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Cinco años de cortometrajes

Fotograma de “La pasión de Judas” de David Pantaleón

Carmen López

El dicho que aconseja “no confundir cantidad con calidad” podría aplicarse sin miedo a la equivocación al caso de los cortos cinematográficos. Considerados en ocasiones como los hermanos pequeños de los largometrajes, en realidad constituyen un formato con identidad propia: las historias se adaptan a los tiempos y de esa sincronización nacen obras completas que a las que no les faltan minutos para expresarse ante el espectador.

En Marvin&Wayne conocen perfectamente la idiosincrasia de este tipo de trabajos. Esta distribuidora especializada en cortometrajes lleva cinco años prestando servicio a directores y productores de películas de corta duración. Por una parte, se encargan de diseñar una estrategia para mover los trabajos en festivales cinematográficos, así como de su gestión e inscripción. Y por otra de la comercialización de la cinta en televisiones, plataformas de vídeo bajo demanda o proyecciones fuera del circuito de festivales, entre otras opciones.

“Tenemos 180 cortos en nuestro catálogo y solemos mover unos 30 a la vez. Durante nuestra trayectoria hemos tenido más de 5.500 selecciones en festivales internacionales, que son muchísimas y más de 1.000 premios. La verdad es que estamos muy contentos”, explica Pablo Menéndez, responsable de la distribuidora junto a Josep Prim. En un principio eran cuatro en el equipo, pero finalmente son ellos dos los que se ocupan del día a día. El trabajo no es poco, aunque con esfuerzo han conseguido que el proyecto no solo se mantenga sino que crezca. Festivales como los de Cannes, Berlín, Locarno, Venecia o Sundance han seleccionado algunos de los cortos que gestionan y entre los directores a los que prestan sus servicios se encuentran nombres como los de Xacio Baño, Ventura Durall o Roser Aguilar, con un notable reconocimiento a sus espaldas.

Para celebrar su quinto aniversario tienen previsto un tour de proyecciones por 8 países que arrancará el día 26 de julio en el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona. Ese será el acto central de celebración y para él tienen previsto un programa en el que se mostrarán 6 cortos inéditos en la ciudad. El Centro Niemeyer de Avilés, el MUSAC de León o el Cine Kino de Madrid son otros de los puntos de la gira de proyecciones que también pasará por Berlín, Bogotá, México D.F., Bruselas, Edimburgo, Moscú, Rabat y Tánger. “Aprovechamos la excusa del aniversario para sacar el corto a la calle”, afirma Pablo.

Àngela Martínez, directora de audiovisual del centro cultural barcelonés, explica cómo comenzó la relación entre ambas partes: “Les conocí el año pasado cuando el CCCB participó en la actividad de El día más corto el 21 de diciembre. Es una idea que viene de Europa: se decidió que como era el día más corto del año también sería el día del cortometraje. El CCCB se sumó a este acto y las proyecciones que se hicieron aquí las seleccionaron desde Marvin&Wayne. Me encantó la calidad de programación que hicieron y me dí cuenta que es gente a la que ayudar, ya que tienen pocos medios pero muchas ganas”.

El pequeño gran cine

La distribución de cortometrajes no es fácil, especialmente fuera del circuito de festivales, ya que las pantallas de exhibición no abundan. Los cines comerciales no se muestran especialmente interesados en la proyección de este tipo de productos. “Prefieren dedicarle tiempo la publicidad”, apunta Josep Prim.

“El cortometraje no tiene un canal de distribución estable, le cuesta tener ventanas... en la televisión, exceptuando Canal +, no conozco muchas más que los emitan. En los cines salvo algunas excepciones cuesta que te pongan la película y el corto, algo que hace 50 años era habitual: tenías el noticiario o el corto y después el largometraje. Yo creo que es muy importante dar oportunidades de visionado al público del cortometraje porque realmente es un género muy brillante”, arguye Àngela. En el CCCB han apoyado en más ocasiones a dicho formato cinematográfico con el festival Mecal o el concurso de cortos Gandules.

Marvin&Wayne son unos de los miembros fundadores de la Asociación de la Industria del Cortometraje (AIC). Pablo Menéndez explica que: “En España hay como doce o trece distribuidoras. No todas se dedican solamente al corto, de esas debemos de ser como cuatro o cinco. Además hay muchos productores y directores que hacen cortos: hay una industria que genera un dinero, que paga impuestos como todo el mundo y es una parte del sector”. Desde la asociación quieren llamar la atención sobre esa realidad y defender temas como las ayudas o fomentar la compra de cortos.

Vivir del cortometraje es complicado, al menos en España. Josep indica que: “Las ayudas están pensadas más bien para los productores”. En su distribuidora cobran una cuota por la gestión relacionada con los festivales. La parte de la venta va por comisión: “Si lo conseguimos colocar en una televisión y nos pagan una cantidad, nosotros nos quedamos con un porcentaje”, informa Pablo.

Para Àngela el principal problema del sector no está en la parte creativa sino en la económica: “Piensa que si yo hago un programa de cortos como mucho pagaré 100 euros por proyectarlo (normalmente son entre 50 y 100 euros). Y una televisión por ahí andará: si por un documental de 60 minutos te pagan de mil a tres mil euros, imagínate”. Por eso le parece importante apoyar iniciativas como la de Marvin&Wayne: “Son proyectos de compromiso. Y además reivindican una cosa muy importante que es que de alguna manera al autor le pueda llegar algún ingreso de su trabajo”. Todo un reto que ya ha alcanzado su primer lustro de vida con la mirada puesta en la continuidad.

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