Titiriteros de todo el mundo reivindican la riqueza cultural en Bangkok

Marionetas que cobran vida a través de las sombras, artistas convertidos en muñecos de trapo y, sobretodo, hilos que mueven historias es la oferta de las compañías de 80 países que acuden al Carnaval Internacional de Títeres Armonía en Bangkok.

La presencia latinoamericana y española en el festival es numerosa, con funciones de Argentina, Brasil, Colombia, Cuba, Ecuador, México, Guatemala, Perú, Uruguay y Venezuela que mezclan estilos y disciplinas en los teatro cercanos al palacio real de la capital.

“En sudamérica muchas veces hay propuestas más interesantes que las europeas porque se atreven a experimentar más, la sangre latina y la música es fantástica, y suelen apostar más por el espectáculo que por el dramatismo”, afirmó Rod Petrovic, director ejecutivo del festival.

Del continente sudamericano vinieron payasos, mimos, piezas teatrales, audiovisuales y todo tipo de peleles y monigotes para concienciar, transmitir la cultural local o simplemente entretener.

“No existen rivalidades históricas, ni Pele ni Maradona”, bromeaba el payaso argentino Gustavo Tuti Nuñez mientras saludaba a los miembros de “Caixas da diversidade”, iniciativa brasileña que muestra actuaciones de dos minutos dentro de cajas con miniaturas y aboga por el respeto a la diversidad.

Otro ejemplo de la capacidad de los títeres para unir personas y culturas es Gnayaw, una producción española-mexicana-indonesia que reinterpreta la música y el teatro de sombras de la isla de Java y, mediante marionetas creadas a partir de basura reciclada, intenta concienciar sobre la contaminación en el mar.

“En este mundo global parece que lo más interesante son las etnicidades, en el arte en general hay varios conceptos que todos los artistas manejamos, pero viene uno aquí y se encuentra con sabores y colores de regiones específicas del mundo”, señaló el mexicano Victorhugo Hidalgo, director musical de la compañía.

Durante la apertura del carnaval el pasado sábado, un vendaval de color invadió el parque Sanam Luang en el casco antiguo de Bangkok, donde centenares de turistas y lugareños rodearon a los artistas para fotografiarse junto a los trajes regionales y los títeres.

Entre los más populares, la compañía neozelandesa maorí Taowaru, atrajo el mayor número de flashes mientras zarandeaban en taparrabos unos guiñoles alargados y amedrentaban a la audiencia con expresiones comparables a las de la famosa danza “Haka” del rugby neozelandés.

Quizás con menos espectacularidad, pero con la originalidad por bandera, la compañía india Masti-Makers dibujaba en el torso de sus figurantes rostros gigantes, mientras la verdadera cabeza y los brazos permanecían ocultos, creando una impresión óptica sorprendente.

Frente a estas llamativas representaciones, las marionetas tradicionales asiáticas contrastaban por su apariencia de fragilidad y belleza, donde los incrustados dorados y plateados y los enrevesados grabados mostraban la calidad de la artesanía.

Rod Petrovic, director ejecutivo del festival, asegura que este año las funciones de más de 160 compañías, entre los que se incluyen grupos juveniles tailandeses, lo convierten en el evento de títeres más grande del año.

“Más de un tercio de estos artistas no se han subido nunca a un escenario fuera de su país”, afirmó el checo.

El año que viene la organización del evento busca nueva ubicación y baraja varios destinos en Asia, y alguno en Sudamérica, y asegura que intentarán superar los resultados de este año.

Tailandia es el tercer destino internacional de este festival que comenzó en 2009 en la república checa, que ha visitado ya Kazajistán e Indonesia en 2012 y 2013 respectivamente y cuyo director define como “una celebración de la vida”. Ricardo Pérez-Solero