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Nueva York endurece su política de acogida ante el traslado de miles de migrantes en autobuses desde Texas

Un grupo de migrantes llegan a Estados Unidos en un autobús desde Texas, en una imagen de archivo.

Laura Galaup

Nueva York —

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En medio de la nada, durante la noche y sin que nadie les asista. Así han llegado decenas de familias de migrantes y demandantes de asilo enviados en autobuses por el gobernador de Texas, el republicano Greg Abbott, a ciudades del interior y del norte de Estados Unidos, tal y como han denunciado los alcaldes de Nueva York y Chicago, dos de los municipios afectados. 

Desde abril de 2022, Texas ha fletado miles de autobuses gratuitos para evitar que los migrantes que cruzan la frontera de forma irregular se queden en su estado. Según los últimos datos difundidos por la administración del líder republicano, estos vehículos han enviado a más de 100.000 personas a ciudades gobernadas por demócratas, como Nueva York, Chicago, Philadelphia, Denver, Washington o Los Ángeles. 

En los últimos años, la frontera sur de Estados Unidos ha alcanzado cifras récords de entradas irregulares. Nunca se había experimentado un número parecido de llegadas al que se ha observado en estos dos últimos años, por lo menos desde 1960, fecha en la que la administración federal comenzó a registrar estos movimientos, según los cálculos hechos por The New York Times. Si en 2022 ya se batió un récord histórico, con más de 2,3 millones de detenciones en la frontera, un año después esa cifra superó los 2,4 millones de arrestos. 

El perfil de los migrantes que llegan a Estados Unidos ha ido evolucionando. Las llegadas a la frontera ya no están protagonizadas “por varones solteros mexicanos”, como sucedía en los noventa. “Hay un cambio significativo en el tipo de nacionalidad”, detallan los analistas del think tank Inter-American Dialogue en un artículo titulado Una crisis migratoria sin precedentes, que detectan un “aumento significativo” de llegadas procedentes de Nicaragua, Ecuador, Venezuela, Cuba y Haití. 

La acogida de cientos de miles de recién llegados ha abierto una brecha en el partido de Joe Biden. Texas ha conseguido trasladar la presión migratoria de la frontera a ciudades gobernadas por políticos demócratas, que para hacer frente a este reto piden ayuda económica a Washington. No solo reclaman fondos, también solicitan que se mejore la “coordinación en la frontera”, tal y como demandó Brandon Johnson, alcalde de Chicago, a finales de diciembre.

14 autobuses en una noche a Nueva York

Desde el Ayuntamiento de Nueva York consideran que Texas ha intentado “sembrar el caos” en el sistema de acogida que ha desarrollado la ciudad “enviando un autobús tras otro sin avisar sobre cuándo llegarán ni cuántas personas viajan en ellos”. La ciudad asegura que en una noche llegaron a recibir 14 autocares. Por ello, con el objetivo de que haya equipos para asistir a los migrantes en cuanto llegan a la ciudad, estos municipios instaron a las compañías a que aportasen información sobre la fecha y lugar en los que iban a llegar a su destino. Las empresas de transporte han llegado a burlar este requerimiento dejando a los migrantes en los suburbios de las ciudades. El conflicto sigue abierto y ha terminado en los tribunales, con demandas cruzadas entre los ayuntamientos y las compañías.

El director ejecutivo del Centro de Estudios sobre Migración, Mario Russell, considera que “no hay duda” de que los republicanos “han utilizado” el transporte de personas que acababan de cruzar la frontera para “su beneficio político”. Sostiene que tanto Abbott como Ron DeSantis, gobernador de Florida, que también fletó vehículos, han utilizado argumentaciones “cínicas” y “manipuladoras” para justificarse. Aun así, defiende que debe ser el Gobierno federal –y no un estado en particular– el que decida cómo se deben distribuir y “dónde deben vivir” los migrantes y demandantes de asilo recién llegados.

Ante las peticiones de ayuda de las grandes ciudades demócratas, Abbot ha mantenido su actitud desafiante y ha tratado de abrir brecha entre estas ciudades y la Administración Biden. “Antes de que empezáramos a transportar inmigrantes ilegales en autobús hasta Nueva York, sólo Texas y Arizona soportaban el peso de todo el caos y todos los problemas que conllevaba. Ahora el resto de América entiende exactamente lo que está pasando”, apuntó el gobernador republicano.

