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St. Vincent se reivindica como icono 'queer' en su disco más sexual

Luis J. Menéndez

St Vincent

St Vincent

Masseduction

Loma Vista / Music As Usual

POP

8/10

La muerte de David Bowie nos dejó huérfanos de estrellas de pop con capacidad para enamorar a la cámara y reinventarse a cada nuevo movimiento. Bien, estamos en 2017, los quince minutos de fama warholianos se han convertido en un millar de compartidos en Facebook, la música carece del poder de seducción global con el que contaba hace medio siglo y, para ser justos, hasta el propio Bowie pasó por horas bajas antes de emerger de las cenizas con sus dos últimos discos.

Así que, a sabiendas de todo ello y también de que las comparaciones son odiosas, juguemos por un instante a señalar las semejanzas entre Anne Erin Clark, más conocida como St. Vincent, y los ídolos de antaño.

Seducción de masas, titula St. Vincent a su quinto álbum. Lo hace desde una posición envidiable, como una de las artistas más respetadas por la crítica en lo que llevamos de nuevo siglo. Pero, ¿masiva? La sensación es que nunca había acaparado tanta atención como cuando se aireó su romance con Carla Delevingne. Massesuction no es el lugar al que acudir en busca de cotilleos sobre su vida privada, pero la artista nacida en Tulsa, lejos de esconderse, reivindica su categoría de icono queer en su disco más sexual hasta la fecha.

Obviamente, la sociedad ha cambiado mucho y su exposición no es comparable con la de Bowie en los setenta. Pero el posicionamiento de St. Vincent y la creación de un “personaje” -al menos desde el punto de vista estético- algo tiene que ver con aquella forma de entender el pop: la música como vehículo para mensajes de calado y el performer como la personificación de los mismos.

Algo hay también de aquel divino Bowie en la formación musical de Clark, que se hace más evidente que nunca en este disco. Technopop sofisticado (Los Ageless), funk marciano (Savior), una preciosa canción de amor a su ciudad de acogida (New York) y, sobre todo, mucho pop de arte y ensayo que -y esto es importante- no se olvida en ningún momento de que la vocación del proyecto es crecer y trascender. Y St. Vincent lo está consiguiendo.

Beck

Beck

Colors

Universal

POP

5/10

Morning Phase (2014) era una colección de canciones de corte crepuscular, inspirada por una grave lesión en la columna y acorde con la evolución natural de un músico ya bien entrado en la cuarentena. Ese mismo año tuvimos la oportunidad de verle presentar el disco en directo en Madrid, en el Dcode. Allí fue evidente la dicotomía entre el momento artístico de Beck y las obligaciones de una superestrella con su público.

Escuchando Colors, cualquiera diría que esa batalla que se libró sobre el escenario ha terminado por trasladarse a la intimidad del hogar. Aunque de íntimo más bien poco. La mayor parte de estas once canciones son lo más uptempo y descaradamente comercial que Beck ha publicado desde los noventa, cuando se dio a conocer a nivel global. Un disco que, para bien o para mal, llama mucho más la atención por el trabajo de chapa y pintura que por el corazón de unos temas que en algunos casos rozan la vulgaridad.

Y para ayudarle en ese trance, para ponerle a jugar en la liga de los Foster The People, Cage The Elephant, Capital Cities y demás bandas de pop comercial del momento, Beck ha echado mano de Greg Kurstin, que además de miembro de The Bird & The Bee ha producido entre otros muchos a Lily Allen, Kylie, Britney Spears, Adele y un largo etcétera de divas de la canción ligera.

El resultado de la operación es un lifting sonoro que tal vez libre a Beck de enfrentarse a contradicciones a la hora de definir su set list festivalero, pero que a su vez contiene algunos de los momentos más sonrojantes de su larga (y notable) discografía. Se ha puesto un traje de colores como si todavía fuera un adolescente y se ha olvidado de que la arruga es bella.

Courtney Barnett & Kurt Vile

Courtney Barnett & Kurt Vile

Lotta Sea Lice

Matador / Popstock!

FOLK-ROCK

7/10

Hubo una vez una pareja de pirómanos que respondían a los nombres de Kurt & Courtney y avanzaban por la vida pegando fuego a cuanto encontraban a su alrededor. Los nombres son en realidad el único punto común entre aquellos y la dupla artística (que no sentimental) formada por Kurt Vile y Courtey Barnett.

