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Bowie, no tan camaleón

Patricia Godes

Existe un reportaje de la TV americana donde se estudia la evolución de Bowie según su dentadura. Al igual que su dicción barriobajera se convierte en exquisita con el tiempo, los dientes de Bowie cuentan una historia de desclasamiento, éxito y ascensión social. Del mismo modo que su trayectoria y sus múltiples mutaciones cuentan una historia de búsqueda de sí mismo y de lucha por evolucionar, superarse y no defraudar.

El puritanismo heteropatriarcal de la sociedad musical se ha dedicado concienzudamente a vilipendiar el debate y análisis sobre la imagen y el vestuario de los músicos y cantantes. El análisis de la imagen de un artista se descarta como algo frívolo e inútil frente, por ejemplo, a la enumeración de sus problemas con las drogas, sus hazañas sexuales o los goles de su equipo favorito. En el caso de David Bowie es insoslayable y una parte de su legado de trascendencia descomunal.

El cerebro humano reacciona con celeridad ante lo visual. Casi la mitad de la corteza cerebral se ocupa de procesar las imágenes que captan los ojos. La ropa y el peinado que uno elige, sobre todo si es alguien que trabaja delante del público, constituye un poderoso lenguaje de comunicación no oral y siempre lleva consigo una declaración ideológica. Bowie, formado en el mimo y el teatro, ha utilizado con habilidad los recursos visuales como forma de expresión y también de provocación.

Ziggy Stardust

Como en el caso de Miles Davis o Michael Jackson, la música de Bowie ha evolucionado, crecido y a veces se ha tambaleado y equivocado al compás de sus peinados, sus vestuario y sus dientes. Pero a diferencia de ellos, la imagen de Bowie está intrínsecamente unida a su música, evolucionan juntas y, más allá de ser un mero recurso escénico, no es posible entender una sin la otra. “To look how it sounds”, decía él.

En el Rock and Roll Hall of Fame se exhibe un traje color rosa estampado en elefantes y conejos voladores. Una prenda femenina, sin duda alguna. Es un diseño de Kansai Yamamoto, talento de la alta costura emergente en 1972 y la colaboración de ambos en los primeros 70 se considera uno de los momentos que cambiaron la moda masculina. Bowie lo compró en la tienda londinense del diseñador en verano de 1972, y lo llevó, con otras vestimentas igual de provocadoras, en la presentación de Ziggy Stardust en el Rainbow Theatre londinense. Le acompañaban sus Spiders from Mars, tres músicos que parecían y sonaban como una máquina de otra galaxia.

Poco más de un año antes, Bowie paraba el tráfico en Hollywood Boulevard y hacía enloquecer a las chicas californianas con sus faldas post hippies y su cutis maquillado y lánguido. Ahora era un extraterrestre perdido entre las basuras londinenses que intentaba contactar con su planeta desde la cabina telefónica de Heddon Street. David ha comprado unos retales en las rebajas de Liberty. Freddi Burretti, un diseñador amigo, confecciona su vestuario inspirándose en los monos paramilitares de Alex y sus Drugos. En las revistas de moda y las peluquerías se empieza a hablar de unisex.

Entre septiembre de 1972 y marzo del 73, David visita EEUU en un par de ocasiones. Aladdin Sane sale en abril y parece muy marcado por esta experiencia. David ha encontrado a un pianista sensacional, Mike Garson -ex acompañante de Annette Peacock- y le invita a participar en su disco. Garson será el único músico al que Bowie deje improvisar libremente. Con el nuevo sonido, la música de Bowie se orienta hacia el rock and roll y también hacia la vanguardia. Igualmente serán de vanguardia los nuevos modelos de Yamamoto con líneas y estampados geométricos confeccionados en plásticos y fibras sintéticas al estilo del teatro kabuki, la danza butoh y las armaduras medievales japonesas. Bowie los llevará en el Earls Court y en el resto de conciertos de 1973.

La “americanización”

En verano del 74, David lleva a cabo una nueva gira americana que se recogerá en el álbum David Live. Pelo rubio, onda caída y traje pantalón de pata de elefante con chaqueta corta o chaleco. Ha cambiado radicalmente de aspecto. Un look engañoso: masculino y conservador en su descripción, pero más afeminado en realidad que sus extravagancias anteriores. Le llaman el Thin White Duke y, si no me equivoco, es a partir de ahora cuando abandona su acento del sur de Londres.

