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Solo se ha protegido la mitad de los mares a los que obliga la ley internacional

La mayor reserva marítima está en Hawái (EEUU).

Raúl Rejón

Dentro de dos años, el 10% de toda la superficie del mar debe contar con alguna protección ambiental. Hoy en día, solo la mitad ha recibido ese estatus a pesar de que es un mandato del Convenio sobre Diversidad Biológica, es decir, un tratado internacional jurídicamente vinculante bajo el paraguas de la ONU.

Además, el porcentaje de áreas marítimas protegidas con un plan efectivo de gestión es todavía menor: un exiguo 1%, según la última revisión de la Conferencia Oceánica de Alto Nivel.

El mandato se adoptó en 2010 en la ciudad japonesa de Aichi e implica a todas las partes firmantes del convenio entre las que están la Unión Europea y por lo tanto España. Lo estados de la UE han protegido algo más de 340.000 km2, lo que roza el 6% de las aguas europeas, según la Agencia Europea de Medio Ambiente. España, en esta ocasión, está mejor y tiene algo más de 87.000 km de áreas protegidas: 8,5%, según los datos del Gobierno.

Las zonas con más áreas protegidas en España son las del Atlántico sur, el Estrecho y Alborán. También las aguas del Levante y Baleares. De hecho, el Mediterráneo occidental es una de las pocas regiones marítimas internacionales que han alcanzado el objetivo de Aichi. Le acompañan el mar Báltico y el denominado Gran Mar del Norte (una de las zonas marítimas más ocupadas con proyectos de perforación y tráfico de buques además de contar con dos de los puertos más grandes del mundo: Roterdam y Hamburgo).

Por el otro lado, la demarcación de Macaronesia, es decir, las Islas Canarias, es la que todavía está más lejos de la meta. Precisamente en aguas canarias de El Hierro es donde está planteado crear el primer parque nacional exclusivamente marino de España, ahora atascado entre la propuesta del Gobierno y las dudas del Cabildo insular.

Falta de planes efectivos

Sin embargo, no todo es trazar unos límites protegidos sobre una carta marina: “La protección debe ser mayor y más efectiva”, explica Óscar Esparza, encargado de Áreas Marinas en WWF. “Hay muchos planes de gestión que cubrieron los mínimos para evitar una infracción por ser zonas incluidas en la red Natura 2000”, analiza.

Esparza cree que es necesario “regular y ordenar lo que se puede o no se puede hacer porque el mar soporta cada vez más actividades económicas. Es el próximo campo industrial”. De hecho, las previsiones apuntan a que, solo en el Mediterráneo, la acuicultura crecerá un 110% para 2030 y las zonas turísticas recibirán 500 millones de visitantes.

WWF calcula que el 20% de la superficie de este mar está cubierta por contratos de exploración de hidrocarburos y que el tráfico marino crece un 4% anual en sus rutas. Además, los fondos marinos en general se han hecho rentables para su explotación minera gracias a los avances tecnológicos lo que implica una multiplicación de proyectos extractivos con sus consecuentes “riesgos” y daños medioambientales asociados como reconoce la Autoridad Internacional de Fondos Marinos, el organismo encargado de regular esta actividad.

El director de Expediciones e Investigación de Oceana Europa, Ricardo Aguilar, considera que “ese 10% se consideraba un comienzo porque la Unión Internacional de la Conservación de la Naturaleza ya estableció que lo realmente necesario era un 30%”. Aun así, en caso de conseguir ese nivel en 2020, “ya estará viejo. Y, además, ”tendría que definirse qué es una verdadera área protegida porque se crean zonas en las que se permiten actividades que no son muy compatibles con la conservación“.

Tanto Esparza como Aguilar coinciden en que el gran agujero, el punto más débil, está tanto en alta mar como en las grandes profundidades. “Las zonas costeras han centrado más la atención”, explica Esparza. Pero, mar adentro “no hay un único gobierno específico al cargo, se necesita un acuerdo internacional lo que ha hecho que lugares muy importantes como las cordilleras oceánicas, apenas estén defendidas”, aclara el directivo de Oceana.

Las reservas marinas no son únicamente un pequeño santuario para las especies. Cosas de ecologistas. La Convención Oceánica explica que “al ser aguas en mejor estado” disparan la biodiversidad. Un ejemplo: las zonas del Mediterráneo protegidas tienen un 238% más de biodiversidad, más del 100% de vida marina y un 13% más de variedad de especies. Y añade una implicación económica: “Las capturas de langosta alrededor de la reserva de la Islas Columbretes (en Castellón) se incrementaron un 10% debido a los ejemplares expandidos desde sus aguas”.

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