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Empieza el fascinante viaje de la grulla

Grullas

Kiko Esperilla

Hacia finales del verano, la noche cae temprana en el norte de Europa.

Los primeros vientos gélidos del norte recorren los desangelados pastizales de la tundra anunciando el otoño. En las brumosas turberas, hay quién se apresta en preparar las maletas para volver a casa. Los húmedos trampales de Escandinavia son testigos mudos de como las grullas andan revueltas y se están reuniendo por miles. Para El Cristo (14 de septiembre) ya han partido algunas avanzadillas. En los próximos días lo hará el resto. El aire frío del norte anuncia las primeras nevadas; con ellas quedará cubierto el suelo y ya no será posible encontrar el sustento. Hay que aprovechar los últimos días de cielo anticiclónico disponibles para poder utilizar las corrientes térmicas que les permitirán elevarse en ocasiones hasta los 9.000 metros. Comienza el fascinante viaje de varios miles de kilómetros de la grulla europea occidental con el invierno siempre pisándoles los talones. Durante varias semanas cruzarán los cielos de Europa por miles mientras el otoño avanza inexorable hacia el sur. A veces se oirán sobre el cielo de Berlín, París o Amsterdam sin alcanzar a verlas porque en ocasiones vuelan por encima de las nubes, pero su trompeteo que alcanza los cinco kilómetros advierte de su paso. Harán algunas paradas en ciertos lugares inmemoriales en Alemania y Francia, siempre los mismos, que actúan como gasolineras y áreas de servicio para reponer fuerzas. A primeros de octubre, las más aventajadas cruzarán los Pirineos por los pasos de Navarra y acto seguido realizarán un brusco giro al este. Para El Pilar (12 de octubre) llegarán las primeras grullas a la laguna de Gallocanta (entre Zaragoza y Teruel). Por allí pasarán, en algún momento, casi todas las 150.000 grullas que hacen la invernada en España y Marruecos. Desde allí se irán distribuyendo en bandadas por las dehesas del suroeste peninsular.

Por fin, una fría mañana próxima a Los Santos (1 de noviembre) se escucharán en los cielos extremeños los primeros trompeteos de las alrededor de 70.000 grullas que pasarán el invierno en Extremadura hasta finales de febrero. Para San José (19 de marzo), ya no quedará ninguna grulla en España. Parece el destino maldito de esta tierra: acoger generosamente para despedir a los suyos en un ciclo sin fin.

La grulla común (Grus grus) fue especie nidificante en algunas zonas de España. La última pareja de grulla nidificante en España que se tiene constancia fue en la temporada 1953-54 en la prodigiosa y mítica Laguna de la Janda (entre Tarifa y Barbate, Cádiz). Era la más grande de la península y fue desecada en los años sesenta del siglo XX, considerado como una aberración medioambiental y uno de los mayores desastres ecológicos de España y Europa, ya que era uno de los principales humedales europeos, a la altura de Doñana, crucial en el flujo migratorio de aves. En los años muy lluviosos la antigua laguna se inunda y luce una delgada tabla de agua durante unos días, mostrando su persistente vocación natural.

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