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Las cifras de muertes semanales que publica Sanidad representan poco más de la mitad de las reales

Raúl Sánchez / Belén Remacha

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El gráfico muestra la evolución del número de fallecidos con COVID-19 por fecha de defunción. Solo se muestran los que habían notificado las comunidades autónomas hasta el 19 de agosto.

Los datos señalaban ese día que, aunque los casos detectados se habían disparado, las muertes con una prueba positiva están en niveles muy inferiores a los registrados en abril.
Veamos la situación más de cerca: el 19 de agosto la cifra de fallecidos estaba subiendo y era similar a las de principios de junio, aunque sin ser comparable con la crisis de marzo.

El informe diario de Sanidad registraba 131 fallecimientos en los últimos 7 días.
En apenas 12 días, las comunidades sumaron casi 300 nuevos fallecimientos hasta el 31 de agosto.

Muchos de estos fallecimientos habían sido notificados varios días y semanas después de la fecha de defunción.
Vamos a poner el foco en la última semana. En ese informe se aseguraba que habían fallecido 141 personas los últimos 7 días. ¿Se mantuvo esa cifra durante las siguientes semanas?
El 3 de septiembre las comunidades ya habían añadido 136 nuevos fallecimientos a la serie histórica, muchos de ellos con fecha de defunción de finales de agosto.

En tres días, la cifra de fallecidos en la semana del 24 al 30 de agosto subió hasta los 194.
Al día siguiente, Aragón notificó más de un centenar de muertes con semanas de retraso y las comunidades añadieron 181 fallecidos a la serie.

A 4 de septiembre, las autonomías estaban notificando a Sanidad fallecimientos de mediados de agosto.
El 7 de septiembre la cifra de fallecidos había subido a los 239 en la última semana de agosto.

¿Por qué se notifican las muertes con tanto retraso? Principalmente, porque el seguimiento y actualización de los datos es un proceso manual.
El protocolo establece que, desde que se confirma un caso de COVID-19, las comunidades tienen que rellenar urgentemente una ficha con todos los detalles del caso: edad, tipo de prueba o cuándo iniciaron síntomas.

Uno de los campos a rellenar es la fecha de defunción.
Un ejemplo: una persona da positivo en una prueba PCR, el médico que le atiende en el hospital completa la ficha y se notifica el caso. Días después, el paciente empeora y fallece.
Para notificar este fallecimiento, el médico tiene que volver a la ficha y actualizar manualmente la fecha de defunción.

Un ejemplo: entre las muertes notificadas entre el 4 y el 7 de septiembre hay un fallecimiento del 21 de agosto que el médico incluyó 2 semanas después.
El 31 de agosto, Sanidad aseguraba que habían fallecido 141 personas en los últimos 7 días.

El 11 de septiembre, esa cifra había ascendido hasta las 249 muertes, incluyendo todas las defunciones notificadas con retraso.
A mitad de septiembre, la cifra de finales de agosto parecía consolidada. Apenas se añadieron cuatro nuevas muertes entre el 11 y el 15 de septiembre que fallecieron en esos 7 días.
Era un espejismo. En los siguientes tres días, Euskadi notificó más de 150 fallecidos con semanas de retraso y las muertes subieron hasta las 288 en la última semana de agosto.
Los últimos datos disponibles de Sanidad (a 24 de septiembre) señalan que estamos alrededor de las 500 muertes semanales.

Sin embargo, la tendencia de la última semana de agosto nos dice que seguramente serán muchas más: de los 141 que decía Sanidad al principio, ahora son 304.
No es un caso excepcional. Esta es la evolución del promedio de fallecidos diarios en la última semana según los informes de actualización del Ministerio de Sanidad.
La línea negra muestra los fallecidos reales al día (promedio semanal). Es decir, las cifras que publica cada día el Ministerio reportan (de media) poco más de la mitad de las muertes reales que se notifican con semanas de retraso.
Aunque las cifras todavía siguen lejos de las registradas en marzo, cuando se alcanzaron los 800 fallecidos al día, las cifras actuales indican que podríamos estar por encima de las 100 muertes el día.

Una cifra que seguirá subiendo durante semanas por el aumento de casos

El Ministerio de Sanidad publicó el miércoles la mayor cifra de muertes semanales desde el final del estado de alarma en España. 517 fallecidos en 7 días, el dato más alto desde que se publica este indicador en los informes diarios. No se alcanzaba un nivel similar de mortalidad desde mediados de mayo.

