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Bárcenas ya no está en el PP, pero ¿dónde estaba cuando atesoró su fortuna?

Rosa Paz

Es impresionante la naturalidad con que Mariano Rajoy se sacude toda responsabilidad sobre el caso Gürtel en el mismo momento en que la Fiscalía Anticorrupción y la Abogacía General del Estado piden 42 y 62 años, respectivamente, para el extesorero del PP Luis Bárcenas y consideran probado que en su partido, el de Rajoy y Bárcenas, existía una caja B, una contabilidad paralela. ¿Por qué me miran a mí? Es lo que parece preguntarse el presidente del Gobierno y presidente del partido, si “esa persona ya no está desde hace tiempo en el PP”.

Esta frase y la que repite la secretaria general, María Dolores de Cospedal, “si había caja B no era del PP, sino de la persona que la llevaba” –producto ambas de la factoría de los estrategas peperos–, serían para echarse a reír sino fuera por la gravedad de los hechos que se están investigando, porque el partido afectado es el que está en estos momentos en el Gobierno y porque el Ejecutivo no para de hacer propaganda con sus nuevas medidas legales contra la corrupción para dar a entender que con ellas queda ya redimido.

Dijo Rajoy la semana pasada que gracias a esas reformas ya no hay impunidad en los casos de corrupción, como si la investigación de la Gürtel, la del caso Urdangarin, la del Palma Arena, la de Fabra o la de los ERE no se hubieran iniciado años antes de que él llegara a La Moncloa, o como si hasta ahora no hubieran entrado en la cárcel los corruptos. Nadie se acuerda, por lo que se ve, de Luis Roldán o de Mario Conde.

Es cierto que el señor Bárcenas ya no está en el PP, pero lo estaba mientras presuntamente delinquía. Durante 30 años fue gerente y después tesorero del partido y fue en ese tiempo en el que consiguió atesorar una fortuna –48 millones de euros o más– que depositó en Suiza y otros paraísos fiscales. Y es en ese largo periodo cuando, según su propia confesión, llevaba solo o con la colaboración del también extesorero e igualmente imputado Álvaro Lapuerta una contabilidad B del partido. Al juez Ruz, a la Fiscalía y a la Abogacía del Estado esta versión les parece acreditada.

Claro que falta el juicio oral y hasta que no hay sentencia condenatoria tiene que haber presunción de inocencia, pero de ahí a que los dirigentes del PP traten de escaquearse de toda responsabilidad hay un largo trecho. Y más si lo hacen alegando que Bárcenas ya no está y que, cuando estaba, parece que tenía un chiringuito en la misma sede de la calle Génova del que ellos no sabían nada, aunque le protegieron desde que fue imputado por primera vez en 2009 hasta enero de 2013; y en ese periodo, cuando aparentemente ya no era ni tesorero ni militante, siguió teniendo despacho en Génova y siguieron pagándole un sueldo de hasta 21.000 euros mensuales, aquel que Cospedal trató de explicar como una “indemnización en diferido”. ¿Y qué decir del SMS que le envió Rajoy –aquel “Luis, sé fuerte”– cuando ya se conocían sus cuentas suizas?

Ante los escritos de la Fiscalía y de la Abogacía del Estado, los dirigentes del PP han decidido hacer como que no va con ellos y mantenerse renuentes a asumir responsabilidades políticas. No parece que mirar para otro lado y la retórica engañosa con la que adoban ese escaqueo sea la manera de regenerar la política y de recuperar la confianza ciudadana.

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