MEMORIA HISTÓRICA
“Ponemos fin a esta herida, pero el dolor sigue”: Sevilla cierra Pico Reja, la mayor fosa común franquista abierta en España

Nombres de víctimas franquistas que pudieron ser sepultadas en Pico Reja.

Antonio Morente

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“Por mi abuelo, que dejó nueve huérfanos”. La frase se acompaña de una paletada de tierra que cae en un pequeño agujero excavado y en el que resalta el rojo de varios claveles, la forma simbólica con la que Sevilla ha clausurado este martes la fosa común franquista de Pico Reja, la mayor abierta en España y la más importante en Europa occidental desde la de Srebrenica en Bosnia Herzegovina tras la guerra de los Balcanes. Han pasado más de tres años, 1.128 días en concreto, desde que en enero de 2020 se empezó a trabajar en este rincón del cementerio hispalense de San Fernando en el que se sabía que se acumularon los cadáveres de la represión franquista –Sevilla no fue zona de guerra como tal–, pero ni se imaginaba que tantas: las previsiones hablaban de 850 represaliados, pero al final han sido 1.786, más del doble. Y ahora el objetivo es ir a por la de Monumento, ubicada a tiro de piedra y que en teoría es todavía más grande con hasta 2.600 víctimas.

“Se han superado todas las previsiones del horror”, desgranaba Miguel Guerrero, cuyo abuelo –que se llamaba igual– fue uno de los integrantes de la columna que llegó desde la cuenca minera de Huelva al día siguiente del golpe de Estado para salvar Sevilla del general golpista Queipo de Llano y que fueron traicionados en La Pañoleta. Aquel Miguel Guerrero entró en la mina con 13 años y cuando puso rumbo a la capital hispalense tenía 41 y era capataz, y precisamente los metales pesados acumulados en su cuerpo tras tantos años de brega fueron la clave para identificar a buena parte de aquel grupo. Los restos no tienen nombres y apellidos, a la espera de si hablan unas pruebas de ADN que van a un ritmo demasiado lento, pero son las únicas víctimas de cuya identificación se ha estado más cerca.

Y es que todo lo relacionado con Pico Reja ha sido exagerado, prueba de que “la represión fue mayor de lo que los libros dicen”. Se esperaba encontrar los restos de un total de 1.103 personas (850 represaliadas y 253 que no lo fueron), cuando a la hora de la verdad el total de cadáveres ha superado los 10.000, lo que ha obligado a los técnicos de la Sociedad de Ciencias Aranzadi a tener que enfrentarse a más de millón y medio de huesos. Y cada uno de ellos contaba su propia historia.

Por eso este martes ha sido un día de dolor, pero también de reivindicación y sobre todo de orgullo. Y allí estaban Pepita y Carmen, las ancianas hijas de Rafael Amado, concejal del Ayuntamiento de Sevilla asesinado por las tropas franquistas. “No voy a ver abrir la fosa”, decía Carmen. “Se hizo, Carmen, y la hemos cerrado después de tanta represión y tantos años de espera”, apuntaba Teresa García, responsable municipal que condujo el acto. No se sabe si entre los restos que se le han arrancado a la tierra están los de Rafael Amado, pero lo cierto es que “hemos cerrado lo que nunca se debió abrir” porque allí se acumularon cuerpos “echados de cualquier manera, como si fueran basura”.

Ahora toca la de Monumento

“Ponemos fin a esta herida, pero el dolor sigue”, resumía el alcalde hispalense, Antonio Muñoz, al tiempo que recordaba que fue el Consistorio sevillano el que dio el primer paso en Pico Reja, para celebrar que al final se sumaran Gobierno central, Junta de Andalucía y Diputación de Sevilla a la hora de poner fondos. “Mantener esta colaboración es la mejor noticia que le podemos dar a los familiares”, apostillaba, y es que “hay dos fosas más esperando”, porque a la de Monumento –en la que ya se hicieron trabajos preliminares– hay que sumar también la que se conoce como Antigua, porque se abrió en 1925, mientras que las otras dos lo hicieron en plena guerra.

Haya o no ayuda de otras administraciones, el Ayuntamiento sevillano ya ha reservado presupuesto para que en este mismo año se liciten los estudios previos de rigor, lo que en todo caso no ocurrirá hasta después de las elecciones municipales de mayo pero con la previsión de empezar los trabajos en 2024. El secretario de Estado de Memoria Democrática, Fernando Martínez, adelantó que por ellos no va a quedar, porque “hay que mantener la llama de la memoria”.

Como el recuerdo de los Cornelio, a los que rememoraba un familiar echando tierra a la tierra en este punto final simbólico para Pico Reja: uno de ellos no ha aparecido pero otro, condenado por masón, “fue un muerto viviente al que quitaron la dignidad hasta que murió de pena”. Fotografías de víctimas de la represión colgadas en una valla asistían al acto desde el silencio de las imágenes viejas, pero otros familiares las sostenían entre sus manos para que nadie pudiese dejar de mirar. Era el caso de Ana Sánchez, sobrina de Ramón y Antonio Sánchez, vecinos del barrio obrero del Cerro del Águila a los que condenó su militancia en el Partido Comunista. A Ramón lo mataron falangistas en el parque de María Luisa el 22 de julio de 1936; a Antonio lo fusilaron el 14 de abril de 1937.

Como éstas hubo muchas otras historias, pequeñas a los ojos del tiempo pero que han marcado las vidas de muchas familias. “Sevilla sana una de sus heridas más profundas”, se dijo, pero ahora hay que asumir “el deber de memoria como garantía de no repetición”. Entre los nombres ilustres que podrían estar sepultados en Pico Reja se encuentran los Blas Infante, considerado el padre de la patria andaluza, el último alcalde republicano, Horacio Hermoso (su nieta Matilde estuvo en la ceremonia), y numerosos concejales, políticos de izquierda y sindicalistas.

A ellos, y a tanta gente humilde que cayó víctima de una represión que Queipo de Llano condujo de manera salvaje pese a que en Sevilla fueron contados los combates que se produjeron en los días posteriores al golpe de Estado, se les recordará ahora con un osario-memorial y un columbario en el que en pocos meses se depositarán las más de 1.200 cajas en las que se guardan sus restos. Hablamos del que será el mayor osario de España con restos de represaliados, como corresponde a todas las grandes cifras que han rodeado a Pico Reja, que ha tenido un documental con una canción muy especial y que llegó a proyectarse en el Parlamento Europeo. Entonces “se podrá cumplir por fin la ceremonia del duelo y traer flores a un lugar decente”.

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