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Contrapoder es una iniciativa que agrupa activistas, juristas críticos y especialistas de varias disciplinas comprometidos con los derechos humanos y la democracia radical. Escriben Gonzalo Boye (editor), Isabel Elbal y Sebastián Martín entre otros.

Análisis crítico de la EPA del segundo trimestre de 2015

Eduardo Garzón Espinosa

Miembro de la Fundación Europa de los Ciudadanos (Izquierda Unida) —

El segundo trimestre del año siempre es una de las épocas buenas del mercado laboral español, especialmente si las vacaciones de Semana Santa o parte de ellas tienen lugar en abril, como ha ocurrido este año. Ni que decir tiene que el carácter estival de la época incentiva el empleo temporal. Prueba de ello es que el 84,5% de los nuevos contratos han sido temporales, y que las comunidades que más empleo han creado este trimestre son de las más volcadas al turismo (Baleares y Andalucía) y las que han destruido empleo son de las que menos volcadas están (País Vasco, Asturias y Cantabria). Por cierto, el hecho de que en regiones tan importantes como las mencionadas se haya destruido empleo nos revela que no nos encontramos frente a una sólida creación de empleo.

Por otro lado, no podemos olvidar que este buen comportamiento se debe fundamentalmente al favorable contexto macroeconómico internacional (masiva afluencia de turistas que evitan el norte de África por los conflictos que allí tienen lugar, depreciación del euro, menor precio del petróleo, políticas expansivas del Banco Central Europeo…). A pesar de todo ello, este segundo trimestre es ligeramente menos bueno que el mismo periodo del año pasado en términos desestacionalizados. A saber cuán intensa sería la creación de empleo si en vez de haberse aplicado durante 5 años políticas de austeridad se hubiesen llevado a cabo medidas de política económica expansiva. Estamos en condiciones de afirmar con rotundidad que en España se está creando empleo “a pesar” de las políticas del PP y del PSOE, y no “gracias” a ellas.

Por último, si echamos la vista atrás comprobamos que hoy día hay 436.500 ocupados menos que hace justo 4 años, y 290.000 familias más con todos sus miembros en paro. Es decir, que aunque se esté generando por fin algo de empleo, todavía estamos lejos de los niveles que se encontró Rajoy al llegar y extraordinariamente lejos de los niveles anteriores a la crisis.

Ahora bien, no sólo importa que se cree empleo sino las condiciones del mismo. He aquí la mayor pega de esta nueva situación de aumento del empleo: la intensa y generalizada precarización del mercado laboral. La calidad de los nuevos puestos de trabajo es ínfima, y ello se constata atendiendo a cinco características esenciales:

1) La inmensa mayoría de los nuevos contratos son temporales. La proporción de trabajadores con contrato temporal ha aumentado notablemente durante el gobierno de Rajoy (en más de 1 punto porcentual), y la duración de los mismos es cada vez menor (mientras que en 2008 era de 78 días de media, en la actualidad es de 54 días). Esto último se debe en parte a que se registra el doble de contratos de un día de duración que en 2008.

2) El número de contratos a tiempo parcial aumenta a ritmos vertiginosos. La proporción de trabajadores a tiempo parcial sobre el total ha aumentado en casi 3 puntos porcentuales durante el gobierno de Rajoy. Es importante destacar que el 63,3% de todos ellos desearía trabajar a tiempo completo (en 2008 este porcentaje era de la mitad). Hoy día hay 230.100 ocupados a tiempo parcial más que hace justo 4 años, cuando había menos ocupados en total.

3) La remuneración de los nuevos empleos es notablemente reducida. Aún no existen datos actualizados al respecto, pero gracias a la teoría económica (que nos dice que con tasas de paro enormes como la actual la remuneración de los empleados tiende a caer), a la experiencia personal, y a los datos de los últimos años estamos en condiciones de afirmar que los nuevos salarios son muy reducidos. La mitad de los nuevos contratos producidos entre 2007 y 2013 tienen un salario por debajo de los 978 euros, algo que no ocurría desde hace 20 años si realizamos las comparaciones pertinentes.

4) Todos los nuevos contratos disponen de menos derechos laborales y de menor intensidad que los anteriores a 2010, debido a las reformas laborales llevadas a cabo por los gobiernos del PSOE y del PP. Los contratos indefinidos son una reliquia, porque hoy día apenas hay diferencia entre este tipo de contratos y los contratos temporales en materia de indemnización por despido y otras características. Además, cada semana hay casi 4 millones de horas extraordinarias que no se pagan (si esas horas se trasladasen a nuevos empleos a tiempo completo hablaríamos de la generación de 100.000 puestos de trabajo), y la tendencia es desgraciadamente ascendente.

5) Los nuevos empleos se registran mayoritariamente en los sectores típicos de la economía española: los de bajo valor añadido, replicando así el mismo modelo económico que nos trajo a esta situación de crisis y alejándonos de la urgente y necesaria transición de modelo energético y productivo. En los últimos 4 años, entre las ramas económicas que más empleo han creado destacan: hostelería, restauración, actividades inmobiliarias, actividades auxiliares a los servicios financieros y a los seguros, actividades de agencias de viajes, y actividades deportivas, recreativas y de entretenimiento. En cambio, entre las ramas económicas que más han destruido empleo están: fabricación de productos informáticos, electrónicos y ópticos, fabricación de material y equipo eléctrico, fabricación de otros productos minerales no metálicos, fabricación de productos metálicos, industria textil y metalurgia, fabricación de productos de hierro, acero y ferroaleaciones.

En definitiva: se crean nuevos empleos, sí, pero en unas condiciones mezquinas y de una calidad nunca vista. Contratos temporales, a jornada parcial, con salarios reducidos, con alta inseguridad laboral, con niveles de explotación destacables, y en actividades de bajo valor añadido, que explican que el porcentaje de trabajadores pobres no deje de aumentar y haya alcanzado la cota del 12,3% (más de dos millones de personas), situando a España en el tercer puesto de toda la Unión Europea en este desdichado ranking. Y todo ello sin olvidar que los que no tienen empleo también empeoran: el porcentaje de parados que reciben prestaciones por desempleo ha caído al 55,72%, un 7,7% menos que el año anterior. El Estado gasta ahora un 17,8% menos que hace un año en estas actuaciones.

Todo ello no está sirviendo para mejorar la situación de emergencia social en la que se encuentra una buena parte importante de la población: 770.400 hogares no tienen ningún tipo de ingresos; el 16,1% de las familias declaran tener mucha dificultad para llegar a fin de mes; el 42,4% de todas las familias españolas declaran no poder afrontar gastos imprevistos de 650 euros; el 28,3% de la población está en riesgo de pobreza; el 36,80% de personas pobres tienen trabajo por cuenta propia -autónomos-, etc.

Nos encontramos con un nuevo paradigma laboral que comienza a asentarse poco a poco en nuestra economía: el del empleo precario y trabajadores pobres, tan conocido en determinados países asiáticos. Las políticas de los sucesivos gobiernos del PSOE y PP han aniquilado empleo de calidad y han facilitado que ahora se cree algo de empleo, pero fundamentalmente precario y de baja calidad; y todo ello después de haber estado años destruyendo empleo de calidad. Ello está provocando un desguace del empleo existente, que se puede constatar observando que el número medio de horas trabajadas por empleado desciende.

En definitiva, es importante mirar más allá de los mensajes claramente sesgados de la propaganda del gobierno para darse cuenta de que no hay motivos para felicitarse por los datos de empleo y sí muchos para continuar reivindicando verdaderas políticas de rescate ciudadano.

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