Los datos, sin embargo, nos indican que esta cifra está infraestimada y que probablemente ya estemos sobre las 700-800 muertes semanales. Sin embargo, no lo sabremos con total seguridad hasta dentro de unas semanas, cuando las comunidades terminen de notificar todos sus fallecidos con COVID-19.

Desde el 1 de agosto, las cifras de fallecidos semanales que publica el Gobierno en cada informe diario apenas representan entre el 40% y el 60% de las muertes reales que se van incluyendo con días y semanas de retraso por las comunidades autónomas, según los datos del Ministerio de Sanidad analizados por elDiario.es. Por ejemplo, el informe del 24 de agosto especificaba que habían fallecido 96 personas en 7 días. Con las cifras consolidadas hasta el 24 de septiembre, esa cifra ha escalado hasta los 250 fallecidos, más del doble.



La razón de estos retrasos se encuentra, por un lado, en la entrada en vigor en mayo de la nueva estrategia de vigilancia y detección precoz, que cambió la forma en la que las comunidades notificaban sus casos y muertes de COVID-19.

Hasta entonces lo hacían de forma agregada. Es decir, cada una enviaba un número total de casos y fallecidos al Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias. De ahí se restaba el total anterior y se obtenía una cifra diaria. Sin embargo, eran notificaciones, es decir, había casos de fallecimientos o contagios, por ejemplo, que podían haber ocurrido hacía tiempo pero que se comunicaban en ese momento. Este sistema permitía comunicar casos más rápido, ya que no había que rellenar una exhaustiva encuesta epidemiológica para cada caso, pero la información era menos detallada.

El sistema que se usa (SiVIES) en la actualidad es más lento: si una comunidad confirma un caso, el médico tiene que rellenar una ficha de forma urgente con todos los detalles: cuándo empezaron los síntomas, el municipio de residencia, el sexo, la edad, el lugar probable de contagio o el tipo de prueba diagnóstica. El problema es que hay que hacer el seguimiento de cada caso y este proceso es manual.

Por ejemplo, una persona con síntomas graves da positivo en una prueba PCR, el médico que le atiende en el hospital completa la ficha y se notifica el caso al Ministerio. Varios días después o una semana más tarde, el paciente fallece por las complicaciones de la enfermedad. Para notificar este fallecimiento, el médico tiene que volver a la ficha que rellenó cuando confirmó el caso y actualizar la fecha de defunción del paciente.

Fuentes del Instituto Carlos III, que gestiona el sistema SiVIES, confirman a elDiario.es estos retrasos: “Desde el principio de la pandemia hay un decalaje variable de la información diaria que se publica”. Aseguran que están en contacto con las regiones que más retraso presentan a la hora de actualizar los datos pero que dependen “de los circuitos de información de las comunidades autónomas”.

Según los datos de más de 150.000 casos confirmados en España hasta el 10 de mayo, las muertes se sucedieron durante la primera ola del virus entre el día 12 y 23 desde el momento del contagio y en los días 7 y 18 desde el inicio de síntomas. Ahora, ese tiempo se alarga por la detección precoz y este retraso en las notificaciones. El siguiente esquema muestra las distintas fases entre que un paciente se contagia y termina falleciendo:


Tiempo que se tarda desde el contagio hasta cada fase clínica del paciente

Mediana de días que pasan desde el momento del contagio hasta el inicio de síntomas, la hospitalización y el fallecimiento, según los datos del Instituto Carlos III de más de 150.000 casos confirmados hasta el 10 de mayo en España

Fuente: Instituto Carlos III, Ministerio de Sanidad


Este esquema muestra que los fallecidos que estamos registrando ahora son probablemente por los contagios que se produjeron hace 2 o 3 semanas. Con el aumento sostenido de casos que registramos desde principios de agosto, las muertes seguirán subiendo durante, al menos, dos o tres semanas más.

Más de 2.600 muertes desde el fin del estado de alarma

El 21 de junio decayó el estado de alarma y se acabaron las fases. En ese momento, las cifras de mortalidad estaban en los niveles más bajos desde el inicio de la epidemia: un promedio de 5 fallecidos diarios. Incluso, según los datos hasta el 24 de septiembre, no hubo ninguna defunción con COVID-19 el 2 y el 5 de julio. Desde inicios de agosto, las cifras de muertes han ido escalando paulatinamente hasta las 90 diarias.

Desde el 21 de junio hasta la actualidad han fallecido 2.687 personas con COVID-19 en España. Este dato solo incluye las muertes notificadas hasta el 24 de septiembre que fallecieron en los últimos tres meses. Aunque Madrid lidera este ranking en números absolutos, con 766 defunciones, Aragón es la que más ha visto subir la mortalidad en comparación con el tamaño de su población. La región, donde se iniciaron los primeros brotes asociados a temporeros que después se expandieron al resto de comunidades, registra un total de 331 fallecidos por cada millón de habitantes.