A pesar de haber demostrado su pasión en sendas carreras musicales sin mácula, en su primer álbum estos nuevos Kurt & Courtney transitan territorios que poco o nada tienen que ver con el discurso del “busca y destruye” que adoptaron Nirvana y Hole casi como un dogma de fe.

Aunque el duelo de guitarras alcanza en Lotta Sea Lice algún que otro momento incandescente (Fear Is Like a Forest), en líneas generales estas nueve canciones avanzan con un perezoso tran-tran. Más que con la desgana, tiene que ver con esa actitud contemplativa del que se sitúa en el porche de casa y rasguea la guitarra ante la inmensidad de un paisaje del medio-oeste americano.

Y, de esta manera, como quien no quiere la cosa, Vile y Bartnett se dan la vez y la voz en una serie de composiciones colaborativas que no aparentan diferentes de lo que realmente son: la reunión puntual e intrascendente de dos universos musicales con numerosos puntos en común. Lo suyo no es prender hogueras sino cantar bonitas canciones sentados alrededor de la lumbre.

Emilio Cao

Emilio Cao

Fonte do Araño

Abrente / Polyrock

CELTA

9/10

Cuenta la Historia oficial que la muerte del dictador dio paso a un carnaval de luz y color más conocido como la Movida. Pero, como siempre ocurre, el trazo grueso olvida muchas otras batallas que se libraban al mismo tiempo, tanto o más valiosas que aquellas sobre las que aún hoy se escriben ríos de tinta. Una de ellas fue el renacimiento del folk celta en Asturias y Galicia.

Obviamente la tradición folklórica local nunca llegó a apagarse por aquellas tierras, por mucho centralismo y espíritu Nacional que asolara al país durante décadas. Pero la aparición de francotiradores como Milladoiro o Emilio Cao definitivamente la situaron en un nuevo estadio, abierta a la modernización, al intercambio cultural con otras “naciones celtas” y a la fusión sonora con estilos como el rock.

Emilio Cao publicó su primer disco Fonte de Araño, en 1977, tras unos años de aprendizaje autodidacta que le llevaron a recorrerse escenarios de media Europa. Su pasión por el arpa le hizo conectar con músicos tan importantes en el renacimiento de la música celta como el bretón Alan Stivell, que escribe las notas interiores de esta reedición convirtiéndolas en algo así como un alegato por los nacionalismos periféricos.

Política al margen, Fonte de Araño es un álbum extraordinario, el primero de seis antes de desaparecer de los escenarios en 1996 con Sinbad en Galicia. Aquí el arpa y la interpretación vocal de Cao se apoya en la flauta y la gaita, también en la zanfoña del Milladoiro Anton Seone y, por encima de todo, en unas grabaciones de campo (tormentas, ventiscas,…) que en buena medida articulan el discurso musical del disco.

Un álbum que no se queda en la mera reinterpretación de temas del folklore popular (Pandeirada de Nebra, Arrieiros de Moraña o el Romance de Bernardiño e Sabeliña), que encajan a la perfección con las propias composiciones de Cao. Ambientado en Rianxo, el pueblo coruñés en el que Cao pasó su infancia, el tono de todo el disco se debate entre la nostalgia y un tono mágico, cercano al misticismo.

La sobresaliente reedición a cargo de Polyrock, sólo para vinilo, en carpeta gatefolder y a partir de las cintas originales que se han importado para la ocasión desde Alemania, recupera en toda su grandeza un disco que no había vuelto a ver la luz desde 1986.

Godley & Creme

Godley & Creme

Body Of Work

Caroline / Music As Usual

POP

7/10

Descubrí a Godley & Creme hace ya bastantes años, en la era pre internet, gracias un especial que el programa cultural decano de la televisión española, Metrópolis, le dedicó a la escena musical de Manchester. Vivía en aquel momento la ciudad un segundo renacimiento cultural por obra y gracia del éxito de Happy Mondays y The Stone Roses, lo que sirvió perfecta excusa para que el programa buceara en los orígenes del pop en una de las ciudades musicales por excelencia.

En ese contexto, el videoclip de Godley & Creme para su canción An Englishman in New York destacaba como una divertida anomalía, tanto por lo que era la canción en sí (una suerte de paródico ejercicio de musical hollywoodiense construido a partir de sampleos de vientos y percusiones) como por un clip igualmente irónico, en el que el factor humano y lo robótico se daban la mano. Con el tiempo la carrera de Godley & Greme destacó precisamente en el terreno de la producción audiovisual, pero esa es otra historia.

