Este bonito pueblo de Almería conserva vestigios históricos y tiene un castillo‑palacio renacentista y cuevas con arte rupestre
Vélez-Blanco, en la provincia de Almería, conserva un legado que recorre etapas desde la prehistoria hasta la Edad Moderna y que se manifiesta en arquitectura militar, templos, restos arqueológicos y arte rupestre. El municipio está situado en la comarca de Sierra María-Los Vélez, al norte de Andalucía, y su núcleo urbano, declarado Conjunto Histórico-Artístico, se levanta en la ladera de un cerro coronado por un castillo del siglo XVI que sustituyó a la antigua alcazaba islámica. Esta fortaleza, transformada en residencia nobiliaria, se ha convertido en la construcción más representativa del municipio y en referencia patrimonial de la zona.
El castillo fue promovido entre 1505 y 1515 por Pedro Fajardo y Chacón, primer marqués de los Vélez, en un contexto en el que la Corona prohibía nuevas edificaciones defensivas. Para sortear esta disposición, se argumentó que se trataba de la rehabilitación de la alcazaba preexistente. La obra dio lugar a un complejo con doble función, militar y señorial, que muestra torres y murallas, pero también salones, patios y un mirador con vistas hacia la sierra. El edificio fue diseñado en dos cuerpos enlazados por un puente levadizo —hoy sustituido por pasarela fija— y combina rasgos góticos con soluciones renacentistas.
El casco urbano se articula en torno a barrios de origen andalusí, como la Morería, con calles estrechas y viviendas encaladas. Tras la conquista cristiana, se levantaron templos como la iglesia de la Magdalena, situada en el solar de una antigua mezquita, y la iglesia de Santiago Apóstol, de nave única cubierta por artesonado de madera. El convento de San Luis, la Casa de los Arcos, el ayuntamiento del siglo XIX y la fuente de los Caños de Caravaca completan el conjunto. A las manifestaciones arquitectónicas se suman los yacimientos prehistóricos de la zona, entre ellos la Cueva de los Letreros, declarada Patrimonio de la Humanidad, en la que se documenta el símbolo del Índalo.
El castillo-palacio y la dispersión de su patrimonio
El castillo de Vélez-Blanco se construyó como fortaleza y residencia de los marqueses en el primer tercio del siglo XVI. La disposición en dos recintos diferenciados permitía asegurar el control militar del territorio y al mismo tiempo ofrecer espacios residenciales y representativos. El Patio de Honor, concebido como elemento central, estaba elaborado en mármol blanco, con galerías superpuestas y capiteles corintios, frisos mitológicos y gárgolas decorativas.
En 1904, el Patio fue vendido al anticuario J. Goldberg, trasladado a Francia y después adquirido por George Blumenthal, que lo donó en 1941 al Museo Metropolitano de Arte de Nueva York, donde permanece desde 1964. Además, frisos de madera con escenas de Hércules y César fueron dispersados en museos de París, Castres, Ciudad de México y Madrid. Esta pérdida patrimonial supuso un hito en la historia del edificio y contribuyó a que en 1931 se declarara Monumento Histórico-Artístico y en 2002 Bien de Interés Cultural.
Desde la década de 1960 se han desarrollado trabajos de restauración orientados a consolidar estructuras y recuperar espacios. Actualmente, el castillo se abre al público de manera gratuita, con aforo limitado y horarios adaptados a la temporada. Aunque carece de su patio original, conserva su silueta sobre el caserío y ofrece un recorrido por la parte militar y palaciega. Los proyectos de recreación digital pretenden complementar la visita mediante la reproducción virtual del Patio de Honor.
Patrimonio urbano, arqueológico y natural
El casco histórico de Vélez-Blanco refleja la superposición de etapas. En la Morería se aprecia el trazado islámico, la iglesia de la Magdalena se asienta sobre una antigua mezquita y la iglesia de Santiago Apóstol constituye el templo de mayor tamaño. El convento de San Luis, la Casa de los Arcos y el ayuntamiento del siglo XIX completan el recorrido urbano protegido como Conjunto Histórico-Artístico.
En el Collado de las Arenas se observa el conjunto del caserío y la fortaleza, enmarcados por el Parque Natural Sierra María-Los Vélez. Este espacio natural combina relieves montañosos con áreas de cultivo y alberga cuevas con arte rupestre reconocidas como Patrimonio Mundial. La Cueva de los Letreros, donde se encuentra el símbolo del Índalo, y la Cueva de Ambrosio destacan por su valor arqueológico.
El acceso a Vélez-Blanco se realiza por la autovía, con trayectos de una hora y cuarenta y cinco minutos desde Almería y de una hora y veinte minutos desde Murcia. El castillo abre de miércoles a domingo, con horarios de mañana y tarde en verano y de mañana y primeras horas de la tarde en invierno. El aforo se limita a treinta personas por pase y el recinto permanece cerrado los días 1 y 6 de enero, 1 de mayo, 24, 25 y 31 de diciembre.
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