La chispa que ha iniciado este conflicto es económica. Las ciudades que están acogiendo en sus instalaciones a gran parte de los migrantes y demandantes de asilo recién llegados llevan más de un año pidiendo más fondos para hacer frente a esta situación. Este es el motivo por el que Chicago y Nueva York solicitan en los tribunales a las compañías de autobuses contratadas por Texas cientos de millones de dólares para recuperar la inversión realizada en las personas que viajaron en sus vehículos. 

“La ciudad de Nueva York ha hecho y hará siempre su parte para gestionar esta crisis humanitaria, pero no podemos asumir solos los costes de las temerarias estratagemas políticas del estado de Texas”, aseguró sobre este asunto el alcalde de Nueva York, Eric Adams. 

La llegada de más de 170.000 migrantes en menos de dos años –según las cifras oficiales– se ha convertido en un reto para la gestión de la ciudad del Empire State. El líder demócrata ha llegado a vincular algunos recortes presupuestarios que afectan al día a día de los neoyorquinos –como ajustes en el horario de las bibliotecas municipales– con los costes de los servicios que aportan a los recién llegados. En reiteradas ocasiones, el alcalde ha asegurado que el gasto municipal destinado a esta atención “destruirá Nueva York”. 

Los colectivos sociales que trabajan con la comunidad migrante en la ciudad no aprueban el posicionamiento de Adams y lamentan el enfoque de sus declaraciones. Valeria Paz Reyes, directora de estrategia de la Coalición de Inmigración de Nueva York (NYIC por sus siglas en inglés), considera que el municipio está inmerso en “una crisis de liderazgo”. Desde su asociación recriminan al Ayuntamiento que haya optado por un modelo asistencial que cuesta 390 dólares por migrante y por día. Aseguran que se podría optar por alternativas más baratas. 

Alojados en albergues municipales

Actualmente, Nueva York tiene en sus instalaciones a 68.000 migrantes o demandantes de asilo, a los que aporta alojamiento, comida y asistencia social. Los niños y jóvenes que viven en los albergues municipales también tienen cubierta la educación. Con el paso de los meses la ciudad ha ido transformando su red de refugios, incluyendo hoteles y levantando campos de refugiados alejados del centro de la ciudad.

Alegando razones económicas, la administración ha optado por hacer recortes que impactan directamente en el día a día de los migrantes. Desde que arrancó el año, las familias que viven en albergues municipales sólo pueden quedarse en ellos durante 60 días. Semanas antes ya se había impuesto un límite de 30 días para adultos que no tuviesen menores a su cargo. Eso sí, si los afectados no tienen alternativa habitacional pueden volver a iniciar un nuevo proceso para buscar otro alojamiento.

“Es una norma bastante cruel”, indica la portavoz de NYIC sobre las consecuencias que tiene esta decisión entre los recién llegados. Además de “agregar más obstáculos” a la burocracia diaria de estas familias, esta decisión puede tener consecuencias en la escolarización de los menores: “Hará que los niños falten a la escuela y que se desconecten de la comunidad que ya estaban creando”. Si la reubicación se produce en un nuevo albergue, los niños se exponen a realizar largos desplazamientos en transporte público o a matricularse en otro centro. 

Aunque Chicago anunció que seguiría la estela de Nueva York, su alcalde todavía no ha implementado esta medida debido a las bajas temperaturas del invierno. Por otro lado, también ha tenido en cuenta las críticas recibidas. Una decena de concejales lamentaron que los albergues temporales “amenazan la salud y seguridad de los recién llegados”. Mientras tanto, en Denver, la medida sí que se ha reactivado con un plazo que no puede extenderse más de 42 días. 

La gestión migratoria se ha convertido en un reto para la Administración Biden. Los republicanos, con Donald Trump al frente, han convertido este asunto en uno de los ejes de la campaña en este año electoral, pero las reivindicaciones de los alcaldes de Nueva York o Chicago evidencian que el líder demócrata también tiene un frente abierto en su propio partido por este tema.

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