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31 personas han sido acusadas de caza furtiva, la mayoría pilladas in fraganti

Ejemplar cazado por unos furtivos en una finca entre Bohonal de Ibor y Peraleda de San Román / Guardia Civil

Jesús Conde

Suelen rastrear los campos en parejas. Arropados por la oscuridad de la noche, con focos. También en las noches de mucha luna, para andar con más facilidad entre la espesura de los matorrales. En otras ocasiones de día, aprovechando los momentos de mayor soledad, para no llamar la atención.

Los furtivos utilizan artes prohibidas como redes, lazos o sacos para capturar a los animales. También silenciadores y armas del calibre 22, con el objetivo de mitigar los ruidos. El campo es un hábitat familiar para ellos y se mueven con facilidad, en busca de ejemplares a los que abaten. En otros casos buscan un codiciado trofeo para colgar en la pared.

Se extienden por toda la geografía extremeña, aunque tienen sus espacios ‘preferidos’: Sierra de San Pedro y Gredos y Siberia extremeña, para la caza mayor; y las zonas de la campiña y los llanos, en el caso de la caza furtiva menor.

En 2014 un total de 14 personas han sido imputadas por un delito de furtivismo de caza mayor, y otros 17 por caza menor, según los datos aportados a este diario por el Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona) de la Guardia Civil. El delito de furtivismo viene recogido en el Código Penal y está castigado con multas de entre ocho a doce meses, e inhabilitación para el ejercicio del derecho de cazar o pescar por tiempo de dos a cinco años.

En la mayoría de las ocasiones los furtivos son capturados in fraganti por la Guardia Civil, dentro de una finca en la que no tienen permiso para cazar. Principalmente lo hacen por motivos económicos. Ocupar un puesto en una montería cuesta como mínimo 300 euros.

El furtivismo requiere una planificación

Los actos de los furtivos son premeditados y tienen detrás una planificación. El furtivo conoce las mejores estrategias para que no se le descubran, y sabe que lo más importante es que no le sorprendan con un arma y con una pieza abatida al mismo tiempo, según explica la Guardia Civil. Si se le descubre solo con el arma, se le pondría una sanción administrativa.

Es por ello que abaten a la pieza y se marchan. Por un lado uno de los cómplices baja con el arma, y otro, que se hace cargo del animal abatido, sale unas horas más tarde por pistas y carreteras alternativas a la que ha utilizado el otro.

Los delitos de furtivismo se suelen cometer en grupo, y la cifra puede verse incrementada. Algunas de las denuncias administrativas que se envían a la Junta son remitidas también a la Fiscalía para que los investigue.

De hecho en un solo año pueden registrarse hasta 900 infracciones administrativas. Las más usuales son por cazar con armas en zonas de seguridad, carecer de los colores distintivos en los puestos fijos. Pero también por casos de furtivismo no aclarados.

Tipos de furtivismo

En el caso de la caza mayor se trata de un furtivo o furtivos que salen a cazar jabalíes o venados. Según se explica desde la Guardia Civil hay ocasiones en que un furtivo ha detectado en el campo un buen trofeo y lo que hace es que, o bien ofrecer a un tercero que lo cace por él, o bien acudir en su búsqueda con el apoyo de otro.

Mientas, en el caso de la caza menor, suelen actuar con galgos, con los que acceden a fincas sin el permiso del titular, para hacerse con perdices, conejos o liebres. Utilizan artes prohibidas, como lazos y trampas no autorizadas; o la captura con ligas (pegamento).

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