Durante siglos, la Tapicería de Bayeux se ha interpretado como una obra pensada para espacios monumentales, vinculada a catedrales o grandes salas aristocráticas. Sin embargo, una investigación reciente plantea una hipótesis distinta: el célebre bordado del siglo XI pudo haber sido concebido para colgarse en un refectorio monástico, donde los monjes lo contemplaban mientras escuchaban lecturas durante las comidas. Esta propuesta permite explicar mejor tanto sus características físicas como su compleja estructura narrativa.
El estudio, publicado en Historical Research, sitúa el origen de la Tapicería en Canterbury, Inglaterra, probablemente en el entorno del monasterio de St. Augustine’s Abbey, poco después de la conquista normanda de Inglaterra. Allí existía una comunidad monástica con los medios técnicos, el conocimiento intelectual y la tradición visual necesarios para producir una obra de esa magnitud. El autor de la investigación, el profesor Benjamin Pohl del Departamento de Historia de la Universidad, destaca además el papel del abad Scolland como figura clave en la reorganización del monasterio tras 1066 y como posible impulsor del proyecto.
La practicidad es uno de los principales inconvenientes
Uno de los principales problemas de la interpretación tradicional es práctico. La Tapicería mide más de 68 metros de longitud y pesa alrededor de 350 kilos, lo que habría dificultado enormemente su exhibición continua y legible en una iglesia románica, fragmentada por columnas y arcos. A ello se suma que muchas de sus escenas y, sobre todo, sus inscripciones latinas quedarían fuera del campo visual del espectador en un espacio de grandes dimensiones.
La cuestión de la legibilidad resulta central en la nueva hipótesis. El bordado contiene 58 inscripciones que identifican personajes, lugares y acciones, y emplea términos como hic (“aquí”) o ubi (“donde”), que remiten a una lectura guiada de la imagen. Según el estudio, esta combinación de texto e imagen exige una observación cercana y prolongada, algo poco compatible con una nave catedralicia, pero plenamente coherente con un refectorio.
A quién iba dirigido
En los monasterios medievales, el refectorio era un espacio de silencio ritual en el que los monjes comían mientras escuchaban lecturas históricas, bíblicas o morales, conforme a la Regla de san Benito. Las paredes de estos comedores solían decorarse con imágenes narrativas que acompañaban ese ejercicio de memoria y contemplación. El artículo documenta numerosos ejemplos de refectorios europeos, incluidos varios normandos, cuyas superficies continuas permitían colgar grandes textiles a la altura de los ojos.
Esta reinterpretación también redefine el público al que iba dirigida la Tapicería. Frente a la idea de una audiencia aristocrática, el estudio sostiene que el nivel de comprensión del latín empleado apunta a una comunidad monástica. Además, el tono del relato es contenido y poco triunfalista: no glorifica sin matices a Guillermo el Conquistador ni demoniza a Harold, sino que presenta los hechos de forma ambigua, invitando a la reflexión moral sobre el poder, el juramento y la violencia.
El autor señala incluso paralelismos internos en la propia obra. En una de las escenas más conocidas, se contraponen dos banquetes: uno ruidoso, protagonizado por soldados normandos, y otro silencioso, presidido por el obispo Odo, donde los comensales comen pescado y se comunican mediante gestos. Esta segunda escena reproduce con precisión las normas del refectorio monástico, reforzando la conexión entre el bordado y ese entorno.
Vista desde esta perspectiva, la Tapicería de Bayeux no habría sido un objeto pensado para impresionar desde la distancia, sino para acompañar la repetición ritual del relato histórico, día tras día. Su posible exhibición en un espacio interno y no permanente también ayuda a explicar la escasez de referencias documentales tempranas. Más que una crónica monumental, el bordado aparece así como una herramienta de memoria colectiva, destinada a ser observada, escuchada y “digerida” lentamente por una comunidad monástica.