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Arden 40.000 hectáreas solo durante la última ola de calor: cómo el cambio climático ceba los incendios forestales

Raúl Rejón

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La ola de calor adelantada que ha atravesado España ha dejado un rastro de unas 40.000 hectáreas de monte arrasadas por fuegos en solo diez días. Los picos térmicos multiplicados por el cambio climático crean las condiciones ideales para disparar, alimentar y extender los incendios.

La sierra Bermeja de Málaga, la de la Culebra en Zamora y el Alt Palanciá de Castellón han ardido estos días. Navarra y Catalunya todavía batallaban este lunes contra las llamas.

En la Comunidad Foral se han contabilizado más de 30 focos. La presidenta María Chivite ha pedido la declaración de zona catastrófica. La Generalitat catalana ha registrado unos 200 incendios en cinco días. Catalunya soporta más incendios y más monte abrasado que en todo 2021.

En todo el país, en unas 10 jornadas, se ha quemado más superficie que lo acumulado hasta ahora en 2022, que eran 16.000 hectáreas.

“Hemos visto cómo se alarga la temporada de incendios forestales”, explican los expertos del Panel Científico Internacional sobre el Cambio Climático de la ONU. “El incremento de las olas de calor, combinado con las sequías y el cambio en los usos del suelo, han modificado la humedad del combustible [la vegetación] aumentando el riesgo de incendio, extendiendo su temporada y multiplicando la probabilidad de grandes fuegos”, analizan.

Esta ola en la península ibérica ha sido la más temprana medida en un verano, junto a otra de 1981. También ha sido muy larga (nueve días) e intensa. De hecho, sus temperaturas habrían sido “extremas también si se hubiesen medido en plena canícula” –la época más cálida del año–, entre julio y agosto, avisó la Aemet.

Aunque los Gobiernos de Castilla y León y Galicia mantienen como inicio de la época de máximo riesgo de incendio el 1 de julio, la realidad va imponiéndose: Andalucía ya se vio obligada en 2021 a prorrogar 15 días ese periodo. En lugar de acabar el 15 de octubre lo hará al final de ese mes. En Madrid y Catalunya la 'veda' comienza oficialmente el 15 de junio.

El IPCC considera que, al ritmo actual de calentamiento global del planeta, los incendios pueden crecer un 14% en 2030 y un 50% al final del siglo XXI

Porque las olas de calor crean el caldo de cultivo de los incendios forestales. Gran parte de la superficie abrasada en la costa mediterránea arde durante estos episodios extremos: hasta un 40% de todo lo quemado, según calculó el investigador de la Universidad de Lleida Adrián Cardil.

Ese caldo de cultivo lo forman la temperatura, las (bajas) precipitaciones, la velocidad del viento, la humedad relativa y la de la vegetación, que conforman el denominado Índice Meteorológico de Incendios (FWI en inglés).

El FWI refleja las condiciones propicias para las llamas. En el sur de Europa ha pasado de menos de 60 sobre 100 en 1980 a más de 80 en 2020. “Cuanto más alto es el valor del índice, las condiciones meteorológicas son más favorables para disparar un incendio forestal”, explican en el programa Copernicus de observación de la Tierra de la Unión Europea.

Así que la crisis climática empeora los incendios forestales. El IPCC considera que, al ritmo actual de calentamiento global del planeta, los incendios pueden crecer un 14% en 2030 y un 50% al final del siglo XXI.

Pero, además, los cada vez más repetidos grandes incendios –sin ir más lejos, el incendio de Zamora ha sido el peor documentado en Castilla y León al superar el anterior récord que fue el año pasado en el fuego de Navalacruz (Ávila)– contribuyen al cambio climático al emitir gran cantidad de gases de efecto invernadero al arder los árboles. Un círculo nefasto.

Copernicus calculó que, en 2021, los incendios del hemisferio norte habían lanzado a la atmósfera 1.750 millones de toneladas de CO2 que llevaba siglos capturado en las plantas. 2022 no va por buen camino. Ese efecto invernadero favorece las olas de calor y sequías que, a su vez, componen el escenario perfecto para… los grandes fuegos.

Preocupación en todo el Mediterráneo

“La vulnerabilidad ante los incendios forestales es una preocupación relevante en la ribera norte y suroeste de la cuenca del Mediterráneo”, dice el IPCC. Y una ruina, como ejemplifica el Panel al reseñar que “los costes de supresión del fuego en una zona como Córdoba han crecido entre un 66 y un 87% en la última década”. Además, en España, los incendios forestales exacerban el peligro de la degradación de suelo que lleva a la desertificación, según indica el Ministerio de Transición Ecológica.

El calor extremo ha secado el monte. Luego han llegado las chispas. Aparte de los casos intencionados –que suponen la primera causa y el 50% de los incendios–, la ignición suele venir por una negligencia o accidente humanos como en Sierra Bermeja o Castellón este año. El primero por unos trabajos en una finca, el segundo por el paso de un tren. En el caso de la Sierra de la Culebra fue un rayo, aunque las causas naturales son las menos relevantes, un 5% de todos los siniestros, según las estadísticas del Ministerio de Transición Ecológica.