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21-A en Euskadi: la campaña menos estatal de 2024

Acto electoral del PNV en Álava

José Enrique Monrosi / Aitor Riveiro / Alberto Ortiz

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La elecciones en Galicia fueron un test para el liderazgo interno de Alberto Núñez Feijóo y las catalanas del 12 de mayo examinarán el éxito de la política desplegada por Pedro Sánchez con la amnistía y medirán la viabilidad de la legislatura. Y, entre medias, la campaña electoral de los comicios que se celebran este domingo en Euskadi ha pasado de puntillas por la actualidad política estatal. 

Tan solo el enredo del candidato de EH Bildu, Pello Otxandiano, con su resistencia a calificar como organización terrorista a ETA, un tema que sorpresivamente fueron los socialistas quienes pusieron esta vez sobre la mesa, ha impregnado el discurso de los dirigentes nacionales en el último tramo de la campaña. “A las cosas hay que llamarlas por su nombre y ETA no fue una banda armada como no fue un movimiento de liberación nacional, como dijo Aznar en su momento. Fue una banda terrorista derrotada por la democracia española”, entró el jueves a valorar Pedro Sánchez desde Bruselas. 

Con todas las miradas puestas en si EH Bildu conseguirá convertirse en primera fuerza política y vencer por primera vez en votos y escaños al PNV, las expectativas en torno a la gobernabilidad de Euskadi encierran menos suspense que en otras citas electorales y, por tanto, a priori también menos impacto para las fuerzas políticas de carácter estatal, sin aspiraciones de ser vencedoras de los comicios.

Históricamente, para el PP, Euskadi es una de las plazas autonómicas que le resultan inexpugnables. Y por eso sus perspectivas se limitan a salir de la irrelevancia en la que quedaron sumidos tras las elecciones de 2020, cuando en coalición con Ciudadanos obtuvieron el peor resultado de su historia: cinco diputados y apenas el 6.75% de los votos.

Para el PSOE, las expectativas se centran en repetir un escenario similar al de hace cuatro años. Asumido que ni siquiera parten en condiciones de disputar el segundo puesto, los socialistas lo fían todo a que vuelvan a cuadrar los números para repetir un ejecutivo de coalición con el PNV, ahora con Imanol Pradales al frente. Un escenario que dibujan como factible la mayoría de sondeos preelectorales.  

La presencia del presidente del Gobierno en Euskadi estos quince días ha sido testimonial. Sánchez acompañó al candidato socialista, Eneko Andueza, en el mitin de cierre de campaña del viernes en Bilbao. Y tan solo había acudido a dos actos más, uno en Donostia y otro en Vitoria. Sí se han implicado más otros referentes del PSOE en el País Vasco, como el expresidente José Luis Rodríguez Zapatero o el que fuera lehendakari, Patxi López, actual portavoz parlamentario.

Con la legislatura en barbecho por la carrera electoral de primavera que encadena los comicios vascos, catalanes y europeos, Sánchez apenas ha pasado por Euskadi en campaña y anda volcado en su agenda internacional. Más concretamente, en su apuesta estratégica para la política internacional española: liderar a nivel europeo el reconocimiento inmediato del Estado palestino como paso previo a un proceso de paz en Oriente Próximo. 

En Euskadi, los socialistas asumen que serán la tercera fuerza política. Las expectativas pasan por reeditar el gobierno de coalición con el PNV aún en el caso de que se confirmase la victoria de EH Bildu. Desde el inicio de la campaña los socialistas vascos han insistido en su rechazo a apoyar cualquier ecuación política que implique la gobernabilidad de la izquierda abertzale. Algo en lo que incluso se ha incidido en la recta final de la campaña a raíz de las contradicciones de EH Bildu para condenar expresamente el terrorismo etarra.

