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Sesión baldía en la comisión Kitchen para aclarar el espionaje a Bárcenas

Sesión baldía en la comisión Kitchen para aclarar el espionaje a Bárcenas
Madrid —

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Madrid, 13 may (EFE).- La octava sesión de la comisión Kitchen se ha topado con los escuetos testimonios de sus dos protagonistas. El que fuera jefe operativo de la Policía con el PP Eugenio Pino ha negado que existiera la operación y que el Gobierno de entonces le ordenara “nada”, mientras que Rosalía Iglesias, esposa de Luis Bárcenas, ha preferido guardar aún más silencio.

Ni el primero, investigado en la causa y que otros imputados apuntan como el responsable policial que ordenó vigilar a la familia del extesorero del PP en busca de documentos sensibles para el partido, ni la segunda, víctima precisamente de ese supuesto espionaje, han desvelado ningún estresijo de este supuesto dispositivo parapolicial.

El primero en someterse a las preguntas de los diputados ha sido el comisario Pino, quien ha dejado claro desde el principio que no contestaría a ninguna de las preguntas de los portavoces porque la comisión es de naturaleza “política” y tiene derecho a no responder. “Ni a un saludo”, ha llegado a decir, aunque finalmente ha acabado pronunciándose sobre este presunto operativo para negar su existencia.

“No nos ordenaron nada por parte del Gobierno de entonces ni de la Kitchen ni de Cataluña”, ha indicado a preguntas del diputado de EH Bildu Jon Iñarritu, que ha sido el que ha corrido más suerte y quien más palabras ha sacado a Pino.

El exDAO, que ha terminado reconociendo que se ha “pasado un pelín” con sus afirmaciones, ha explicado que, al ver que en la prensa que se hablaba de esa supuesta Operación Kitchen, preguntó al excomisario y también imputado José Villarejo por ese nombre: “Me dijo: 'Alguna cosa hay que decir'”.

Éstas han sido las únicas explicaciones que ha dado Eugenio Pino a los portavoces, pese al empeño de algunos, que le seguían dirigiendo preguntas con el objetivo de discernir si, como ha declarado ante la Audiencia Nacional el comisario Enrique García Castaño (también investigado), fue Eugenio Pino quien ordenó la operación Kitchen.

“Sin comentarios”, “no voy a responder” o “no voy a contestar” han sido las respuestas reiteradas del exmando de la Policía, quien, con mascarilla negra y una bandera de España estampada, ha recibido las críticas de los diputados por su actitud no solo “poco colaborativa” sino también por su displicencia y falta de atención.

Los momentos más tensos se han vivido cuando el portavoz de ERC, Gabriel Rufián, ha tomado la palabra y ha adelantado que le haría pasar “un mal rato” en un interrogatorio que ha recordado por momentos al que le hizo hace ya tres años en otra comisión, la que investigó el supuesto uso político de medios policiales contra políticos independentistas.

Sobre todo, cuando Rufián le ha vuelto a preguntar si se considera un patriota, como dijo aquel 5 de julio de 2017. “Sin duda, sí”, ha contestado Pino, que ha vuelto a repetir, como hizo entonces, que haría “todo por España” y que “hacer todo es todo”.

“¿Todo? ¿Más allá de la ley?”, le ha inquirido Rufián; Pino ha respondido: “En ese caso, seguramente ley no existiría si tuviéramos que hacer todo por España”.

No ha querido ir más allá el antiguo mando policial, quien, tras un “sin comentarios”, se ha apoyado en el respaldo de su asiento y se ha cruzado de brazos, pese a los intentos de Rufián, que ha terminado catalogándole de “rémora para este país”.

Tras Pino, ha llegado el turno de una de las principales perjudicadas de ese presunto espionaje, Rosalía Iglesias, que tampoco ha querido responder a la gran mayoría de las cuestiones planteadas, pese a su interés en que “se descubra la verdad hasta el final” y en que “esto no quede impune”, al tratarse de una causa judicializada y con una parte secreta.

Por videoconferencia desde prisión y acompañada de su abogada, sí ha admitido haber temido por su integridad física y la de su familia ante unos episodios “tremendos”, tan graves que acabaron con la condena de la persona que se hizo pasar por sacerdote para entrar en su casa y retenerla a ella y a su hijo, revólver en mano.

Rosalía Iglesias, que ha lamentado que no se diese “importancia” a este episodio “porque era la familia de Luis Bárcenas”, ha dicho que en su momento no se enteró de que habían entrado en su estudio, ubicado en la calle Díaz Porlier de Madrid, del que, ha afirmado, tenía llave Sergio Ríos, su chófer aquellos años y que más tarde se ha descubierto que fue captado como confidente policial para la operación.

Esa entrada en el estudio es uno de los principales capítulos que se investigan en torno a esta operación diseñada entre 2013 y 2015, unos años en los que, según ha admitido Iglesias, vivió “una situación complicada cada día”, aunque no sabría decir si se sentía “vigilada”.

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