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El hijo de Fernández Castiñeiras lloró al ver el dinero que tenía su padre

El hijo de Fernández Castiñeiras lloró al ver el dinero que tenía su padre

EFE

Santiago de Compostela —

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Jesús Fernández Nieto, hijo del electricista Manuel Fernández Castiñeiras, acusado del robo del Códice Calixtino, rompió a llorar al saber que su padre tenía hasta 2,3 millones de euros escondidos en diferentes dependencias de su propiedad.

En la quinta sesión de la vista oral en la que se juzga la sustracción del manuscrito del medievo de la Catedral de Santiago de Compostela, una agente que coordinó las investigaciones ha relatado que Jesús “no se imaginaba” la mayúscula suma de dinero que atesoraba el cabeza de familia.

No obstante, esta testigo ha contado que ellos siempre trabajaron con la teoría de que los parientes de Fernández Castiñeiras eran conscientes de que existían apropiaciones indebidas, puesto que las propiedades inmobiliarias que poseen jamás podrían comprarse como fruto de su oficio de electricista.

La agente ha contado que Jesús pareció sorprenderse al ver el dinero que se le incautó a su padre en el domicilio familiar, donde residía con su esposa y madre del joven, la costurera Remedios Nieto, y ha manifestado que, no obstante, este muchacho no expresó la misma sensación al ver los hallazgos monetarios en el piso en el que él residía con su novia y que es propiedad de su padre.

“En la suya no hubo una reacción especial”, ha subrayado la agente, y ha contado que Jesús y Remedios tenían la prohibición de “tocar las cosas” de Fernández Castiñeiras almacenadas en una habitación del piso de sus padres, en Milladoiro, un núcleo de la provincia de A Coruña.

Tampoco podían acceder a otro habitáculo de la casa en la que vivía con su novia. En los demás lugares no existía este veto.

Esta agente ha señalado que los investigadores no esperaban que Fernández Castiñeiras manejase una cantidad de dinero tan alta, y esto no es baladí, puesto que lo que ocurría era que se desconocía “cualquier otra sustracción” en el templo. Solo se sabía de “una falta”, y era la del Códice Calixtino.

La agente ha recordado que Fernández Castiñeiras dijo a la Policía que la documentación -diferentes papeles- encontrada en sus propiedades la sustraía por “curiosidad”, pero, en cambio, de los facsímiles del Códice que fueron requisados, explicó que éstos procedían de una compra directa en la tienda de la Catedral y de un regalo del otrora deán José María Díaz, algo que éste último negó la semana pasada.

En la jornada de hoy, también han declarado otros policías que participaron en la investigación y, además, los dos particulares que estuvieron presentes en el registro efectuado en el lugar en el que se localizó el Códice Calixtino, Mauricio García y Begoña Bravo.

Ella rememoró que esta inspección se produjo en un local contiguo a la terraza de una cafetería en la que estaba sentada y en la que los agentes se dirigieron a ella para preguntarle si se prestaba a ser testigo de un registro, “pero no sabía para qué”.

Posteriormente, describió cómo fue, especificó que se prolongó dos horas, y también que fue muy minucioso, algo normal por la “porquería” que había allí.

Valoró la actuación del juez instructor, José Antonio Vázquez Taín, porque el libro “se encontró gracias” a él, “o se quedaría allí”.

Fernández Castiñeiras estuvo interno en el penal de Teixeiro (A Coruña) desde julio de 2012 hasta enero de 2013, y en este momento se enfrenta a la acusación de dos delitos de robo con fuerza, uno de ellos continuado; un delito contra la intimidad y otro de blanqueo de capitales, por los que la Fiscalía le pide 15 años de cárcel, que la Iglesia, personada como acusación particular, eleva a 31.

Para su mujer, Remedios Nieto, y su hijo, Jesús Fernández Nieto, el Ministerio Fiscal limita su petición de pena a un año y medio de prisión para cada uno de ellos por blanqueo de capitales y prevé una alternativa de seis meses por sendos delitos de receptación.

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