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Urkullu elige al primer mediador con ETA para encargarse de la política de paz

Urkullu recibió en Ajuria Enea al diputado general guipuzcoano, Martin Garitano.

Carlos Fonseca

El lehendakari Iñigo Urkullu ha elegido a Jonan Fernández para encargarse bajo su dependencia directa de la política de paz, convivencia y víctimas del nuevo Gobierno vasco. El que fue líder del movimiento ciudadano Elkarri, primer mediador con ETA y actual director del centro de estudios Baketik, gestionará el fin definitivo de la banda, la reconciliación de la sociedad vasca y el reconocimiento de las víctimas del terrorismo.

Jonan Fernández vuelve así a la primera línea de la política vasca, tras siete años dedicado a difundir la cultura de la paz, y veinte desde que, como líder de Elkarri junto a Vittor Aierdi, iniciara su papel como mediador entre ETA y el último Gobierno de Felipe González con el objetivo de alcanzar el final dialogado de la violencia.

Procedente de la izquierda abertzale (fue candidato de HB en Tolosa en las elecciones municipales de 1987) el nacimiento de Elkarri a finales de 1992 le granjeó las críticas de los gobiernos central y vasco, que le acusaron de ser un 'tapado' de HB, y de la propia izquierda abertzale, que pronto descubrió que el movimiento ciudadano no iba a someterse a sus directrices. 'No violencia, diálogo, acuerdo y consulta social“ fue su lema de trabajo y con el que intentó abrir una vía de contacto entre el Gobierno y ETA tras el fracaso de las conversaciones de Argel en 1989, por un lado, y entre los partidos políticos vascos por otro.

El proceso arrancó con varios encuentros informales con el entonces presidente de los socialistas vascos, Txiki Benegas, a quien conoció a través de un amigo común: Pablo Muñoz, exdirector de Egin y años después fundador del Grupo Noticias. Las entrevistas entre ambos dieron paso a un primer viaje a la República Dominicana, donde estaban deportados varios dirigentes de la banda terrorista, entre ellos Eugenio Etxebeste 'Antxon', con quien se entrevistó en varias ocasiones pese a la oposición de la dirección de ETA en la clandestinidad.

La viceministra de Interior en el último Ejecutivo de Felipe González, Margarita Robles, fue su última interlocutora en el Ejecutivo central. La victoria electoral del PP en 1996 cambió radicalmente la política antiterrorista del Gobierno, y pese a que su relación con Jaime Mayor Oreja, titular de Interior en el Gabinete de José María Aznar, fue cordial, su oposición al diálogo con la banda le restó protagonismo. No ocurrió lo mismo con el lehendakari Juan José Ibarretxe, que le consideró siempre un interlocutor preferente.

Como líder de Elkarri, fue uno de los promotores de la declaración de Lizarra que precedió a la declaración de una tregua indefinida de la banda terrorista en septiembre de 1998. La ruptura de aquella en diciembre del año siguiente abrió paso a una ofensiva terrorista que se prolongó hasta 2005. En ese periodo el movimiento ciudadano organizó dos conferencias de paz con la intención de sentar en la misma mesa a representantes de los partidos vascos, pero nunca consiguió el apoyo de todos.

Su método de trabajo consistía en buscar en primer lugar lo que unía a los interlocutores para generar un clima de confianza, y abordar después los temas más conflictivos para intentar alcanzar un acuerdo de mínimos a partir de cual continuar trabajando. Con el paso de los años, Elkarri dirigió también su atención hacia el reconocimiento de las víctimas, una labor de la que se había ocupado casi en exclusiva otro movimiento social, Gesto por la Paz.

La Asamblea de Elkarri decidió a finales de 2005 dar por concluida su labor y dejar paso a un nuevo movimiento ciudadano, Lokarri, bajo la dirección de Paul Ríos, uno de los colaboradores de Jonan Fernández. La nueva organización se marcó como objetivo desarrollar el proceso de paz que Elkarri había iniciado. Ríos fue el promotor de la Conferencia de Paz de Aiete, celebrada el 17 de octubre de 2011, que dio paso tres días después al anuncio por ETA del “cese definitivo de la actividad armada”.

Jonan Fernández llevaba siete años alejado de la primera línea de la política como responsable de Baketik, una fundación ubicada en el santuario de Arantzazu que se dedica, entre otros objetivos, a la “transformación ética de los conflictos” y a promover una cultura de paz y convivencia. Pese a su retiro voluntario, participó recientemente en al menos una charla, junto a otros ponentes, con los presos de ETA encarcelados en la prisión alavesa de Nanclares de Oca, los primeros que pidieron a la banda que dejara de matar.

El nombramiento de Jonan Fernández para el área de paz y convivencia del Gobierno vasco supone la unificación en un solo departamento de la anterior Dirección de Atención a las Víctimas del Terrorismo, dependiente de la Consejería de Interior, al frente de la cual estuvo hasta su reciente dimisión Maixabel Lasa; del departamento de Derechos Humanos, de la Consejería de Justicia, y del papel del comisionado para la Convivencia Jesús Loza, nombrado hace solo unos meses por el exlehendakari Patxi López, que apenas ha tenido tiempo para poner en marcha sus proyectos.

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