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Universitarios metidos a canguros por el coronavirus

Aspecto que presentaba esta mañana la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense, tras el anuncio el pasado lunes del cierre de los centros educativos de la comunidad de Madrid desde este miércoles hasta el próximo el próximo 26 de marzo, para evitar la propagación del coronavirus que ha provocado por el momento 21 muertes y 782 casos de contagio en la región.

EFE

Madrid —

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“Busco universitaria que no vaya a ir a clase para mis hijos que no tienen cole”. Tan solo dos horas después de que el lunes se anunciara el cierre de colegios en Madrid, Sandra publicó este mensaje en un chat. Era el germen de un simbiótico fenómeno: estudiantes metidos a canguros por el coronavirus.

Sandra, finalmente, no tuvo que recurrir a ellos a pesar de que dos vecinas le ofrecieron a sendas sobrinas y una tercera a su hija. Este miércoles está teletrabajando como muchos otros padres, pero a algunos no les queda más remedio que acudir a cuidadores externos porque no pueden dejar de ir o tienen que hacerlo algunos días.

En las redes los anuncios de universitarios esperando sacar algo de provecho de estos días de asueto forzoso proliferan. Como Cristina, estudiante de Magisterio que explica en Wallapop que tiene “disponibilidad completa a causa de la suspensión de clases” para hacer de canguro en Sanchinarro y Las Tablas, o María, de Getafe, que “se ofrece a cuidar niños hasta que los colegios abran”.

Raúl, estudiante de Magisterio de Alcalá de Henares, entiende en su anuncio que “muchos padres y madres, por trabajo, no puedan cuidar de sus hijos/as, además de no saber cómo llevar las clases y contenidos pendientes”. ¿Las tarifas? De 6 a 12 euros la hora o “precio a convenir” como el de Cristina, estudiante de Biología que tiene “total disponibilidad” para cuidar a los sin cole.

Para poner cifras a este movimiento, la web Milanuncios explica que la oferta de quienes publican sus servicios como cuidadores ha aumentado en las últimas 48 horas un 469% y la demanda en un 187%.

Toti, en cuarto año de Psicología, no acudió a las redes. Se le ocurrió poner un cartel en su urbanización de Pozuelo de Alarcón cuando su padre auguró “que se iba a liar porque la gente tendría que ir a trabajar”, explica a Efe por teléfono desde la cama.

Resulta que el plan laboral se le ha trastocado porque al poco comenzó a tener algo de fiebre y un poco de tos, que, dice, se debe al tabaco. “Pero ahora no hay que jugársela”, añade prudente.

Así que va a esperar a que se le pase -espera que sea “pronto”- para volver a ofrecerse de canguro con un cartel que le ha reportado dos llamadas de madres que le dijeron que, “si se lía”, le escribirían.

En su opinión, el que parecía un negocio tan boyante para los universitarios se va a quedar en poco por el auge del teletrabajo, aunque hay padres que estos primeros días se están tomando vacaciones y antes o después tendrán que recurrir a canguros si no funcionan las redes de abuelos, tíos, vecinos o amigos.

Es el caso de Amalia, madre de 39 años con un niño de 12, que este miércoles ha pedido el día libre sin saber aún si le dejan trabajar desde su casa del distrito de Fuencarral-El Pardo. Si no puede, tendrá que recurrir a los universitarios.

“Es lo que suelo hacer en verano, tengo a dos chicas vecinas estudiantes de Podología y Enfermería que están dispuestas. También me estoy pensando usar la solidaridad de las vecinas porque me han llamado varias para ayudarme, pero en principio lo que me planteo es contratar a alguien”, explica.

Paralelamente al aumento de oferta de canguros, en Madrid está empezando a activarse el apoyo entre vecinos, cuyos patios y jardines se llenan este miércoles de balones y niños, a veces varios a cargo de un solo progenitor que se turna con otros para conseguir teletrabajar en paz.

En el otro lado de la simbiosis padres-universitarios está también Patricia, madre soltera de 45 años con un niño de 5 que este miércoles ha acudido a una cuidadora de confianza. Ella es profesora de Bachillerato y ha tenido que ir al instituto, a falta de que la Consejería de Educación les dé pautas para actuar.

“Tengo a antiguos alumnos con los que tengo buenísima relación y hoy he tirado de una de ellas”, relata a Efe volviendo a casa tras una mañana muy ajetreada.

En espera de nuevas indicaciones, los profesores por ahora se están turnando para teletrabajar, ya que siguen dando clases por internet desde el centro o desde casa a unos alumnos agobiados a tres meses de la selectividad.

“Hasta que la Consejería no se pronuncie las parejas se van turnando, pero para mí es difícil porque no tengo ningún tipo de ayuda”, afirma, aunque reconoce que la red vecinal está funcionando. Mañana ella trabajará en casa y acogerá a los niños que lo necesiten mientras ella trabaja... si le dejan.

María Traspaderne

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