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Austria también se sube a la ola de la ultraderecha europea 

Las presidenciales austríacas castigan al bipartidismo y premian a los ultras

The Guardian

Philip Oltermann —

La agitación política en Austria no ha hecho más que empezar tras la apabullante victoria de un candidato de ultraderecha en la primera vuelta de las presidenciales en el país, el pasado domingo. Este resultado hace temer un voto muy polarizado en la segunda y decisiva ronda electoral. 

Con el 36,7% de los votos, Norbert Hofer, del Partido de la Libertad de Austria (FPÖ), puso patas arriba los sondeos y superó al candidato ecologista Alexander Van der Bellen, que se quedó con el segundo lugar. Los dos candidatos se enfrentarán cara a cara en la segunda ronda, el 22 de mayo. 

Aunque la presidencia austríaca es un cargo más bien protocolario, Hofer ha amenazado con hacer uso de la potestad de disolver el Parlamento antes de las elecciones de 2018, y durante un debate televisivo alertó a los otros candidatos de que “se sorprenderían de lo que [un presidente] puede hacer”.

Un rostro amable con pistola

Hofer, un hombre de 48 años, de aspecto juvenil y con una parálisis parcial causada por un accidente de parapente, ha hecho campaña a favor de los derechos de las personas con discapacidad y se ha perfilado como el rostro amable de un partido que, bajo la firme batuta de Heinz-Christian Strache, compagina un agresivo discurso euroescéptico y en contra de la inmigración con una actitud más típicamente de izquierdas en lo relativo a políticas sociales.

Hofer, que presume de protegerse de la “incertidumbre” causada por la crisis de los refugiados con una pistola Glock, obtuvo una victoria aplastante en todos los estados federados de Austria con excepción de Viena. En Estiria, Burgenland y Carintia, que como estados fronterizos se han convertido en zona de tránsito para los refugiados que quieren llegar a Europa central desde los países mediterráneos, Hofer consiguió el 40% o más de los votos. 

Algunos constitucionalistas ponen en duda la potestad del presidente de Austria de disolver el Parlamento sin una orden del Gobierno. Lo cierto es que si Hofer gana las elecciones, Austria se enfrentará a una situación sin precedentes ya que hasta la fecha solo los políticos de los dos principales partidos (conservadores y socialdemócratas) han desempeñado esta función.

La noche del domingo, tras describir el resultado como “una cita con la historia”, Hofer dejó claro que él percibía el resultado como un “paso previo” para poder desafiar frontalmente al sistema político del país. 

Las encuestas también colocan al FPÖ en primera posición de cara a unas elecciones legislativas, con el 30% de los votos.

Si el FPÖ logra hacerse con el Gobierno disparará las alarmas a lo largo y ancho del continente, ya que Austria se unirá a un bloque cada vez más extenso de países con gobiernos autoritarios y euroescépticos, entre los que se incluyen Hungría y Polonia. Hofer ya ha avanzado que se negará a firmar el TTIP, incluso si fuera aprobado por el Gobierno. 

Los políticos de extrema derecha de Europa, como el holandés Geert Wilders, la francesa Marine Le Pen, la Liga Norte de Italia y el Partido Nacional Democrático alemán, celebraron los resultados de Austria. El primer ministro italiano, Matteo Renzi, alertó del impacto que podía tener este resultado en la región fronteriza entre Austria e Italia. “Para Europa sería un problema que el paso de Brenner se cierre”, indicó. 

Fin del bipartidismo

Con independencia del resultado de la segunda ronda electoral del 22 de mayo, será la primera vez desde 1945 que el presidente del país no procede de uno de los dos partidos tradicionales, los socialdemócratas [SPÖ] y el Partido Popular [ÖVP], que apenas sumaron juntos el domingo el 25% de los votos. 

Van der Bellen, que se situó en segundo lugar, es un candidato independiente que se presentó sin el apoyo oficial del partido ecologista y que ha criticado el hecho de que el Gobierno austríaco haya establecido un tope máximo de solicitantes de asilo. Ahora, este veterano de 72 años espera lograr el apoyo de los partidos mayoritarios e impedir que Hofer se haga con la presidencia. 

Para Johannes Pollak, un politólogo del Instituto de Estudios Avanzados de Viena, Van der Bellen es un candidato situado al margen pero con posibilidades reales de ganar: “Los partidos en el poder harán todo lo que esté en sus manos para evitar la victoria de un populista de derechas. Sin embargo, tras el terremoto político de esta semana es difícil hacer una previsión”.

Reinhard Heinisch, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad de Salzburgo, señala que el candidato de derechas es el que está mejor posicionado: “Los partidos en el Gobierno lo tendrán difícil, especialmente si el FPÖ logra que en la segunda ronda el debate gire en torno a los temas que generan más división, como por ejemplo los refugiados”. “A simple vista, la situación puede parecer similar a la de Estados Unidos, pero lo cierto es que en ese país incluso el candidato de izquierdas, Bernie Sanders, ha presentado un programa reformista mientras que en Austria solo la derecha ha abordado esta cuestión”. 

“Si debilita el Parlamento, termina con la separación de poderes, da la espalda a Bruselas y limita la libertad de prensa, Viena no solo se situará geográficamente al Este de Praga; también lo estará políticamente”, opina Gerfried Sperl, columnista de Der Standard

Moshe Kantor, presidente del Congreso Judío Europeo, ha señalado que el auge del Partido de la Libertad es “muy preocupante”. “Que un país situado en el centro de Europa muestre un apoyo tan sólido a la extrema derecha cuando apenas han pasado 70 años desde el Holocausto es una muestra de que nuestra memoria colectiva es débil”. 

El primer ministro de Austria, el socialdemócrata Werner Faymann, que fue cuestionado tras los resultados, admite que los comicios “mandan una señal clara a los partidos de la coalición en el Gobierno, cuya cooperación debe ser más estrecha”. Sin embargo, muchos analistas indican que la crisis de la clase política austríaca tiene mucho que ver con el hecho de que en los últimos diez años los dos grandes partidos se hayan unido en una gran coalición para gobernar.

“El mensaje que los ciudadanos están mandando a SPÖ y a ÖVP es muy evidente: vuestro tiempo ha terminado”, ha subrayado el diario vienés Die Presse. “Tras los resultados del domingo se ha confirmado que la tendencia de voto en el país ha cambiado radicalmente. Al menos la mitad de los votos están en el aire y ya no tienen nada que ver con alianzas o facciones. Los candidatos o los partidos ganadores son aquellos que proponen soluciones o que al menos fingen que las proponen, o que mandan la señal correcta en el momento correcto”.

Los detractores del Gobierno austríaco señalan que este perdió su credibilidad con la gestión de la crisis de los refugiados. Si bien en octubre apoyó la política de “fronteras abiertas” de  la canciller alemana Angela Merkel, el Gobierno de coalición y en especial el ministro de Exteriores, el conservador Sebastian Kurz, se convirtieron a principios de año en los principales defensores del cierre de la ruta de los Balcanes. 

Traducción de Emma Reverter

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