“Las ovejas no pierden el tren”, o cómo liberarse de tópicos y reirse de ello

“Las ovejas no pierden el tren”, sexto largometraje del realizador Álvaro Fernández Armero, propone al espectador un juego entre risas para mostrarle “que se puede echar el freno y mirar alrededor, porque igual hay más opciones: igual no hay que coger los trenes siempre”, dice a Efe el director.

“Odiamos las frases hechas tipo 'se te pasa el arroz', 'vas a perder el tren', 'a tu edad y sin pareja'”, apunta en una entrevista con Efe uno de los protagonistas de esta comedia coral, Raúl Arévalo, convencido de que hay que erradicar todos esos tópicos con los que juega la película y apostar por otra realidad: que “nunca sabes por dónde te van a venir los tiros, así que ¡sigue viviendo!”.

Y de eso va la película, informa Arévalo, “de romper con todo y cargarse esas frases que son estúpidas y que nos dan mucha rabia”.

“Que a las ovejas no se les pasa el arroz”, apunta entre risas su compañera Inma Cuesta, 'muy lejos' de su personaje, una mujer obsesionada por tener un segundo hijo que no llega.

“Nos metemos muchas cosas en la cabeza que no son verdad; en el colegio debían dar clases de educación emocional, porque luego uno se enfrenta a la vida y sólo tienes tus propias herramientas, y aunque intentas que no te afecten estas cosas, al final te afectan. Yo aún no sé qué quiero ser en la vida, igual mañana se me cruza el cable y me voy a plantar tomates”, resume la valenciana.

La película sucede a medias entre el campo (Valdeprados, Segovia) y la ciudad (Madrid), que también funcionan como opciones de vida y, en el caso de la pareja de Alberto y Luisa, escenifican la oportunidad de pararse a pensar y tomar decisiones con la verdad por delante.

“Cualquier pareja puede sentirse identificada, se quieren muchísimo, se gritan, se alteran, hacen las cosas mal, y bien, y como pueden y los dos están en plena crisis, porque a los treinta y tantos uno hace balance y no sabes si vas por buen camino o no y ellos andan un poco perdidos”, explica Cuesta.

Él es periodista, quiere escribir, pero no le sale, y ella es diseñadora, pero se limita a dar clases con poca fortuna; está preocupada por los bandazos que da su hermana (Candela Peña) en su búsqueda del hombre ideal, que intenta identificar con Paco (Jorge Bosch), sin mucho éxito. Ambas comparten una madre resolutiva e independiente (Kiti Manver).

Alberto San Juan es el hermano separado de Alberto, un cuarentón que, literalmente, no quiere perder el tren, hasta que descubre que lo que no quiere es que le digan qué debe hacer, aunque de momento es Natalia (Irene Escolar) el motor de su vida.

“Los actores perdemos el tren todo el rato, en cuanto le dan el papel a otro, por eso -comenta Peña a Efe- nosotros somos más de metro, porque pasa cada menos tiempo”, se ríe la actriz quien no hace mucho tiempo, al recoger el tercer Goya de su carrera por “Una pistola en cada mano” (2013), sacó los colores al mundo del cine reclamando más trabajo para los actores.

“El instinto de superación tiene siempre que ver con la propia familia, todos los personajes huyen hacia adelante porque tienen algo que sanar en su familia, o se es mal hijo, o mal padre, y cuando eso encaja -aclara Fernández Armero- se tiene más claridad de cabeza para tomar la decisión adecuada”.

Es ahí donde “Las ovejas...” enganchan con el público, porque “aquí no hay caricaturas”, apunta Cuesta.

“Lo chulo de esta comedia es que es muy entretenida y pasas un buen rato con un mensaje con mucha luz y muy esperanzador, pero que luego deja poso”, dice Arévalo al que cada vez le dan más ganas de irse al campo, confiesa, “curiosamente, ahora, y no cuando estaba rodando la película”.

Producida por Morena Films, “Las ovejas no pierden el tren” se estrena el próximo 30 de enero.