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El lento despegue de la lectura digital entre los niños

Los niños prefieren las tabletas a los e-readers

Paula Corroto

En Estados Unidos y Canadá, las ventas de ebooks infantiles han aumentado un 10% desde 2010. Así lo afirma el estudio realizado por Kobo The childreen digital’s Bookmarket: the future looks bright, publicado recientemente. En él han participado más de 60.000 padres que han ofrecido su opinión acerca de los hábitos de lectura de sus hijos. Entre los datos que se traslucen también figura la diferencia que comienza a establecerse entre niños y adultos. Así, mientras la mayoría de los padres prefieren los libros impresos, sólo la mitad de los hijos se decanta por esta opción y hasta el 40% señala que le gustan tanto los libros en papel como los ebooks. No obstante, el 73% de los adultos manifestó que leen libros a los niños a través de los dispositivos electrónicos.

En España, las cifras de la lectura digital infantil aún no alcanzan las cotas de los países anglosajones, como ocurre entre los adultos. El último Barómetro de Hábitos de Lectura de la Federación del Gremio de Editores (FGEE) indica que la lectura de ebooks entre menores de 13 años ha aumentado un 13,1% desde 2011, sin embargo, como señala Luis González, director adjunto de la Fundación Sánchez Ruipérez y al frente de varios estudios sobre los libros electrónicos y los niños, “es un número que parte de la nada, por lo que no es muy representativo”.

Los jóvenes lectores españoles todavía se refugian en el libro impreso para su lectura de ocio. “Lo que nos dicen es que en un aparato electrónico no se pueden meter de lleno en la historia porque les saltan continuamente mensajes y se distraen”, sostiene González. Eso sí, para los trabajos escolares y la búsqueda de información su comportamiento es absolutamente digital. “En esta cuestión sí que ha habido un cambio radical con respecto a hace algunos años. Los deberes de clase se hacen con los dispositivos y la lectura de revistas, por ejemplo, de baloncesto, si les gusta este deporte, también”, reconoce este experto.

Esta conducta choca con la de los niños norteamericanos. Según el informe de Kobo, el 60% lee sagas infantiles y juveniles como Los juegos del hambre en e-readers y tabletas. Ebooks que se encuentran a un precio de entre nueve y diez dólares. Es el mismo fenómeno que ocurrió con Harry Potter a nivel analógico hace quince años, ahora se produce con este tipo de libros en el entorno digital. Sin embargo, en nuestro país esto no ha sucedido, porque, entre otras razones estas sagas aún no están en formato electrónico. “No tenemos un acceso total al catálogo infantil y juvenil. Es un mercado que, aunque sí tiene títulos disponibles, aún no está del todo asentado”, sostiene González. Y es curioso porque, tal y como afirman las estadísticas sobre la lectura en España, el 80% de los menores de 13 años es lector habitual, mientras que en los adultos la tasa apenas llega al 60%. A eso se suma que muchos de estos chavales manejan a la perfección las aplicaciones digitales. “Mi hija de once años está encantada con Pottermore, porque además le proporciona una experiencia de lectura diferente”, asegura González. La conclusión es que, aunque mantengan los libros impresos, la industria editorial dedicada al sector infantil y juvenil puede estar perdiendo una importante suma económica. “De nuevo se pone de manifiesto que llevamos entre tres y cinco años de retraso en este desarrollo”, confirma el experto.

Los informes procedentes de EEUU con los que trabajan en la Fundación Sánchez Ruipérez proporcionan otra clave interesante para el futuro de la lectura digital: es más difícil abandonar este hábito si uno lee en dispositivos electrónicos. “Las cifras siempre señalan que al llegar la adolescencia se va dejando de leer, pero los chavales aficionados a los smatphones, tabletas y gadgets, aunque al principio llegan a ellos por una especie de impulso, después se dan cuenta de que les gusta leer en ellos y eso ya no se abandona”, manifiesta González. Un dato que la industria editorial quizá debería tener en cuenta.

Barómetro de hábitos de lectura y compra de libros en 2012

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