Para ubicarte en el mapa: las zonas de Praga que debes conocer antes de ir

Praga no es solo una de las capitales más bellas de Europa, también es una de las más complejas de entender. Dividida en distritos numerados y en antiguos barrios que alguna vez fueron ciudades independientes, la capital checa se descubre paso a paso, cruzando puentes, torres y callejones empedrados donde la historia se mezcla con la leyenda.

Si estás planeando tu viaje y quieres saber dónde alojarte o simplemente orientarte antes de recorrerla, aquí tienes un mapa emocional y práctico de sus zonas más emblemáticas: seis barrios que condensan todo el encanto de la “Ciudad de las Cien Torres”.

Staré Město: el corazón medieval de Praga

Staré MÄ›sto, o Ciudad Vieja, es el epicentro histórico y turístico de Praga. Aquí todo parece sacado de un cuento gótico: callejones laberínticos, fachadas con filigranas y una plaza que parece un escenario teatral.

En ella se alza el Reloj Astronómico, uno de los símbolos de la ciudad, que cada hora reúne multitudes para ver su desfile mecánico. También encontrarás la Iglesia de Nuestra Señora de Týn, con sus torres gemelas dominando el cielo, y el Puente de Carlos, que conecta esta parte con el Castillo.

Pasear por Staré MÄ›sto es retroceder siglos: entre tabernas, tiendas de artesanía y conciertos de órgano, el pasado sigue latiendo con ritmo propio. Es, sin duda, el lugar más mágico para alojarse y dejarse llevar sin mapa.

Malá Strana: la Praga de los palacios y los jardines

Al otro lado del río Moldava, a los pies del Castillo, se extiende Malá Strana —el “Lado Pequeño” de Praga—, una zona que concentra la esencia barroca de la ciudad. Fue durante siglos el barrio de la nobleza y la diplomacia, y hoy mantiene ese aire elegante y tranquilo.

Sus calles empedradas invitan a caminar sin rumbo entre palacios, embajadas y jardines secretos que se abren entre muros antiguos. Entre sus joyas están la Iglesia de San Nicolás, uno de los templos barrocos más impresionantes de Europa Central, y la Isla Kampa, un rincón romántico junto al río donde el bullicio se disuelve en calma.

Por la noche, Malá Strana se ilumina con faroles y adquiere un tono melancólico irresistible. Es el lugar perfecto para ver cómo Praga se vuelve de oro al caer el sol.

Hradčany: la cumbre imperial

Sobre la colina se levanta el Castillo de Praga, una de las fortalezas más grandes del mundo y el origen de la ciudad. Su creación en el siglo IX dio lugar al barrio de Hradčany, que se desarrolló a su alrededor como una pequeña ciudad aristocrática.

Aquí cada edificio es una lección de historia: el Palacio Real, la Catedral de San Vito, el Callejón del Oro con sus diminutas casas de colores… Desde las murallas se obtienen las mejores vistas de toda Praga, especialmente al atardecer, cuando el Moldava refleja el último destello del día.

Hradčany es la Praga solemne y majestuosa, la de los emperadores y los mitos. Y, aun así, conserva la serenidad de un lugar que parece suspendido en el tiempo.

Josefov: el alma judía de Praga

Entre la Ciudad Vieja y el río se encuentra Josefov, el antiguo barrio judío, una de las zonas más conmovedoras de la ciudad. Nació de la unión de dos comunidades hebreas y sobrevivió a siglos de persecución, reformas y tragedias.

Hoy, sus calles conservan una atmósfera cargada de memoria. La Sinagoga Vieja-Nueva, una de las más antiguas de Europa, sigue en pie junto al Cementerio Judío, donde las lápidas parecen apilarse unas sobre otras. También destacan el Museo Judío de Praga y la figura legendaria del Golem, que según la tradición aún duerme en el ático de la sinagoga.

Josefov es una parada obligatoria no solo por su historia, sino por la intensidad emocional que transmite: un homenaje a la resistencia y la cultura que marcaron a Praga para siempre.

Nové Město: la Praga moderna sin perder raíces

Fundada por el emperador Carlos IV en 1348Nové MÄ›sto —la Ciudad Nueva— no es tan “nueva” como su nombre sugiere, pero sí la más dinámica. Aquí palpita la vida cotidiana de los praguenses, entre cafés, librerías, tiendas de diseño y avenidas amplias que contrastan con los callejones medievales del centro.

Su epicentro es la Plaza de Wenceslao, escenario de algunos de los momentos más importantes de la historia checa reciente, desde la Primavera de Praga hasta la Revolución de Terciopelo. También alberga el Museo Nacional, cuya imponente fachada preside la colina.

Nové MÄ›sto es la Praga urbana, la que late con ritmo europeo, pero sin perder su alma bohemia ni su pasión por la historia.

Vyšehrad: el secreto mejor guardado

Al sur del centro, sobre una colina que domina el Moldava, se encuentra Vyšehrad, el gran tesoro oculto de Praga. Es una de las zonas menos turísticas y, sin embargo, una de las más bellas.

Aquí nació la leyenda: según la mitología checa, fue el primer asentamiento de la ciudad, fundado por la princesa Libuše. Hoy, su fortaleza medieval y sus jardines ofrecen un paseo tranquilo con unas vistas espectaculares del río y de los tejados de Praga.

Dentro del recinto destacan la Basílica de San Pedro y San Pablo, el cementerio nacional donde descansan grandes figuras de la cultura checa y las antiguas murallas, ideales para caminar al atardecer.

Vyšehrad es, en pocas palabras, la Praga contemplativa: silenciosa, verde y espiritual.