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La basura de los cruceros

José Luis Gallego

Hace aproximadamente una década del descubrimiento de la gran “sopa de basuras” que flota como una gelatina en mitad del océano entre las costas de California y Japón, muy cerca del archipiélago de las Hawai. Desde entonces esa gelatina plástica (la mal llamada “Garbage Island” pues no tiene ninguna solidez) no ha dejado de crecer por los millones de fragmentos de plástico que arrastran las corrientes oceánicas para concentrarlas en ese punto donde inician su giro.

Sin llegar al enorme tamaño de ese emplasto flotante (casi diez veces la península ibérica), la concentración de residuos en el Mediterráneo también va en aumento. Cada vez son más los navegantes que alertan sobre la formación de grandes placas de plásticos flotantes entre Cataluña y Baleares que podrían llegar a unirse y generar otra sopa de basuras frente a nuestras costas.

Uno de los principales causantes de este grave problema ambiental es el constante aumento en la navegación de cruceros por el Mediterráneo con el puerto de Barcelona como principal destino. Estas auténticas ciudades flotantes, con casi 9.000 personas a bordo entre pasaje y tripulación, generan diariamente toneladas de residuos que deben ser tratados de una manera ambientalmente responsable. Pero ¿lo hacen? ¿Existe un verdadero compromiso con el medio ambiente por parte de las grandes compañías de cruceros?

Las reglas sobre gestión de residuos que deben observar este tipo de barcos son las que recoge una normativa tan ambigua como obsoleta: el Convenio Internacional para la Prevención de la Contaminación Naviera (MARPOL) aprobado en 1973 por la Organización Marítima Internacional (OMI).

Una de las medidas más “ambiciosas” de dicho convenio es la que prohíbe el vaciado de las sentinas y el vertido de las aguas negras del barco a menos de tres millas náuticas (una milla náutica equivale a 1.852 metros) de la costa, excepto si han sido tratados para reducir su volumen y eliminar la carga contaminante. Pero a partir de las 12 millas las normas para deshacerse de la basura se relajan todavía más. La pregunta es ¿quién patrulla los mares a más de 22 kilómetros de la costa para comprobar si un barco cumple con esa obligación?

La normativa actual no basta para prevenir el vertido incontrolado de residuos por parte de las embarcaciones, por lo que el compromiso con el cuidado del medio ambiente marino debe partir del capitán y de la naviera y, en el caso de los cruceros, debe ser exigido por los usuarios.

Hace ahora justo un año culminaba el proyecto “Crucero Sostenible” de la compañía Costa Cruceros sobre reducción y recuperación de residuos. El proyecto, valorado en cerca de tres millones de euros y financiado en su mitad por la UE, se basó en la experiencia llevada a cabo a bordo de uno de sus barcos. En el blog oficial de la compañía se recogen los resultados alcanzados tras los tres años de trabajo. Las principales fracciones analizadas fueron: envases de vidrio y ligeros, papel y cartón y materia orgánica. Traducido en colores del reciclaje: lo que va a los contenedores verde, amarillo, azul y marrón.

Lo primero que destaca la empresa es el resultado obtenido con el tratamiento de los residuos de la comida, que fueron sometidos a un tratamiento térmico para reducir el volumen sin alterar la proteína y los valores nutricionales “convirtiéndolo así en un producto que puede ser revendido y reutilizado”. Bien. Existen tecnologías mucho más avanzadas pero en todo caso y antes que tirarlos al mar, bienvenida sea esta solución.

En lo que se refiere a los envases de vidrio –y siempre citando lo que recoge el blog oficial de Costa Cruceros- “los resultados más destacados se lograron mediante la sustitución de las botellas de agua mineral de vidrio (que representaban aproximadamente el 50% de este material a bordo) por botellas PET reciclables”.

Otro avance destacado según la naviera fue “la sustitución de los botes de yogur de plástico por cajas de cartón Tetrapak de 1 litro. Esto supuso la eliminación de 6.500 botes en cada crucero, y un ahorro total de 33 kg de plástico”.

También señala “las soluciones para reducir el desperdicio de papel a bordo” destacando que “el Today, conocido boletín diario que se reparte entre los clientes, se redujo a la mitad con el consiguiente ahorro de papel”.

La pregunta es ¿eso es todo? Es de agradecer la buena voluntad de Costa Cruceros y otras compañías para reducir, separar y llevar a puerto todos los residuos. Pero deben ser los usuarios quienes exijan un mayor compromiso medioambiental a las compañías. Por lo que, además de preguntar cuantas pistas de tenis hay en cubierta, no estaría de más que la próxima vez que elija un crucero para disfrutar de sus vacaciones pregunte como gestionan las basuras y si se puede reciclar a bordo.

Mientras tanto las sopas de plástico van en aumento en nuestros mares, a pesar de haber cambiado de yogures.

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