El caso es que Caroline reedita ahora la práctica totalidad de la discografía del dúo que surgió a modo de escisión de 10cc. Se trata de una cajita de cinco discos en CD y un libreto de 24 páginas que recoge toda su producción con la excepción del inicial Consequences, triple álbum conceptual centrado en el uso del Gizmo (artefacto inventado por el dúo que modificaba el sonido de la guitarra eléctrica acercando su sonido al de un violín eléctrico).

Los seis álbumes aquí contenidos junto a un quinto disco de bonus tracks –L (1978), Freeze Frame (1979), Ismism (1981), Birds of Prey (1983), History Mix (1985) y su álbum de despedida Goodbye Blue Sky (1988)- igualmente se mueven por territorios ajenos a la tendencia de aquel momento, explorando caminos inesperados para el pop con colaboraciones puntuales de músicos como Phil Manzanera, Paul McCartney o Art Of Noise.

Desde un trabajo conceptual sobre el fin del mundo (Goodbye Blue Sky) hasta imaginativos ejercicios de corta y pega, la carrera de Godley y Creme es una curiosa y por momentos brillante anomalía que bien merece el repaso que ahora se brinda de la mano de esta reedición.

Kelela

Kelela

Take Me Apart

Warp / Music As Usual

R’n’B

7/10

Con el fichaje de Kelela el prestigioso sello Warp pone su particular pica en Flandes en el terreno del soul y r’n’b, en un momento en que el género no sólo domina las listas sino que acapara elogios en la prensa especializada de todo el mundo. Take Me Apart supone el estreno largo de Kelela Mizanekristos y, tal y como corresponde a uno de los sellos más “molones” del universo, presenta una alternativa confesional, sofisticada y hasta un tanto futurista al género.

Un simple vistazo a los créditos da una idea de por qué Take Me Apart se ha convertido en uno de los discos más esperados en su terreno: Ariel Rechtshaid (Madonna, Adele, Haim, Solange, Vampire Weekend,…), Arca y la mano derecha de Kelela en sus primeras referencias, Jam City, son los encargados de empujar el disco hacia un concepto sonoro que es totalmente contemporáneo.

Se trabajan las texturas y los timbres en perjuicio de una idea de canción que cada vez resulta más caduca, vinculada con el pop del siglo pasado. Y, con la excepción de los temas con tirón comercial evidente -el caso de Onananon o LMK- ni siquiera el armazón rítmico domina la mezcla final acaparando el protagonismo.

Porque las canciones se construyen alrededor de la dulce voz de una Kelela que con este trabajo refuerza su candidatura a reina del r’n’b explorador y (moderadamente) alternativo con permiso de D△WN, la otra artista que en los últimos tiempos más ha hecho por la evolución del género y su apertura a territorios hasta ahora desconocidos.

Robert Plant

Robert Plant

Carry Fire

Nonesuch / Warner

ROCK

8/10

Mis respetos para Robert Plant, uno de los pocos supervivientes de las grandes bandas de los sesenta que sigue mirando hacia delante con dignidad, esforzándose por plantear nuevos retos con cada disco, escapando de las rentas fáciles. Carry Fire parece la continuación natural de Lullaby And... The Ceaseless Roar, en cuanto que en él Plant nuevamente se deja acompañar por The Sensational Space Shifters aunque en esta ocasión el disco esté acreditado a Plant en solitario.

Y, una vez más, en él las canciones se sitúan por encima de cualquier otra cuestión. Aunque a día de hoy las facultades vocales del británico no sean comparables con las de sus años mozos cuando se situaba al frente de Led Zeppelin, la sensación a lo largo de todo el disco es que Plant deliberadamente renuncia a caer exhibiciones vacías.

Todo, también su interpretación - para muchos, la principal atracción de este disco- está puesto al servicio de estos once temas de rock arabizante y folk-pop de hondo calado, que incluye maravillas como Season’s Song en la que Plant amaga (simplemente amaga) con volver por donde solía.

Hay otros aspectos destacados, por supuesto que sí, como la aparición estelar de Chrissie Hynde o la adaptación de Bluebirds Over The Mountain de Ersel Hickey y que ya en su día versionaran The Beach Boys. También podemos dedicarnos a buscar los rastros de Led Zeppelin en el rock reivindicativo de New World o Carving Up the World Again… A Wall and Not a Fence. Pero no son más que anécdotas que distraen de lo principal: que Robert Plant continúa a sus 69 primaveras publicando discos de notable alto con un sabor único.

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