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“Considerar al islam la religión que más condena la homosexualidad es islamófobo”

Daniel Ahmed

Marta Borraz

Visibilizar que las personas musulmanas gays, lesbianas, trans, bisexuales y con identidades sexuales y de género no normativas existen y se organizan. Es uno de los objetivos de la red Nasij, palabra que significa tejido en árabe. Este colectivo, surgido en Barcelona, quiere descomponer la mirada que enlaza homofobia e islam de manera inequívoca y explicar que hay realidades diversas como las que albergan las mezquitas inclusivas que, entre otras cosas, casan a musulmanes homosexuales.

A esta red pertenece el educador social y licenciado en Periodismo Daniel Ahmed, que es también activista queer musulmán en el ámbito de la diversidad sexual y de género en el islam. Queer entendido como el rechazo a aquellos discursos que clasifican por género u orientación sexual por considerar que las etiquetas limitan la diversidad. Actualmente realiza una investigación sobre activismo queer musulmán en la Europa contemporánea en la Universidad Autónoma de Madrid y sostiene que no hay una ideología machista y homófoba inherente a su religión. Y es que hablar con él, es desarticular prejuicios.

¿Es homófobo el islam?

Hablar en términos de homofobia en relación al islam, o cualquier otra tradición espiritual es etnocéntrico, esencialista y homogeneizador. Ignora que la LGTBIQ+fobia (lesbianas, gays, trans, bisexuales, intersexuales, queers etc.) es un fenómeno transversal a todas las culturas y obvia que estamos haciendo referencia, al hablar del islam, a una espiritualidad extremadamente diversa que abarca más de 1.700 millones de personas repartidas en todos los continentes.

En este sentido, podremos hablar de sistemas políticos, leyes, gobiernos o personas concretas machistas u homófobas. La etiqueta islámica, como la católica o la budista, no añade ninguna información sobre las experiencias o la situación social y jurídica de las personas LGTBIQ+ que viven en países de mayoría musulmana, sean estas musulmanas o no, ni tampoco de las personas musulmanas LGTBIQ+ en países donde el islam es minoritario. 

¿Hay muchos países de mayoría musulmana que condenan las relaciones entre personas del mismo sexo?

La creencia extendida de que la mayoría de los países que condenan la homosexualidad son países de mayoría musulmana es una concepción errónea e islamófoba. Según los últimos datos de ILGA (Asociación Internacional de Lesbianas, Gays, Bisexuales, Trans e Intersexuales), de los 75 países que condenan las prácticas sexuales entre personas del mismo sexo en la actualidad, 26 son de mayoría musulmana y solo en 5 de ellos se condenan dichas prácticas con la pena de muerte.

Los 49 países restantes son de mayoría cristiana, hinduista o budista y excepcionalmente se oye hablar de ellos. Asimismo, no podemos olvidar que gran parte de las normativas de condena de dichas prácticas tienen su origen en la colonización y la implantación de leyes que provenían de una Europa sumida en una rigidísima moral victoriana en lo que a la sexualidad se refiere.

¿Qué ocurrió en este sentido con la colonización?

La vivencia de este tipo de prácticas y también su consideración social y jurídica no ha sido lineal a lo largo de la historia. Existen toda una serie de evidencias históricas que dejan patente una actitud mucho más laxa respecto a la diversidad sexual y de género en los países de mayoría musulmana hasta la llegada de la colonización.

Esta identificación casi inequívoca que se suele hacer del islam y la homofobia, ¿cómo afecta a los propios musulmanes?

Las afirmaciones del tipo “en los países musulmanes te matan por ser gay”, no solo muestran un desconocimiento y una inexactitud respecto a la situación legal del colectivo en los países de mayoría musulmana, sino que ignora toda una serie de cuestiones que es necesario plantear. ¿Es el islam la categoría definitoria detrás de estas leyes? ¿A quién afectan? ¿La población de dichos países comulga con dichas leyes? ¿Es el islam el que criminaliza dichas prácticas o determinadas leyes, dictaminadas por determinados gobiernos amparándose en determinadas tradiciones espirituales o religiosas?

Además este tipo de calificaciones invisibilizan las estrategias de activismo y resistencia de las personas musulmanas LGBTIQ+ que se están llevando a cabo desde las últimas décadas para fomentar un cambio social respecto a la consideración de las minorías sexuales y de género y para conseguir un marco legal de protección de las mismas.

¿Cuáles son los prejuicios más comunes sobre el islam en relación a la identidad sexual y de género?

