelve el “zapaterismo”, cuyos principales colaboradores pululan de nuevo por los pasillos de La Moncloa y han despertado ya algún recelo entre el extinto “sanchismo” de Ferraz, donde son conscientes de que la estrategia política para las próximas elecciones generales está ya en manos de López y pronto también en las de su inseparable Hernando.

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