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La decisión de perimetrar a millones de personas “no puede responder a un festivo o a salvar la campaña de Navidad”

Mapa de cierres perimetrales en España

Mónica Zas Marcos / Marta Borraz

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El estado de alarma ha proporcionado el paraguas legal que muchas comunidades necesitaban para iniciar actuaciones más restrictivas y frenar la curva de contagios que está poniendo en jaque a todo el país. La primera fue el toque de queda obligatorio durante dos semanas, pero en los últimos días la mitad de los gobiernos autonómicos se han amparando en la norma del Ejecutivo para encerrarse perimetralmente a gran escala. Es decir: confinar no solo municipios o zonas básicas de salud, sino la región entera. Así lo han hecho La Rioja, Navarra, Aragón, Euskadi, Asturias, Melilla, Murcia, Castilla y León, Castilla-La Mancha, Andalucía y Cantabria. A las que ya han aprobado la restricción, se suman otras que lo están estudiando y aún mantienen la posibilidad sobre la mesa, por lo que la lista puede aumentar.

La medida cobra relevancia de cara al puente de Todos los Santos –el lunes día 2 es festivo en seis comunidades: Madrid, Asturias, Aragón, Extremadura, Andalucía y Castilla y León–. Pero la Comunidad de Madrid ha aportado la nota discordante este miércoles: tras reunirse con sus homólogos de Castilla-La Mancha y Castilla y León, la presidenta Isabel Díaz Ayuso ha pedido públicamente al Gobierno que le permita cerrar las fronteras de la región solo durante un fin de semana largo.

Desde el punto de vista epidemiológico, este tipo de limitaciones perimetrales sirven para evitar que una zona concreta, en la que se ha detectado una alta transmisión, expanda el virus. Y, en la práctica, también impide que entre de fuera. En ese sentido, los expertos defienden que no es conveniente plantear estas medidas a la ciudadanía como respuesta a “un festivo, a salvar la campaña de la Navidad o a conseguir un número concreto de vacunas antes de diciembre” porque crea un horizonte mental que no se sabe si se va a cumplir. En el caso de la primera, además, “da la impresión de que la situación de peligro dejará de tener vigencia en cuanto pase el puente”, plantea Pedro Gullón, miembro de Sociedad Española de Epidemiología (SEE).

“Ponernos fechas fijas para una cosa es negativo. Madrid, por ejemplo, en lugar de en la ola epidémica del principio, está en un valle que se puede volver a disparar. No sabemos si para mediados de noviembre o diciembre bajará o si surgirán nuevos brote”, abunda. “Nos tenemos que manejar siempre en un escenario de paciencia. Dar certezas en este momento puede tener un efecto contraproducente”.



“Para los casos concretos de las dos Castillas y Madrid, sus incidencias acumuladas son parecidas, aunque Castilla y León tiene unas cifras algo mayores. Lo que significa que confinando las tres perimetralmente, se reducirá la transmisión de casos entre ellas”, asegura Fernando García, epidemiólogo y miembro de la asociación madrileña de Salud Pública. 

“Es importante que la gente no se desplace en los dos puentes próximos. Y con la idea de Díaz Ayuso, entre semana no hay desplazamientos de ocio, sino de trabajo o escolares, que supongo que estarán autorizados. A efectos prácticos, probablemente no haya mucha diferencia entre un confinamiento de 15 días y otro de fines de semana con lunes incluido. Por eso, la idea de Díaz Ayuso habrá que interpretarla por razones que no son epidemiológicas sino de otro tipo”, concluye García.

El impacto de la movilidad

De hecho, el impacto de los desplazamientos entre comunidades en la expansión del virus no es baladí. Así lo ha constatado el Instituto de Salud Carlos (III), que ha investigado cuáles fueron los factores más significativos que hicieron que la curva estallara en marzo en España y por qué fue desigual entre territorios: los viajes desde Madrid, y también desde Euskadi, al resto de comunidades fueron dos de las cinco variables que más peso tuvieron. El estudio analizó ambos por ser estos los dos “en los que antes se detectó transmisión comunitaria” del virus, citaba el análisis.

