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Bayreuth abre temporada con Kosky, un judío para la ópera preferida de Hitler

EFE

Bayreuth (Alemania) —

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El Festival Richard Wagner de Bayreuth (Alemania) abre mañana con el estreno de los “Maestros Cantores de Nuremberg”, dirigida por el australiano Barrie Kosky, el primer judío al que se confía la dirección en este templo wagneriano de la que fue la ópera preferida de Adolf Hitler.

El tenor Klaus Florian Vogt, una voz y presencia especialmente queridas en Bayreuth, y la asistencia de la canciller, Angela Merkel, asidua a esa cita operística, y los reyes suecos, Carlos Gustavo y Silvia, marcarán la apertura del elitista festival.

La pieza de Kosky, desde 2012 director general de la Ópera Cómica de Berlín, es el único estreno de la temporada, de acuerdo a la tradición de la casa de ofrecer, a lo sumo, una producción nueva por año, y de completar con reposiciones el resto de la programación.

El minimalista “Tristan e Isolda” estrenado el año pasado por la biznieta del compositor y directora del festival, Katharina Wagner, con Christian Thielemann, su director musical titular, tendrá su segunda oportunidad en Bayreuth.

Le seguirá el “Parsifal”, bajo la dirección de Harmut Haenchen y Uwe Ulrich Laufenberg, y el “Anillo del Nibelungo”, con Frank Castorf, estrenado cuatro años atrás entre tempestades de abucheos, pero que mientras tanto ha ido reconciliándose con el exigente público de Bayreuth.

La historia del modesto zapatero convertido en héroe, de las pocas piezas wagnerianas entre humanos, es desde la perspectiva actual entre lo más inocente en el universo de tempestades creado por Richard Wagner.

Sin embargo, poco después de su estreno, en 1845, empezó a verse en su contenido una glorificación de lo germano, a lo que siguió la entronización e instrumentalización durante el Tercer Reich.

Los herederos del compositor -y muy especialmente su nuera, la británica Winifred Wagner, esposa de Siegfried- pusieron el festival a los pies de Hitler y este convirtió los “Maestros Cantores” en pieza por excelencia de Bayreuth, a cuyas galas se invitaba a los oficiales y heridos de guerra a los que se quería premiar.

La ópera de culto durante el nazismo no se ha desprendido nunca completamente de esa estigmatización y el propio Bayreuth ha jugado la carta del coqueteo con esa etiqueta colocando ahora Kosky al frente de la nueva producción.

Será, según parece, la principal fuente de comentarios de un festival donde el culto a los escándalos, mayores o pequeños, o a las rencillas entre los descendientes de Richard Wagner, suele llenar las conversaciones en los entreactos.

Bayreuth está pacificado desde que en 2008 se puso fin a una tormentosa guerra de sucesión al frente del festival entre distintas ramas familiares y colocarse Katharina y su hermana Eva Pasquier-Wagner como co-directoras de consenso.

Katharina se convirtió hace dos años en directora en solitario del festival, inaugurado en 1876 por Richard Wagner y dirigido desde su reapertura en la postguerra alemana y durante décadas por Wolfgang Wagner, hijo de Winnifred y Siegfried.

Al talento de quien fue el hermano algo eclipsado de Wolfgang, Wieland, se dedicará en esta edición un homenaje, en forma de exposición y concierto.

El pretexto es el centenario del nacimiento de Wieland, en 1917, y a evocar su figura se consagra una exposición temporal inaugurada este lunes en el museo Richard Wagner de Bayreuth.

“Nada es para siempre”, es el título de la exposición, dedicada a la revolución musical y operística imprimida por Wieland Wagner en la etapa de refundación del festival, que había quedado bajo tutela de los aliados tras el fin del Tercer Reich.

Wieland y Wolfgang compartieron la tarea de dirigir el festival en esa difícil etapa, en los años 50. Tras la muerte del primero, en 1966, Bayreuth quedó enteramente bajo las riendas de Wolfgang.

Desde entonces, se mantiene como un dogma el culto a Richard Wagner, único compositor al que se sigue dedicando, temporada a temporada, el programa del festival operístico bávaro.

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