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Sonrisas y lágrimas en Atocha

CGT y SFI cifran en 80 por ciento el seguimiento, excluidos los servicios mínimos

EFE

Madrid —

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Sonrisas y lágrimas -o más bien suelta de improperios- son las reacciones más repetidas hoy en la madrileña estación de Atocha, donde los viajeros se agolpan en el mostrador de atención al cliente en busca de que alguien les confirme si su tren saldrá o no a tenor de la huelga convocada en Renfe y Adif.

“Hoy sólo nos preguntan si su tren ha sido cancelado”, confiesa a Efe una de las empleadas de la estación tras el mostrador de atención al cliente, donde apenas tres personas atienden a decenas de viajeros que guardan fila con la esperanza de que, cuando llegue su turno, el empleado mire su ordenador y les confirme que todo va bien.

“No ha sido cancelado”, “podremos viajar”, “¡menos mal!” o profundos suspiros de alivio son las frases y gestos que protagonizan los viajeros a los que les ha sonreído la suerte.

Con muy mala cara comenzaba a guardar cola María José Dueñas, quien no se explicaba cómo los sindicatos han propuesto estos dos días de huelga “sabiendo que media España se va de viaje”.

Tras unos minutos de angustia, Dueñas tuvo suerte y no fue remitida a las taquillas, adonde se dirigen aquellos cuyo tren ha sido cancelado.

Allí, con peor humor y un pequeño papel en la mano que le indicaba su turno, se encontraba Samuel Asel, un joven que empezaba a impacientarse con la situación. “Tenía que salir hoy en un tren hacia Huelva y aquí estoy, así este país se hunde cada día más”, ha lamentado el joven, quien también se ha mostrado bastante molesto con los convocantes de la huelga.

Varios metros a su espalda un grupo de miembros de CGT -uno de los convocantes- protestaba contra Renfe al grito de “no mola nada la privada”, en contra de la privatización de algunas líneas.

“Nuestro objetivo no es fastidiar a la gente, hacemos la huelga porque quieren licitar -por el Gobierno- la línea de Levante y no estamos de acuerdo”, ha explicado José Manuel Muñoz Poliz, secretario general de CGT, que ha dicho que la incidencia entre los viajeros “no es muy grave” puesto que “los servicios mínimos son altísimos” tanto en AVE (77%), Media Distancia (63 ó 65%) o Cercanías (entre el 50 y el 75%).

El secretario general, sin embargo, ha calificado la jornada como “un éxito” debido a que, según el sindicato, se ha adherido a la huelga “el 80 % de los trabajadores que podían hacerla” (según Renfe el seguimiento ha sido del 4,29% en el turno de noche y mañana, y según Adif del 5,5% por la noche y el 7,79% por la mañana).

Pese a ello, poco consuelo les quedaba a los afectados, como Agustín Ródenas, quien tras sufrir la cancelación de un tren que debía llevarle hasta Murcia decidió desplazarse desde Atocha a la cercana estación de autobuses de Méndez Álvaro (Estación Sur) en busca de una alternativa.

“Yo no soy de aquí, no conozco esto, desde Renfe nadie me ha dicho nada y ahora me veo aquí tirado”, ha lamentado Ródenas, resignado, mientras guardaba cola frente a las taquillas de una compañía de autocares.

Escenas similares se han vivido esta mañana en Chamartín, donde Sophie, una joven de Liverpool que debía haber subido al tren de la mañana para Bilbao ha tenido que esperar cinco horas para tomar el siguiente.

O Mónica, que tenía que esperar hora y media para tomar otro tren a León, que encima llegará a las 17 horas en lugar de a las 13 porque su nuevo trayecto es, dice, “de los que van recogiendo flores”.

Juncal ha hecho cola esta mañana en Chamartín para que le devolvieran el dinero porque pensaba viajar a Almería a las 8 para dar una sorpresa a una amiga, pero la sorpresa se la ha llevado ella al ver que lo habían cancelado y que el siguiente salía a las 14.30.

Otra joven, Sofía, ni siquiera pudo comprar ayer el billete para viajar hasta un funeral en Zamora porque, según le explicaron, como hoy había huelga se habían vendido con antelación todos los asientos para ayer.

Estas estampas se repetirán durante lo que queda del día de hoy y mañana hasta las 23.00 horas, cuando la huelga dejará paso al mes de agosto, que para muchos significa vacaciones y que algunos, los menos afortunados, han comenzado varados en una estación de ferrocarril.

Por Enrique Delgado Sanz.

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