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Católicos camboyanos buscan a sus mártires entre las víctimas del genocidio

Católicos camboyanos buscan a sus mártires entre las víctimas del genocidio

EFE

Phnom Penh —

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Cuando Vietnam derrocó al régimen genocida del Jemer Rojo en 1979, todos los sacerdotes católicos habían sido ejecutados o muerto de inanición, la catedral de Phnom Penh era escombros y solo quedaban unas quince familias católicas en Camboya.

Tres décadas después, la Iglesia católica tramita el primer proceso para el reconocimiento de mártires en Camboya entre los católicos que murieron, al igual que un cuarto de la población (cerca de 1,7 millones de personas), entre 1975 y 1979.

“La iglesia camboyana, a través del obispo, hace muchos años que pensaba pedir al Vaticano que iniciase el proceso”, asegura a Efe el director nacional de las Obras Misionales Pontificias en Laos y Camboya, el argentino Gustavo Benítez.

El padre Benítez estaba presente en 2014 cuando un joven camboyano solicitó al papa Francisco que ayudase a iniciar la causa durante el multitudinario Día Asiático de la Juventud en Corea del Sur.

El sumo pontífice aceptó la propuesta y se comprometió a llevar la comunicación a Roma en persona, lo que dio inicio a un proceso que se hizo oficial en junio de 2015.

De los 35 candidatos, el padre Benítez espera que 20 sean aceptados por la iglesia y se conviertan en siervos de Dios, el primer paso en el camino hacia la santidad.

El argentino señala a los sacerdotes Chmar Salas, Chmar Salem y Tep Im entre los más conocidos de la lista, que incluye, entre otros, laicos y clérigos, misioneros franceses y monjas de etnia vietnamita.

Chmar Salas fue ordenado obispo el 14 de abril de 1975, tres días antes de la toma de Phnom Penh por parte del ejercito liderado por Pol Pot, líder de los jemeres, que había sitiado la ciudad y pronto ganaría la guerra civil al Gobierno golpista del general Lon Nol.

“Durante la ordenación, las bombas caían y sacudían la iglesia y todos nos tirábamos al suelo”, recuerda Chmar Pracot, la hermana de Salas, que documenta junto a tres sacerdotes la vida de los candidatos.

Los jemeres rojos habían ordenado la evacuación de todos los extranjeros por lo que el Vaticano decidió reemplazar al obispo francés Yves Ramousse y ordenar, por primera vez, a un camboyano.

Una vez en el poder, el grupo comunista vació las ciudades, abolió la propiedad y persiguió a toda persona que estuviese educada o representase a la “corrupta” clase urbana, en busca de una utopía agraria comunista.

Los monjes budistas, la minoría musulmana Cham y las demás religiones fueron perseguidas.

En el país de mayoría budista, unas 61.000 personas, la gran mayoría de ellos de etnia vietnamita, practicaban el catolicismo en 1970, según estimaciones del padre Francois Ponchaud, historiador y uno de los últimos occidentales en abandonar el país en 1975.

El libro “La catedral del arrozal”, del padre Ponchaud, indica que antes de que el Jemer Rojo llegase al poder, dos tercios de los católicos regresaron a Vietnam.

Hoy en día, la iglesia estima que cerca de 20.000 personas practican el catolicismo en Camboya.

“En mi familia, fallecieron unas 30 personas, teniendo en cuenta que yo era la séptima (de ocho) y muchos tenían familias numerosas”, cuenta a Efe la anciana en un altar levantado en honor a los que murieron durante el brutal régimen, en una iglesia de Phnom Penh.

El obispo Chmar Salas murió de hambre y extenuación en 1977, aunque Angkar (la Organización), como se hizo llamar el régimen, no quiso revelar el lugar donde había sido enterrado su cuerpo.

“Cuando pregunté donde le llevaron o enterraron (los soldados) no sabían nada, dijeron que la organización fue la que se encargó de todo, la que hizo todo”, se lamenta Pracot.

Los padres Chmar Salem, hermano de Salas, y Tep Im, primer prefecto de la ciudad de Battambang, fueron ejecutados en 1977 (fecha sin determinar) y 1975, respectivamente.

Algunas fuentes cercanas a la Iglesia consideran que el reconocimiento de mártires en Camboya, donde ha aumentado el sentimiento antivietnamita, es complicado, ya que no hubo una persecución específica contra los católicos.

“Cuando se habla de martirio y persecución en Camboya la persecución no fue contra la Iglesia si no contra todo el pueblo camboyano, tendría que demostrarse que el señor Salas murió por la fe”, argumenta un laico que prefiere no revelar su nombre.

“No ha habido una conversión masiva y muchos de los camboyanos ven la fe como algo de los vietnamitas, por lo que elegir un mártir camboyano es un elemento de unidad”, considera la fuente para después recordar que “no hay camboyanos en el santoral”.

Ricardo Pérez-Solero

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