“No es tan útil para controlar lo que ocurre dentro de cada zona como para que el virus no se desplace de una a otra”, explica Gullón. El experto considera que la acción es útil a nivel regional porque garantiza que los contagiados se mantengan dentro de un perímetro y que, por tanto, estas personas y sus contactos sean más fáciles de rastrear. Aunque la movilidad siempre es bidireccional y recuerda que de paso “también se minimiza la entrada de nuevos positivos”.

Esta doble dirección es lo que ha motivado a varias de las autonomías a tomar la decisión, sobre todo ante un fin de semana en el que habitualmente se registran muchos desplazamientos. “Ha quedado demostrado que los viajes internos por España han tenido un efecto multiplicativo de la transmisión y es lo que ahora las comunidades quieren impedir”, afirma Gullón, quien se refiere a varios estudios que analizaron el efecto de la movilidad entre Madrid y las dos Castillas en el aumento de incidencia de las dos últimas en la primera ola. Y es que “una ciudad grande tiene el efecto de una onda expansiva”.

Cerrar comunidades enteras: un confinamiento más leve

Los cierres perimetrales pueden ser más o menos quirúrgicos: por ejemplo, el primero que hubo en España tras la desescalada fue en A Mariña (Lugo) y afectó a 70.000 personas. El segundo, la comarca del Segrià, de la que forma parte Lleida, englobó a más de 200.000 personas. Desde entonces, se han confinado barrios y pequeños municipios, pero también provincias y ahora comunidades enteras. “Casi todas están en una situación de riesgo muy alto”, alertó Fernando Simón el pasado lunes. Según los últimos datos de este miércoles, la incidencia acumulada en conjunto asciende ya a 452 casos por cada 100.000 habitantes en los últimos 14 días, y no deja de aumentar a una velocidad que preocupa. 

"El confinamiento perimetral de una comunidad es de tipo leve porque limita poco la movilidad. El tipo extremo sería el confinamiento domiciliario que vivimos en marzo y, los de ciudades o de distritos municipales serían un tipo confinamiento moderado"

No obstante, hay diferencias entre comunidades. La mayor parte de las que ya se han confinado perimetralmente tienen incidencias muy altas, que están ya llevando a los hospitales al límite. Ceuta, Melilla y Navarra rebasan, de hecho, los 1.000, y Aragón está a las puertas, con 940 contagios por 100.000 habitantes. Castilla y León, Catalunya, Euskadi y La Rioja superan los 500. Aunque las dos últimas han establecido un cordón sanitario a su alrededor, los epidemiólogos consultados no consideran que sea más contundente ni efectivo que hacerlo por pequeñas áreas de salud o por municipios.

“Podríamos calificar el confinamiento perimetral de una comunidad como de tipo leve porque limita poco la movilidad. El tipo extremo sería el confinamiento domiciliario que vivimos en marzo. Los confinamientos perimetrales de ciudades o de distritos municipales serían un tipo de confinamiento moderado, que pretendería evitar la transmisión dentro y fuera del lugar cerrado perimetralmente”, defiende Fernando García. 

En la misma línea se encuentra Pedro Gullón: “Hay que confinar áreas que sean manejables. Por eso, a nivel municipio suele funcionar mejor que por zonas básicas de salud”, argumenta. En el caso de cerrar comunidades autónomas, en cambio, el esfuerzo debería dirigirse a parar el desplazamiento interno, por lo que “la clave está en limitar las actividades dentro de la propia región”.

Medidas de puertas para adentro 

Ambos epidemiólogos inciden en que los confinamientos perimetrales, por sí solos, no tienen un efecto sobre la transmisión intracomunidad, ya que no restringen los movimientos interiores. “Siempre deben acompañarse de otras medidas complementarias, como el teletrabajo, el cierre de la hostelería o la reducción de aforos en lugares culturales”, defiende el experto en Salud Pública Fernando García. 

Pedro Gullón, de la Sociedad Española de Epidemiología, cree que en ese caso las comunidades autónomas deben remitirse al documento que aprobaron hace una semana en el Consejo Interterritorial para tomar medidas más estrictas acordes a su nivel de alerta. “Lo más apremiante, dentro de lo que no están haciendo, es restringir los grandes eventos, fomentar el teletrabajo y cerrar de forma general el interior de los bares y restaurantes”, apuesta. Es decir, limitando cierta actividad económica de la manera menos lesiva posible para fijar un escenario epidemiológico más seguro.

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