Euskadi, asignatura pendiente del PP

La campaña del PP en Euskadi ha sido lo opuesto a la de la elecciones gallegas del pasado mes de febrero. Feijóo se volcó en su antiguo feudo para ayudar a su sucesor, Alfonso Rueda, a mantener la mayoría absoluta que él mismo logró cuatro veces de forma consecutiva. El líder nacional del PP organizó una caravana paralela a la del candidato y, salvo los días que por obligaciones parlamentarias tuvo que estar en Madrid, el resto del tiempo lo pasó recorriendo Galicia de acto en acto.

Dos meses después, Feijóo ha protagonizado seis actos en Euskadi, la mitad en los dos últimos días de campaña. Y no por falta de tiempo. En las últimas dos semanas, el líder del PP ha aprovechado para viajar a otros lugares de España, con especial atención en Catalunya donde volverá a haber elecciones dentro de un mes. Y allí, sí, Feijóo se juega mucho.

Feijóo marcó en enero los objetivos electorales del PP para este 2024: retener Galicia, mejorar hasta convertirse en imprescindibles en Euskadi y ganar las europeas. El primer punto se consiguió, pero el segundo parece quedar muy lejos. El PP vasco, con Javier de Andrés a la cabeza, lejos de convertirse en imprescindible, se conforma ahora salir de la irrelevancia de sus actuales seis diputados. Un propósito que veían factible, pero que se ha desinflado por días.

Ni siquiera el patinazo del candidato de EH Bildu, que ha permitido meter el asunto de ETA en la campaña, parece que permitirá al PP revertir la tendencia. Feijóo ha jugado a la vez a atraerse al PNV para futuros pactos mientras le atacaba para pescar en su caladero de votos y ha atacado al PSE por sus acuerdos con la izquierda abertzale, todo para que las encuestas indiquen que seguirá, más o menos, como en la última década: con poco que decir en Euskadi.

La escisión de la izquierda se mide en las urnas

El espacio que hasta ahora se ordenaba alrededor de Elkarrekin Podemos en Euskadi, y que reunía el voto de la izquierda no independentista, se presenta esta vez dividido. Las encuestas no se ponen de acuerdo sobre el peso que representan ahora Sumar, Izquierda Unida y Verdes Equo, por un lado, y Podemos Alianza Verde, por otro. Todas coinciden en que en general, el peso de todo ese espacio caerá considerablemente de los seis escaños que consiguió hace cuatro años. Un retroceso alimentado por la escisión de los de Yolanda Díaz y Ione Belarra.

Las líderes estatales de Sumar y Podemos también se han involucrado poco en la campaña vasca. La coalición de Yolanda Díaz ha evitado un desembarco de ministros como hizo en las gallegas y ha limitado la presencia de líderes estatales a la vicepresidenta segunda y al ministro de Cultura y portavoz de Sumar, Ernest Urtasun.

Igual que en el caso del PSOE, el equipo de campaña de Sumar diseñó un cronograma con dos únicas visitas de Díaz a Euskadi. Una al comienzo de la campaña y otra para el acto central. Pero a última hora, la ministra de Trabajo decidió acudir por tercera vez para reunirse junto a la candidata, Alba García, con varios sindicatos de Anbulantziak Borrokan. También acudió a la campaña la ministra de Juventud e Infancia, Sira Rego, junto al diputado de IU Enrique Santiago a un acto en Eibar con motivo del aniversario de la Segunda República. 

Podemos, por su parte, también ha dejado el protagonismo de la campaña a sus candidatos. Irene Montero abrió junto a la cabeza de lista, Miren Gorrotxategi, el 4 de abril en Bilbao, y luego acudió junto a la secretaria general del partido, Ione Belarra, al acto central en Donosti, el 13 de abril. Dos días más tarde, la líder de Podemos volvió a Vitoria y se pasó una vez más para el cierre de campaña, el viernes en Bilbao. El exlíder de Podemos, Pablo Iglesias, también acudió el viernes pasado a Bilbao para apoyar a los candidatos del partido.

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