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La eurozona se enfrenta a una década perdida

Domenec Ruiz Devesa

Se multiplican las voces que muestran su preocupación por el anémico ritmo de crecimiento de la Eurozona. ¿Es sencillamente fruto de la salida de la recesión o estamos inaugurando un nuevo ciclo de bajo crecimiento?

El gráfico nos muestra la notable reducción del PIB potencial de la Zona Euro a largo plazo a partir de 2008 al comparar esta variable con la trayectoria que hubiera seguido el PIB en caso de no haberse producido la crisis.

El PIB potencial, que debe estimarse estadísticamente, revela la capacidad máxima de crecimiento de la economía con las dotaciones de capital, trabajo y tecnologías disponibles. Generalmente, cuando se produce una crisis económica, el crecimiento del PIB real cae por debajo del PIB potencial, ya que a corto plazo se están utilizando en menor medida los recursos disponibles (al caer la tasa de inversión, hay capitales no invertidos y crece el desempleo)

En el caso de la crisis económica iniciada en 2007-2008, vemos que no solamente se ha reducido el PIB real respecto del potencial, lo que es esperable, sino que también se ha reducido el PIB potencial a largo plazo. Esta característica es típica de las crisis financieras, que afecta sobre todo a la tasa de inversión.

Las razones hay que buscarlas en los efectos de carácter estructural que han tenido las políticas anticrisis, las cuáles han priorizado la estabilidad presupuestaria sobre el relanzamiento del crecimiento, impidiendo que la inversión pública compensara la caída de la inversión privada, con graves consecuencias en el largo plazo. Se ha descubierto además que los multiplicadores fiscales negativos derivados de la reducción del gasto e inversión públicos sobre el crecimiento económico son muy superiores a uno.

Por otro lado, el alto desempleo ha aumentado la población inactiva, como consecuencia del aumento de trabajadores desanimados (parados de largo plazo que dejan de buscar empleo), vuelta a los estudios a tiempo completo de trabajadores jóvenes, así como caída de la inmigración hacia Europa y aumento de la emigración fuera de nuestro continente. Todo lo cual ha mermado el stock de trabajadores disponibles y por tanto el crecimiento a largo plazo, al tiempo que la reducción de las rentas del trabajo por los despidos y la contracción salarial ha perjudicado la demanda potencial. Al combinarse este efecto con una menor inversión, se reduce el stock de capital con finalidades productivas a largo plazo.

Por último la caída de la tasa de inversión pública y privada en I+D+i, reduce las posibilidades de mejorar la Productividad Total de los Factores.

En resumidas cuentas, la política económica aplicada a partir de 2010 en la Zona Euro no solo ha dañado el crecimiento económico a corto y medio plazo, sino que parece haber reducido nuestro potencial de desarrollo a largo plazo al disminuir los stocks de trabajo, capital productivo y las capacidades de innovación y desarrollo.

En definitiva, tal y como advirtió la Comisión en 2010 en la comunicación de la estrategia Europa 2020, una década perdida.

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