El caso más extremo es el de Catalunya, que solo ha notificado 153 muertos desde el final del estado de alarma cuando allí se registraron los brotes más graves a finales de julio. Precisamente, según reveló elDiario.es, es la autonomía con mayor diferencia entre los muertos que registra en sus propios informes diarios y los datos que proporciona al Ministerio. Hay que tener en cuenta que una parte puede deberse a una diferencia de criterios: el Ministerio pide en su sistema que se notifiquen las muertes con prueba PCR, pero Catalunya sigue incluyendo en la web de la Generalitat las que las funerarias apuntan como “sospecha de COVID-19”.

La secretaria de estado de Sanidad, Silvia Calzón, admitía este jueves los continuos retrasos y los achacaba las “limitaciones” de los sistemas informáticos, de los estatales y de los autonómicos, en los que “se trabaja intensamente” para mejorar. También a que “no podemos olvidar que hay personas que están detrás de estos datos y que es una batería muy alta lo que se pide”.



Adrián Aguinagalde, médico experto en Medicina Preventiva y portavoz de la Sociedad Española de Medicina Preventiva, Salud Pública e Higiene (SEMPSPH), explica que todo depende del factor humano: “Es normal que en vigilancia durante una pandemia haya cierto decalaje, y ese decalaje depende de cómo hayan organizado los sistemas de información”. Añade que estos retrasos dependen de lo automatizado y perfeccionado que esté el sistema de información sanitaria de cada autonomía, y de cuántas revisiones requiera.

¿Estos retrasos suponen una carencia a la hora de monitorizar la pandemia a tiempo real? No epidemiológicamente, según Aguinagalde. Lo que epidemiológicamente se analiza es: “El número de casos totales, que acuden a Atención Primaria, hospitalizados y en UCI. Eso nos permite saber por dónde va la pandemia, los fallecidos que vemos ahora responden a picos de hace unas semanas. El número de fallecidos es información que completa la foto y que nos permite contextualizar mejor la crisis, pero no nuestra variable principal de análisis a nivel de vigilancia”.

Aunque en las curvas de casos confirmados por comunidades dentro de nuestro país se observa cómo la segunda ola iguala o supera a la primera; en la letalidad todavía no se han registrados niveles similares a los que vivimos en marzo y abril.

¿Por qué los contagios han subido tanto y la mortalidad, hasta el momento, no? El principal motivo es que entre marzo y abril, epidemiológicamente, solo veíamos “la punta del iceberg”. Durante muchas semanas del estado de alarma, solo se diagnosticó a las personas graves que ingresaban en el hospital. Entonces la prioridad era paliar el colapso de la estructura sanitaria y aligerar los laboratorios de PCR, que no daban abasto materialmente para hacer pruebas a todos los pacientes con síntomas.

Es decir, ahora mismo vemos una mayor proporción de contagios sobre los que detectábamos entre los meses de marzo y abril. Aunque las cifras de muertes pueden estar infraestimadas, ya que tardan varias semanas desde el momento del contagio y las comunidades están notificando con mucho retraso sus fallecidos al Ministerio, la curva de fallecidos nos da una imagen más real de la situación actual en comparación con la de la primera ola.

Por el momento, las cifras de muertes están muy lejos de las registradas en marzo y abril, aunque han ido subiendo en la última semana. En el pico de la epidemia se registraron más de 800 muertes diarias con una prueba analítica positiva. Ahora estamos alrededor de 100 fallecidos al día, aunque esta cifra seguirá subiendo en las próximas semanas teniendo en cuenta el fuerte incremento registrado en los datos de contagios.

Sin embargo, las curvas de fallecidos de algunas comunidades como Andalucía, Aragón, Baleares o Canarias ya empiezan a despuntar. Una de las razones de estos incrementos es que estas regiones apenas se vieron afectadas en la primera ola y en todos los casos han tenido que alcanzar un pico dos o tres veces superior al de marzo y abril para alcanzar esas cifras de mortalidad.


¿Cómo ha cambiado la curva de cada comunidad autónoma?

Evolución del número de nuevos casos y fallecimientos diarios en cada comunidad autónoma. Los casos se muestran por fecha de inicio de síntomas o por fecha de notificación y para los fallecidos por fecha de defunción. Haz clic para ver el detalle

Fuente: Instituto Carlos III (ISCII)


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