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El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora

Los mismos técnicos (de Medio Ambiente) pero distintas instrucciones

El 'Rowan Renaissance', buque utilizado por Repsol en aguas de Canarias.

Es frecuente escuchar a José Manuel Soria defender con pasión la profesionalidad, independencia e imperturbabilidad de los técnicos del Ministerio de Agricultura y Medio Ambiente cuando se le pregunta cómo es posible que desde el mismo departamento se hayan bendecido con hisopos y bajo palio los sondeos petrolíferos en Canarias y, por el contrario, se hayan desaconsejado (con evidentes síntomas de declaraciones de impacto ambiental negativas) los previstos en las costas de Andalucía, Levante y Baleares. Pretende el señor ministro que en el actual escenario de degeneración nos creamos que por el hecho de haber obtenido una plaza por oposición, el ser humano que la adquiere se convierte en una especie de monje tibetano ajeno a cualquier fenómeno atmosférico adverso, también conocido como injerencia política en cualquiera de sus grados (petición cariñosa, presión en las partes pudendas, amenaza con “aquello que te perdoné una vez”…) Es evidente que en el Ministerio de Medio Ambiente del Gobierno de España ha habido injerencias políticas a la hora de acometer las diferentes autorizaciones para sondeos de hidrocarburos en las costas del país, lo que a la vista de los resultados obtenidos, nos conduce a la terrible conclusión de que hay funcionarios a los que esas injerencias les han hecho mella hasta el punto de decir lo mismo y su contrario ante situaciones ambientales idénticas. Las pruebas están a disposición de cualquiera –experto o profano en la materia- en forma de resoluciones ambientales para las prospecciones en Canarias y para las del resto de autorizaciones en tramitación. La última prueba la hemos ofrecido este domingo a nuestros lectores: las cualidades ambientales de Baleares desaconsejan, a ojos de la Dirección General de Sostenibilidad de la Costa y el Mar, hacer sondeos en ese archipiélago por el evidente peligro que esas operaciones pueden suponer para el amplio catálogo de fauna marina allí presente. Estamos, como ocurrió ante un posicionamiento similar ante los sondeos que se planean en el Golfo de Valencia, ante una flagrante contradicción de ese departamento gubernamental porque, con todos los respetos hacia la amplia, rica y protegida biodiversidad del Mediterráneo, la de Canarias le supera en todos los parámetros conservacionistas.

Una directora técnica muy sandunguera

Estamos ante los mismos técnicos y ante el mismo departamento. Fue la primera consulta que evacuamos, no fuera a ser que en el organigrama ministerial exista un departamento que vele por los valores ambientales del litoral ibérico y otro que, con el desdén acostumbrado, se ocupe de las costas de ultramar. No, insistimos, todo se residencia en la misma Dirección General de Sostenibilidad de la Costa y del Mar, bajo la égida de la misma Secretaría de Estado de Medio Ambiente, responsabilidad de Federico Ramos de Armas, que llegó al Gobierno de España tras pasar por la misma responsabilidad en la Comunidad de Madrid, con lo que ya se pueden imaginar cómo es el andar de la perrita. Dentro de la referida dirección general encontramos a una directora técnica, la de la División para la Protección del Mar, que es la responsable directa de estos informes tan sandungueros, a la par que contradictorios. Se llama Ainhoa Pérez Puyol y fue capaz de reflejar en su informe sobre las prospecciones de Repsol en Canarias mayores cualidades ambientales que las que ella misma destacó para el Mediterráneo, pero a diferencia de las recomendaciones negativas en este último caso, en las de este lado de África añadió las bendiciones que, a la postre, dieron lugar a la declaración positiva de impacto ambiental. Pérez Puyol sostiene, como muchos científicos, que en las inmediaciones de Canarias se da la mayor concentración de zifios del mundo, pero en el párrafo siguiente, con algunas advertencias desatendidas por completo por su propio ministerio, dio vía libre a las apetencias de la petrolera apadrinada por Soria y por Arias Cañete. Esta directora técnica se enfrenta en estos días, al igual que algunos funcionarios a sus órdenes, a una situación bastante delicada, derivada de un lado de las exigencias de información provenientes de la Unión Europea, y de las acciones penales que el Gobierno de Canarias ha puesto en manos del equipo de abogados que dirige el ex magistrado del Supremo José Antonio Martín Pallín. Algunos funcionarios hace un tiempo que andan pidiendo ser trasladados de departamento como forma de escabullirse de las constantes injerencias políticas que sufren, porque si Soria y Cañete son los directos padrinos de las prospecciones de Repsol en Canarias, todo el PP balear, valenciano y andaluz ha ejercido presiones para que en sus territorios se prohibieran las que, efectivamente, van camino de prohibirse.

