Macron aleja a la prensa del Elíseo

La decisión del presidente francés, Emmanuel Macron, de sacar la sala de prensa del Elíseo es el último paso de una larga serie de desencuentros del mandatario con los periodistas, que ven como una humillación que se les aleje del palacio presidencial.

Situado desde hace tres décadas en el Patio de Honor, a pocos metros de la entrada principal, el cubículo se ubicará en unos meses en un edificio anexo de la sede del jefe de Estado, al otro lado de la calle.

La idea había sido adelantada con la llegada de Macron al poder el pasado mayo y se materializó este mes cuando la Presidencia comunicó a los periodistas que el proyecto seguía en marcha con la intención de modernizar el espacio y dar cabida a más acreditados.

La decisión, unilateral, complica, según los afectados, el trabajo de los medios, ralentiza el envío de las informaciones y les priva de una ventana en primera línea desde la que controlar las idas y venidas de ministros e invitados.

Tanto la Asociación de la Prensa Presidencial como el sindicato de periodistas han denunciado que la presencia de los medios en el seno de la presidencia no es un “privilegio”, sino el fruto de una voluntad de transparencia apoyada por los anteriores mandatarios desde 1974.

“Macron y su Gobierno tienen sin duda un problema con los periodistas y el derecho a la información. (...) Las señales enviadas por el poder son muy preocupantes”, indica en un comunicado la organización sindical.

Con el conservador Nicolas Sarkozy, pero especialmente con el socialista François Hollande, la relación entre ambas esferas había gozado de una cercanía que Macron cortó desde el principio.

Además de blindar su vida privada, el nuevo inquilino del Elíseo ha dejado claro en sucesivas ocasiones que hay fronteras que no quiere cruzar.

“Tenemos un combate común”, pero cada uno debe librarlo con “esta distancia legítima que existe entre el poder y el contrapoder”, dijo el pasado 3 de enero en su discurso de Año Nuevo ante la prensa.

Macron, según explica a EFE una periodista que prefiere guardar el anonimato, “está traumatizado” por lo que le sucedió a Hollande, cuyas conversaciones informales con los periodistas acabaron por perjudicarle.

“Alejando físicamente a la prensa no va a mejorar su relación con ella”, avisó la reportera francesa, para quien el presidente tiene “una visión muy vertical del poder”.

“Para él esto es solo una mudanza práctica y funcional, pero no, es un símbolo muy importante, no una tontería ni algo fútil”, concluyó.

El pasado mayo, la elección de los periodistas que le iban a acompañar en un viaje oficial a Mali le valió la reprimenda pública de una quincena de medios nacionales franceses, que vieron esa práctica como perjudicial para la democracia.

La ley anunciada en enero para luchar contra la proliferación de noticias falsas a lo largo del periodo electoral, de las que el propio Macron fue víctima durante la pasada campaña presidencial, también ha levantado suspicacias por su eventual afrenta contra la libertad de expresión.

Y la nueva sala de prensa, que se inaugurará en verano, ha tensado la relación, a pesar de las explicaciones oficiales sobre los beneficios del nuevo espacio, que duplicará al actual y prevé garantizar mejores condiciones técnicas para las televisiones y radios.

El traslado se inscribe en una “reorganización completa de las estancias presidenciales”, señala a EFE una consejera de Macron, y busca que un mayor número de periodistas pueda acceder al Elíseo y con unos horarios ampliados.

El boicot de algunos periodistas este miércoles a la comparecencia semanal del portavoz gubernamental tras el Consejo de Ministros, sin embargo, es reflejo del descontento y una primera acción de las previstas por el colectivo a la espera de que una reunión con el secretario general del Elíseo les sirva para intentar revocar la decisión.