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Galicia vuelve a mirar al cielo en el inicio de la temporada de incendios

Incendio en Teo, cerca de Santiago, el pasado lunes / Batallónt5

David Lombao

Ha llegado el día. Desde este 1 de julio un dispositivo de más de 5.700 personas estará movilizado en Galicia para actuar frente a los incendios forestales. Como pórtico, en los dos últimos días de junio el fuego y el humo ya han sido protagonistas en varias localidades como Boborás (Ourense), donde han ardido unas 180 hectáreas, Lobios (Ourense), con 20 hectáreas, Sober (Lugo), con 16 hectáreas o Teo, cerca de Santiago, donde han ardido 55 hectáreas en un incendio que alcanzó el nivel 2 de alerta y en el que varias viviendas estuvieron en peligro. En este contexto, el factor meteorológico se presenta de nuevo como clave mientras la Xunta dice tener todo controlado y el personal de extinción denuncia, una vez más, descoordinación y falta de medios.

El Gobierno gallego afronta la campaña de 2015 tras un 2014 en el que las cifras oficiales dicen que el balance fue bueno. Las poco más de 2.000 hectáreas que ardieron en el pasado ejercicio convierten el 2014 en el mejor año de la serie histórica -la Consellería de Medio Rural ofrece datos desde 1976-. Esto sucedió tras dos años relativamente buenos si son considerados en perspectiva -en 2012 ardieron algo menos de 16.000 hectáreas y en 2013, algo menos de 20.000- y después de un 2011 notablemente negativo, en el que el fuego arrasó más de 42.000 hectáreas.

En el caso de 2014 el objetivamente buen dato se produjo en un año que, según Meteogalicia, las lluvias estuvieron un 17% por encima de lo esperado y tras un 2013 en el que la pluviosidad fue un 20% superior a la media. Según el informe climatológico de la entidad pública, tras una primavera seca “en el comienzo del verano las precipitaciones estuvieron por encima de lo normal en el oeste” de Galicia. Julio fue “húmedo” en general y “agosto y septiembre” presentaron unas lluvias “en valores normales”. No obstante, el año 2011, por ejemplo, las lluvias estuvieron un 22% por debajo del esperado y el balance de los incendios fue peor. Sin embargo, en el año 2006, el peor en cuanto a incendios de la última década, llovió un 8% por riba del promedio.

Datos como estos hacen que entidades como la Alianza Rural Galega -integrada por la CIG, la organización ecologista Adega o responsables de montes comunales- vengan advirtiendo de que la climatología sigue siendo “el principal factor determinante” para que cada año Galicia arda mucho o poco. Los incendios, subraya esta organización, “son un conflicto con una honda base social, sensible a las políticas sobre la gestión del territorio”. “Con una climatología adversa”, esto es, con temperaturas altas, viento fuerte y poca humedad, “dan igual las medidas de extinción que articule la Xunta, el monte seguirá ardiendo”.

Mientras el personal que está en primera línea de lucha contra el fuego advierte una vez más de “improvisación” y de carencia de medios materiales, caso por ejemplo de los helicópteros, la Consellería de Medio Rural niega esa “supuesta falta de medios”. A través de su titular, Rosa Quintana, el departamento autonómico ensalza su propia labor al asegurar que “Galicia es la comunidad en la que más esfuerzos se hacen en la lucha contra el fuego para tener un buen servicio de prevención y extinción”. La población, afirma, puede estar “tranquila”, porque “está en buenas manos”.

Estas declaraciones se dan tras una década en la que el número de incendios se redujo muy notablemente en Galicia. Así, por ejemplo, los 1.232 registrados en 2014 fueron el tercer mejor resultado de la serie histórica. La línea descendente comenzó en el año 2006, que paradójicamente presentó un mal resultado en cuanto a hectáreas quemadas. Tras el repunte de 2011, cuando se superaron los 6.300 incendios, la tendencia ha seguido a la baja. Los valores están, en cualquier caso, lejos de los que se registraban en la década de los 90, cuando llegaron a producirse más de 15.000 incendios en un solo año.

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