Demasiados agujeros negros

Los peores presagios se van cumpliendo. José Manuel Soria y el Gobierno de España, de un lado, y Repsol, del otro, se enfrentan ante la clara evidencia de que en el caso de los sondeos petrolíferos en Canarias ha habido una clara connivencia, una influencia clara en favor de la petrolera del compadre Brufau a través de una manga muy ancha en los ministerios de Industria y de Medio Ambiente. Ambos departamentos no tienen explicaciones razonables que ofrecer ante la palmaria contradicción que supone autorizar en una región española lo que se deniega en otras tres con los mismos argumentos ambientales que sirven para unas y no para la otra. Las primeras explicaciones, como decíamos, habrá de ofrecérselas el Gobierno de Rajoy a la Comisión Europea, donde paradójicamente se sienta ahora Miguel Arias Cañete. La UE ya se ha dirigido a España para que aporte todos los documentos que en la fase de autorización a Repsol se le denegaron a las instituciones canarias personadas en el procedimiento. Se trata de una ingente cantidad de informes que la petrolera incorporó cuando ya había concluido la fase de información pública (septiembre de 2013) y hasta la aprobación de la Declaración de Impacto Ambiental (junio de 2014). Entre los técnicos del Ministerio de Medio Ambiente cunde el desconcierto y algo pánico ante las dudas sobre lo que contestar a Bruselas, siendo como son todos –Soria dixit- duchos funcionarios que se ganaron a pulso por oposiciones su plaza y su prestigio profesionales. Nadie les advirtió de lo que podía ocurrirles tanto administrativa como penalmente (si es que había que hacerlo), cuando hicieron lo que hicieron con el expediente de Repsol, tan plagado de irregularidades que no superaría una práctica de escuela jurídica de primero de Derecho.

Silencio en Sandía

Mientras se acumulan las pruebas que demuestran esa connivencia del Gobierno con Repsol (que nos perdone el señor Brufau, que se irrita cada vez que la palabra connivencia aparece junto al nombre de la compañía que preside) nos hemos enterado de que la petrolera canadiense que pretendía sondear en las costas andaluzas anunció a las autoridades –antes incluso de que se conocieran las reticencias de Medio Ambiente- que pone agua por medio y que abandona sus pretensiones. Con una visión que Repsol no ha tenido nunca con respecto a sus proyectos en Canarias, Sherrit International Corporation huyó el enjambre en el que vio que se metía al detectar contestación social y política en sus sondeos Chinook frente a Málaga, Granada y Almería. Pronto harán lo mismo, muy probablemente, las que tenían el ojo echado al Golfo de Valencia y a Baleares, sobre todo tras el escenario dibujado con la estrepitosa caída del precio del barril de petróleo decretada por la OPEP ante otra paradoja soriana: la competencia del petróleo obtenido por fractura hidráulica, o fracking. Los productores árabes han saturado los mercados y reventado el precio del barril en contestación a esa opción de explotación de hidrocarburos por la que también apuesta nuestro brillante ministro, lo que a continuación convierte en escasamente rentables los pozos en aguas profundas. Repsol está desesperada por acabar ya con su aventura en Canarias y acelera los trabajos para sellar el pozo de Sandía este próximo mes de enero y renunciar a cualquier otro intento en la siguiente cuadrícula, Chirimoya. Nada se sabe de la marcha de las perforaciones porque desde el pasado día 19 no se actualiza el diario de a bordo que la petrolera mantiene en su web. Su intención es llegar a los 3.700 metros de profundidad, aunque la autorización del compadre Soria solo hablaba de 3.170.

Habla Soria

El silencio de Repsol contrasta con la locuacidad de Soria, que ni siquiera ha descansado por Navidad. En una entrevista concedida a La Provincia y publicada este domingo, el ministro de Industria vuelve a la carga petrolera para fijar ya su posición en el escenario que surja tras los sondeos de Repsol. En cualquiera de los dos posibles, él siempre ganaría, porque si hay hidrocarburos, habrá maná para todos, y si no hay, será el Gobierno canario el que quede en ridículo por la campaña en contra que ha ejecutado estos últimos años. Por supuesto descarta que el desgaste sufrido por su empeño vaya a pasar factura electoral al PP, lo que las encuestas desde luego no reflejan a día de hoy. Pero, ¿y si no hay? ¿Habrá valido la pena su empecinamiento personal y político? ¿No será él (el empeño del operador) el que habrá hecho el ridículo? Y si hay, ¿cree que se reducirá la contestación cuando, acto seguido, lo que tocaría sería la autorización para la explotación del yacimiento? A Soria las encuestas de opinión le importan una higa, y a la que hizo el Gobierno canario con más de un 80% de oposición a las prospecciones él opone “otras” de las que no supo dar razón pero que, evidentemente, dicen lo contrario. Y olé. La respuesta recordó mucho a la que dio a Cinco Días cuando respondió que otros países del mundo copiaban ya el modelo de primas a las renovables. ¿Qué países?, le preguntaron. No lo sé, contestó. Es evidente que todavía cree el presidente del PP canario que el mundo gira a su alrededor, y que su ombligo está situado exactamente en el meridiano de Greenwich, que como quedó claro y todo el mundo sabe, pasa por el patio de su casa.

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