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Astrid Silva: Trump no es un chiste y hay que votar para ahogar sus palabras

Astrid Silva: Trump no es un chiste y hay que votar para ahogar sus palabras

EFE

Filadelfia (EEUU) —

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La mexicana Astrid Silva, que deslumbró este lunes en la Convención Demócrata, alertó de que el candidato presidencial republicano, Donald Trump, no es ningún chiste y urgió a familias, vecinos y estudiantes a votar en las elecciones de noviembre en EEUU para “ahogar” sus palabras.

“(Trump) quiere dar miedo a las personas para en última instancia ser presidente. Él quiere poder y nosotros le ayudamos al compartir las cosas que dice. Por eso, tenemos que unirnos y completamente ahogar lo que está diciendo”, dijo Silva en un encuentro en Filadelfia con un reducido grupo de medios, entre ellos Efe.

La mexicana, de 28 años, cruzó el río que separa México de EEUU en una balsa de neumáticos y agarrada con fuerza a un muñeco, como si fuera su salvavidas, una imagen que retrató anoche durante su intervención en la Convención Demócrata que designará oficialmente a Hillary Clinton como candidata a la Presidencia del partido.

Para eclipsar la voz de Trump, Silva cree que debe de oirse con más fuerza la voz de la gente en las urnas.

“Ahorita estamos viendo qué es lo que necesitan nuestras familias y nuestras familias necesitan salir a votar. Y los que no podemos votar necesitamos la voz de ellos en las urnas”, señaló Silva, que como indocumentada no puede votar pero está haciendo en su estado, Nevada, un gran trabajo para movilizar a los inmigrantes.

Lo que más “coraje” le da es la indiferencia de cierta parte de la comunidad latina, que no se inscribe en el registro electoral o deja pasar la oportunidad de conseguir la ciudadanía estadounidense para poder emitir su voto en noviembre, cuando EEUU elige presidente y renueva parte del Congreso.

“No me da coraje lo que él (Trump) diga, él puede decir lo que quiera, pero nuestra comunidad que no quiere registrarse a votar, que no quieren hacerse ciudadanos, esas son las personas que tenemos que ver y preguntarles por qué no lo están haciendo”, destacó Silva.

Por eso, cree que el voto individual de un vecino, un primo o un tío puede hacer la diferencia y ella misma, como defensora de los inmigrantes en Nevada, pide a los ocho millones de personas que pueden adquirir la ciudadanía estadounidense y no lo han hecho que lo hagan para defenderse de Trump.

“El que importa aquí es la persona común que puede tener un voto”, aseguró Astrid.

Su historia de lucha, superación y humildad es su mejor arma para enfrentarse a la retórica de Trump y, por eso, anoche, ante la plana mayor de los demócratas, contó cómo cruzó el río Bravo junto a su madre, con cuatro años y con su vestido de volantes.

La joven, hija de un jardinero y una empleada del hogar, se dio cuenta a medida que crecía de que no podía hacer lo mismo que sus amigas, no podía ser animadora, inscribirse con tranquilidad en una escuela o viajar al funeral de su abuela en México por miedo a que las autoridades de EEUU descubrieran que estaba indocumentada.

“Ojalá haya podido representar no solo a toda nuestra comunidad indocumentada, sino a toda nuestra comunidad latina”, afirmó Silva, que sintió “mucha emoción” cuando salió anoche al escenario, pero también pensó en los millones de personas que están en su situación y no tienen una oportunidad así.

En el escenario, Silva defendió a Clinton, a la que apoyó en febrero y a la que considera “capaz” de implantar la reforma que el país necesita para sus políticas migratorias.

Pero Silva sabe que los poderes de un presidente son limitados y que en última instancia el Congreso tiene la llave para aprobar una reforma migratoria y, por ello, urgió a votar en noviembre para “reemplazar a las personas que son como Donald Trump y nunca están con las familias” separadas por las deportaciones.

El programa para jóvenes de Acción Diferida (DACA), puesto en marcha por el presidente Barack Obama en 2012, ha permitido que Silva frene su deportación, pero todavía quedan pendientes los padres de jóvenes indocumentados, que habrían podido beneficiarse de unas medidas dictadas por el gobernante en 2014 pero que no llegaron a entrar en vigor.

Su padre, César Silva, podría haberse beneficiado de esas medidas de Obama, pero todavía vive con miedo porque ya recibió una orden de deportación en 2001, aunque fue pospuesta su expulsión del país.

En casa, las conversaciones entre padre e hija acaban muchas veces en Trump y en la sensación de que “muchas personas no están tomando en serio” las polémicas propuestas del magnate.

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