Principalmente la presunción de la existencia de una ideología retrógrada, anacrónica, machista y LGBTIQ+fóbica inherente a los postulados del islam y, en consecuencia, extrapolable al resto de la población musulmana. Dicha presunción se articula en torno a dos premisas: la inexistencia de disidencias sexuales y de género en la historia de la civilización Árabo-Islámica y la de que los únicos países en los que se criminalizan las relaciones entre personas del mismo sexo son los de mayoría musulmana.

La red Nasij afirma que las interpretaciones que se han hecho del Corán son misóginas y machistas. ¿Cómo se desarticularían?

Las interpretaciones son patriarcales en tanto que fueron llevadas a cabo por hombres pertenecientes a una época y cultura muy específicas. La manera de desarticular dichas interpretaciones, tal y como se está haciendo desde el movimiento queer musulmán o el feminismo islámico, es realizar una interpretación de El Corán, los hádices y la jurisprudencia clásica en clave de género. Es decir, realizada por aquellos sujetos invisibilizados a lo largo de la historia por motivos de diversidad sexual y de género.

¿Son estas interpretaciones las que condenan la homosexualidad?

No existe ningún versículo en El Corán que condene explícitamente la homosexualidad. La condena de las prácticas sexuales entre personas del mismo sexo en el islam, pero también en otras tradiciones como el judaísmo y el cristianismo, surge de una interpretación tendenciosa y descontextualizada de los textos sagrados de dichas espiritualidades. La consideración del islam en tanto que la tradición espiritual LGBTIQ+fóbica por excelencia es un fenómeno moderno y responde a los intereses del discurso islamófobo actual. De hecho, hasta principios del s. XX, el mundo Árabo-Islámico era censurado por “occidente” por su excesiva tolerancia con la diversidad sexual y de género.

Las etiquetas de 'islamismo' y 'ataque terrorista' llenaban los titulares de los medios tras el atentado de Orlando. ¿Se dejaron por el camino la homofobia?

Los datos hablan por sí mismos. Más allá del discurso islamófobo oficialista de los medios de comunicación masivos, existe una resistencia explícita a tratar los problemas de fondo inherentes a este tipo de violencias: machismo, misoginia, patriarcado, racismo, xenofobia, legislaciones LGBTIQ+fóbicas, intereses de la industria armamentística...

Respecto a Omar Mateen [el asesino] era hijo de inmigrantes afganos pero nació y creció en Estados Unidos. Según sus propios familiares y miembros de su comunidad no sabía prácticamente nada sobre el islam. Tenía problemas con el alcohol y fue denunciado por su esposa por violencia machista. Estaba obsesionado con las armas y la autoridad. Era racista y tenía una especial fijación con las personas negras y latinas.

La realidad del colectivo LGTBIQ+ en Orlando también hay que nombrarla. Hasta 1971 las relaciones sexuales entre personas del mismo sexo eran consideradas delito grave, y siguió considerándose falta hasta 2003. Esta ley, aunque ya no se aplica, continúa apareciendo en los textos legislativos. 
La adopción para personas LGBTIQ+ era ilegal hasta el año pasado y, a día de hoy, no se les permite donar sangre. Desde 2012 ha habido 998 tiroteos masivos en Estados Unidos, todos ellos perpetrados por hombres, en su mayoría blancos y heterosexuales. Solo dos de ellos eran musulmanes.

Se llama 'pinkwashing' a las diversas estrategias de instrumentalización de los discursos LGTB. ¿Fue algo que ocurrió con el atentado de Orlando?

Una clara estrategia de pinkwashing tras el ataque de Orlando fue la llevada a cabo por parte del Departamento de Policía de Nueva York. [Pinkwashing es un término que se usa con frecuencia para referirse a Israel, que se presenta como un país pro derechos LGTB, de modo que este colectivo se siente identificado con las políticas estatales islamófobas que al mismo tiempo vulneran otros derechos como los de la población palestina].

Los comunicados oficiales de repulsa y la posterior campaña que mostraba una flota de coches patrulla con imágenes de arco iris y el lema “Pride Equality Peace” (Orgullo, Igualdad, Paz) evidencian la intención del NYPD de desmarcarse de cualquier nexo con Omar Mateen, quien había posado orgulloso en las redes sociales con camisetas de dicho cuerpo de policía.

Los únicos objetivos detrás de esta campaña eran dejar claro que la NYDP no tenía nada que ver con Omar y aprovechar la coyuntura para ganarse la simpatía de la comunidad LGBTIQ+ “mainstream”. Un simple lavado de cara por parte de un cuerpo famoso por sus actuaciones racistas, xenófobas y  homófobas. 

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