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David Young publica “Hijos de la Stasi”, una “distopía realista” en la RDA

David Young publica "Hijos de la Stasi", una "distopía realista" en la RDA

EFE

Madrid —

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Limpió retretes en ferris y fue repartidor de una carnicería hasta que dio el salto a la BBC, un trabajo del que David Young “escapó” en 2012 para empezar un curso de escritura del que nació “Hijos de la Stasi”, retrato de la Guerra Fría, que, dice hoy a EFE, puede leerse como una “distopía realista”.

Ambientado en la República Democrática Alemana (RDA) de 1975, el debut literario de Young (Hull, Reino Unido, 1958) llega a España editado por Harper Collins y precedido de un éxito que le valió en 2016 el CWA Historical Dagger Award y, también, la posibilidad de extender la saga más allá de lo que tenía pensado en un principio.

Porque Young, invitado del festival Getafe Negro, había firmado un contrato para hacer una trilogía, y ahora se ha ampliado a cinco novelas -la segunda, “Stasi Wolf”, ya publicada en Reino Unido-, gracias, en parte, a la decisión “cínica” de centrar la trama en los años dorados de la Alemania del Este.

“Quería empezar en una época en la que la RDA estaba todavía relativamente fuerte antes de empezar a desmoronarse y fue una decisión cínica. Pensé que, si la serie tuviese éxito, podría escribir más libros y, si lo ambientaba en el 88, ya todo estaría acabando”, apunta Young, quien escribe en el cobertizo del jardín de su casa.

En “Hijos de la Stasi”, Young encontró un “nicho diferente”, una novela negra ambientada en el bloque comunista, que, dice, puede leerse como una “distopía realista” en la que ha intentado “ser equilibrado”: “Lo que no me gusta de algunas novelas de la Guerra Fría es que el Este es el malo, y Occidente el bueno”, precisa.

En el Berlín Oriental de 1975, la detective “oberleutnant” -teniente o primer teniente en algunos ejércitos- Karin Müller es llamada para investigar la muerte de una adolescente al pie del Muro, pero al ver el cuerpo comprende que no se trata de una muerte más: la chica huía, sí, pero de la parte occidental.

Müller pertenece a la Policía del Pueblo, cuyos poderes están de facto limitados por la todopoderosa Stasi, el ministerio para la Seguridad del Estado, que por un lado le pide que descubra la identidad de la chica y por otro le asegura que el caso está cerrado y le anima a que se abstenga de hacer más preguntas.

Las pruebas no cuadran, y Müller se da cuenta de que el escenario del crimen es un montaje, a pesar de que no es consciente de que la pista que sigue la llevará por un sendero lleno de peligros que afectarán a su vida personal, en una República Democrática Alemana en la que las mentes curiosas no están bien vistas.

“Uno de mis problemas principales cuando empecé a escribir la novela fue que la gente dice que hay que escribir de lo que conoces, y yo estaba escribiendo sobre una mujer y sobre Alemania, cuando no sé ni alemán”, comenta, divertido, Young.

Porque otra de las decisiones “un poco cínicas” que tomó a la hora de escribir “Hijos de la Stasi” fue darle el protagonismo, precisamente, a una mujer teniente en una época en la que, a su juicio, la “gran mayoría” de mujeres de los países soviéticos trabajaba, al contrario de lo que ocurría en el bloque occidental.

Apostilla que, aunque las novelas ambientadas en la Guerra Fría suelen estar dirigidas a hombres, las mujeres “leen más” novela negra, y también por ello decidió que su protagonista fuese una teniente en esta novela en la que también aborda la realidad de los internados conocidos como “Jugendwerkhof”.

“A menudos los niños estaban ahí no porque hubieran hecho algo malo, sino porque quizá sus familias habían hecho algo malo”, apunta Young, al tiempo que añade que “una gran cantidad de jóvenes y niños fueron presionados para ser informantes no oficiales de la Stasi” en esos centros.

Precisa que el “Jugendwerkhof” de “Hijos de la Stasi” es ficticio, pero menciona el de la ciudad de Torgau como inspiración, tristemente conocido por los abusos sexuales y el maltrato a los que sometían a los niños ahí recluidos.

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