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Narbona: Por primera vez la ecología está en el centro de un proyecto político

Narbona: Por primera vez la ecología está en el centro de un proyecto político

EFE

Madrid —

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Rompiendo el estereotipo de que política y medio ambiente “son dos mundos diferentes que no tienen nada que ver”, el PSOE que dirige Pedro Sánchez “ha puesto la ecología, por primera vez, en el mismísimo corazón de un proyecto político”, y eso es lo que llevó a Cristina Narbona a aceptar presidirlo.

En una entrevista con Efe por la publicación del libro “Soñando el futuro”, en el que conversa con la vicepresidenta de la Confederación de Consumidores y Usuarios (CECU), Ana Etchenique, la exministra asegura sentirse “satisfecha de haber tenido la oportunidad de incorporar al socialismo” lo que considera que debe ser una de sus señas de identidad: “la ecología, imprescindible para garantizar un progreso justo, seguro y duradero”.

Tras su primer cargo en un Gobierno central, como secretaria de Estado de Medio Ambiente de Felipe González, quien en 1994 “se guardó en el cajón” su recién elaborado plan de lucha contra el cambio climático justificando “que no era momento de aprobar nada que fuera contra el crecimiento económico”, Narbona apreció en el expresidente Zapatero una mayor sensibilidad a estas cuestiones.

No obstante, reconoce que tuvo “reticencias” cuando le propuso ser ministra “porque sabía que iba a ser complicado tomar medidas que todavía hoy se siguen considerando contrarias a la creación de empleo”.

Zapatero “se empeñó” en convencerla, apunta, y el Consejo de Ministros que presidía le aceptó diez proyectos de ley en los cuatro años (2004-2008) en los que fue titular de un ministerio que desapareció en la segunda legislatura. Hubo un onceavo proyecto, de ley de aguas, que no pasó el filtro.

El Gobierno de Mariano Rajoy ha reformado esas diez normas y preguntada por cuál de estas modificaciones le ha dolido más, la exministra responde, sin dudar, que por la Ley de Montes, porque le pareció “innecesario establecer excepciones para recalificar suelo quemado, tras haberse demostrado cómo se ha aprovechado en el pasado para el interés privado y no el general”.

Narbona cuenta en el libro que una de sus prioridades como ministra fue evitar la recalificación del suelo incendiado a través de esa ley, y cómo cuando su equipo comenzaba a trabajar en ella se produjo el que califica de “momento más duro” de su vida política: la muerte de once brigadistas en un macroincendio en Guadalajara (2005), lo que le llevó incluso a plantear una dimisión que no fue aceptada.

A pesar de todo, la profesora de Economía y militante ecologista desde su juventud admite haberlo “pasado mal” en algunos momentos en los Consejos de Ministros de Zapatero, alegando que “veía que íbamos por un camino extremadamente peligroso” y que su visión “apenas era compartida”.

Se refiere “a cómo la burbuja inmobiliaria estaba creando empleo y aumentando el producto interior bruto (PIB), y esas variables parecían justificar cualquier cosa”.

Además de una ley de aguas con la que pretendía “que cada cuenca fuera lo más autosuficiente posible, gestionando de manera eficiente sus recursos”, Narbona rememora también “importantes enfrentamientos internos” cuando planteó “una estrategia de sostenibilidad de la costa intentando preservar los espacios aún no cubiertos por cemento”.

“La percepción de que cuanto más se construyera cerca del mar más empleo se generaría, era demasiado dominante en nuestro partido y en toda la sociedad”, agrega.

Aunque ha habido avances, Narbona opina que la asignatura pendiente de España es “aprender la diferencia entre el crecimiento de la actividad económica y el progreso de la sociedad”.

“El hecho de que aumente el PIB y el empleo no significa que estés generando prosperidad estable y equitativa en el tiempo y sobre bases sólidas; actualmente vemos cómo el empleo que se crea es tan dramáticamente precario y mal retribuido que estamos al límite del colapso de las pensiones públicas”, explica.

Por eso, el objetivo de la “transición ecológica de la economía” que propone el PSOE que preside es el de “buscar una senda de actividad económica y de creación de empleo, que reduzca las desigualdades, garantice más estabilidad al sistema y sea compatible con los límites ecológicos”.

Narbona sigue siendo una política obsesionada con la buena gestión del agua, y sentencia que la falta de este recurso en España “es la peor herencia que vamos a dejar a las generaciones futuras”.

Si estuviera en sus manos resolver el problema, lo primero que haría sería “asociar la política de agua a la adaptación al cambio climático, incentivando el ahorro, fortaleciendo el control público, y evitando que se generen excesivas expectativas en sectores como la agricultura -que consume el 80 % del agua- que no sean compatibles con el conocimiento científico existente, que nos anuncia una drástica reducción de las precipitaciones en todas las cuencas”.

También le preocupa, entre otras cosas, que “se reparen los daños causados a las más de 60.000 familias que se arruinaron en España por los cambios regulatorios en materia de renovables”, iniciados en la última etapa de Zapatero y consolidados después por el PP.

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