Este cambio radical de imagen coincide con la americanización de su música y con el cambio de impostación de voz que quedará patente en Young Americans. Un disco que suele presentarse como un mero ejercicio de estilo de un Bowie soulman y crooner al gusto americano, pero que, al igual que su aspecto físico, es engañoso y completamente atípico y personal. Empieza a llevar trajes de Antony Price.

En 1977 y 78, David se refugia en Berlín con Eno y produce tres álbumes, Low, Heroes y Lodger, que marcaron la música pop para siempre con sus conexiones artísticas, históricas y vanguardistas. Curioso: no existen fotos emblemáticas de esta etapa. La portada de Low es un fotograma del primer film que protagoniza, The Man Who Fell to Earth de Nicolas Roeg (1976). En octubre de 1977, aparece en la portada de Melody Maker con una sencilla camisa de cuadros y vaqueros arremangados. En la portada de Stage (1978) lleva una convencional cazadora de cuero.

Vuelve a las andadas con un vídeo extravagante para una gran canción, Ashes to Ashes. Un complicado disfraz de payaso, diseñado por su amiga Natasha Korniloff, la presencia de Steve Strange y otros Blitz Kids en todo su esplendor, y un álbum cuya contraportada incluye fotos de sus discos anteriores estropeadas y decoloradas, como un extraño símbolo del cambio de década. En 1980, Ashes to Ashes era el vídeo musical más costoso nunca producido. Por su parte, el video de Let's Dance (1983) muestra a David con indumentaria sencilla, pero toca la guitarra con guantes blancos: la imagen de la estrella como capaz de llevar a cabo cosas imposibles.

Ha nacido una leyenda

Y es lo que Bowie parece en los 80. Graba con Queen, graba con Mick Jagger, con Pat Metheny y con el productor de moda, Nile Rodgers, consigue el que será su mayor éxito, Let's Dance. Arrasa con El Hombre Elefante en Broadway (1980), interpreta a Brecht (Baal, 1982) y pone de moda los sombreros australianos en Merry Christmas, Mr. Lawrence (1983). En The Hunger (1983) de Tony Scott, trabaja con Catherine Deneuve y Susan Sarandon y muere de viejo con una caracterización terrorífica. En 1987, el Glass Spider Tour bate récords de venta de tickets y ofrece trucos escénicos inéditos. El traje de cuero dorado que lleva el cantante en la segunda parte de los conciertos se vendió en Sothesby's por 7.000 dólares.

Cuando en 1992 contrae matrimonio con Iman, parece que ha llegado el final de la historia para Bowie. Inducido al Rock and Roll Hall of Fame, se ha arreglado los dientes y luce una sonrisa de hombre feliz. Sigue vistiendo de modo conservador incluso tímido pero se aventura con discos cercanos al hip hop y la electrónica de discoteca, se reencuentra con viejos amigos como Tony Visconti y Brian Eno y se permite salir de gira con Nine Inch Nails en 1995.

La portada del álbum Earthling (1997) es el único intento de retornar a sus extravagancias de antaño con la levita de la Union Jack de Alexander McQueen. En 2000, nace su hija Alexandria Zahra y, en 2009, Duncan Jones, su hijo mayor, se consagra con un film asombroso, Moon. En el Concierto para Nueva York, en honor de los bomberos fallecidos el 11S, David está sublime cantando America de Simon & Garfunkel y un inevitable y estremecedor Heroes, pero elige salir a escena vestido de un tono neutro de beige.

La huella de Bowie en el mundo de la moda es profunda. La joven diseñadora Bella Freud tiene una línea de jerseys dedicada a él. En 2013, se presentó en el Victoria and Albert Museum la exposición itinerante David Bowie Is que batió todos los récords de venta de entradas en el museo antes de inaugurarse en Toronto, Groningen y otras ciudades. Ese mismo año, Alexander McQueen y Jean Paul Gaultier crean colecciones inspiradas en su etapa glam y el propio Bowie lleva a cabo el más irreverente e iconoclasta pastiche de su propia imagen en el álbum Next Day con una comentada manipulación de la portada de Heroes.

La presencia musical y mediática de Bowie rompió muchos tabúes, sobre todo en sus años glam. Bowie fue una de las figuras que rompió la coraza del traje de chaqueta y corbata masculino e hizo despertar para la libertad sexual a toda una generación de adolescentes, gays o heteros, que crecieron acunados por su música, deslumbrados por su imagen y sus declaraciones de pretendida homosexualidad. Mientras, muchas colegialas soñaban que el macho ibérico se extinguía y que el mundo iba a ser un lugar mejor para ellas si todos los hombres fuesen como Bowie y llevasen trajes de lúrex y uñas pintadas.

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